Maxi Rodríguez: recuerdos de Alemania, Sudáfrica y Brasil en la previa del Mundial
En la previa del Mundial 2026, Maxi Rodríguez habló sobre el nuevo formato con más selecciones y repasó las tres Copas del Mundo que jugó con la Argentina. Recordó su gol a México en 2006, la convivencia con Maradona y Messi en Sudáfrica y el penal ante Holanda en 2014.
Maxi Rodríguez: recuerdos de Alemania, Sudáfrica y Brasil en la previa del Mundial
Para quienes tuvieron el privilegio de jugar un Mundial, no hay competencia que se le parezca. Maxi Rodríguez lo sabe mejor que nadie: fue parte de tres Copas del Mundo con la Selección Argentina y ahora observa el horizonte del 2026 con la misma emoción de aquel primer llamado.
Rodríguez mira el nuevo formato de 48 equipos con buenos ojos. Cree que abrirá la puerta a más selecciones y a más jugadores que sueñan con medirse contra las potencias. Para él, vivir un Mundial desde adentro, escuchar el himno y representar al país es “lo más lindo que hay”.
Más países, dice, significan más ilusiones repartidas por el mapa. En ese contexto, destaca que México, Estados Unidos y Canadá son naciones muy desarrolladas, con logística fuerte y un crecimiento sostenido en lo futbolístico. Siente que los anfitriones estarán obligados a estar a la altura de una cita que paraliza al planeta.
Alemania 2006: el gol a México y el primer sueño cumplido
Cuando le piden elegir un instante, Maxi vuelve una y otra vez al gol contra México en el tiempo extra de Alemania 2006. Aquella volea en Leipzig quedó grabada en la memoria colectiva y en su historia personal como uno de los momentos más recordados de su carrera.
Messi y Maxi Rodríguez juntos en la selección.
Sin embargo, el ex volante subraya que el recuerdo más íntimo de ese torneo es otro: el primer himno mundialista. Dice que jamás olvidará la sensación de salir del túnel, pararse en el campo de juego y escuchar la canción patria en una Copa del Mundo, sabiendo que millones lo miraban desde Argentina.
El llamado de Pekerman y la dificultad de llegar
Rodríguez recuerda con nitidez el día en que José Pekerman lo llamó para confirmarle que sería parte del plantel en Alemania. En un país tan futbolero, sostiene, ser uno de los pocos elegidos para un Mundial es “muy difícil” y al mismo tiempo una de las mayores alegrías que puede vivir un jugador.
Detrás de esa convocatoria, ve el sueño de un chico que creció pensando en la Copa del Mundo. En la Argentina, agrega, sobran talentos y escasean lugares. Por eso, cada Mundial que disputó lo vivió con la misma adrenalina, la misma felicidad y la misma responsabilidad de estar a la altura del escudo.
El ex volante recordó su gol a México en 2006 y la emoción de escuchar el himno en su primer Mundial.
Sudáfrica 2010: entre Maradona y Messi
Su segundo Mundial lo encontró en un lugar privilegiado: en el banco de suplentes, cerca de Diego Maradona, y en la cancha, junto a Lionel Messi. Maxi siente que estuvo literalmente “en el medio de dos bestias”, a las que define como los dos máximos ídolos del fútbol argentino.
Para él, Sudáfrica fue la confirmación de estar “en el momento justo”. Compartir vestuario con Maradona como entrenador y con Messi como líder futbolístico fue una experiencia irrepetible. Cada entrenamiento, cada charla y cada partido reforzaron la idea de que el Mundial también es un espacio de convivencia única.
Brasil 2014: el penal a Holanda y una final esquiva
En Brasil 2014, Rodríguez volvió a quedar asociado a una jugada clave: el penal en la semifinal contra Países Bajos que selló el pase a la final después de mucho tiempo. Aquella ejecución terminó de abrir una puerta que la Argentina buscaba desde hacía décadas.
La final perdida ante Alemania dejó la sensación de que faltó esa cuota de suerte necesaria para levantar la copa. Aun así, Maxi elige quedarse con lo construido: el grupo, la campaña y la certeza de haber llevado al país otra vez al partido más importante del fútbol mundial, frente a los ojos de millones.
Representar a 40 millones y jugar con presión
Cuando habla de la Selección, Rodríguez insiste en la dimensión colectiva de la camiseta. Dice que, al entrar a la cancha, siente que representa a 40 millones de argentinos que solo desean que el equipo llegue a la final y la gane, como si fuera algo sencillo. Esa expectativa es presión, pero también combustible.
Para Maxi, jugar bajo esa exigencia, con el peso de una nación entera en la espalda y la camiseta albiceleste en el pecho, fue “lo más lindo” que le pasó en su carrera. Y mientras el fútbol se prepara para un Mundial de 48 equipos, él sigue viendo en cada Copa del Mundo la misma chispa que encendió su sueño de pibe.