Hace 100 años en Santa Fe no había baños. La gente lavaba la ropa en el río. Y para tomar un vaso de agua había cuatro opciones: cavar un pozo de balde, construir un aljibe, pagarle al aguatero o caminar hasta el río.
Todo esto pasaba porque no existía la red de agua potable que este año cumple 100 años. La planta potabilizadora se inauguró el 1 de octubre de 1907 en barrio Candioti y revolucionó la vida cotidiana de la gente.
El cambio más importante fue la aparición del baño, como un cuarto separado dentro de las casas de los santafesinos, cuentan a EL Litoral Adriana Collado y Luis Müller, dos arquitectos y docentes de la UNL que investigaron la historia del servicio de agua potable en la provincia.
Con el agua corriente circulando por la ciudad, los santafesinos comenzaron a soñar con baños sofisticados, llenos de artefactos. En la publicidad de las primeras décadas del siglo XX, los inodoros, bidets y bañeras tenían un lugar central, parecido al que hoy ocupan los televisores de plasma y LCD.
La pasión por el baño era comprensible. ``Antes de 1907, en las casas no había estructura sanitaria'', explica Müller. El agua se conservaba en tinajas de barro. La gente usaba jarras para limpiarse y bacinillas para las deyecciones.
El sistema de letrinas casi no se usó hasta las últimas décadas del siglo XIX. El director del Museo Etnográfico, Luis María Calvo señala que sólo hay registro de dos lugares puntuales dónde se utilizaron:`` el Colegio de la Compañía de Jesús y la casa de Don José Maciel'', precisa, en diálogo con El Litoral.
Sin agua de red, el aseo personal era bastante complicado, el menos para los criterios actuales. ``Los santafesinos no se bañaban en invierno'', cuenta Collado. Los pudorosos viajeros extranjeros que visitaron la ciudad, a principios y a mediados del siglo XIX, dicen haberse avergonzado al ver como los santafesinos se bañaban y limpiaban en el río, durante el verano y la primavera. Pero en los meses fríos nadie se animaba.
¿Se lavaban en casa? No se sabe con total certeza.``Es probable que se limpiaran parcialmente el cuerpo con jarras y toallas mojadas'', arriesga Collado.``Una especie de baño polaco'', bromea Müller.
Se arreglaron así por mucho tiempo. Santa Fe no fue de las primeras ciudades en contar con agua corriente. La primera fue Buenos Aires, a partir de 1880. Más adelante Mendoza, Rosario, Tucumán y Córdoba.
¡Andá a buscar agua!
Antes de 1907, las familias tenían que organizarse para conseguir agua. ``La forma más sencilla era ir a buscarla al río'', aclara Calvo. Las familias más ricas enviaban a sus criados, el resto lo hacía por su cuenta.
Aunque cueste imaginarlo, la forma en que la gente buscaba agua representaba un símbolo de estatus en la sociedad colonial:``Las familias venidas a menos lo hacían de noche porque les daba vergüenza que se supiera que no tenían criados'', destaca Collado.
Más adelante aparecieron otras dos opciones. Primero, bien entrado el siglo XVIII, los pozos baldes. Que eran perforaciones que se hacían en los enormes patios de aquellas casas para obtener agua de las napas. Y muchos años más tarde -mediados del siglo XIX- aparecieron los aljibes que recolectaban el agua de lluvia. ``Pero en Santa Fe los aljibes casi que se contaban con los dedos de la mano'', afirma Collado.
``El aljibe era un artículo muy suntuario'', agrega Calvo. ``En el país aparece a finales del siglo XVIII en Buenos Aires y había muy pocos. Incluso, las familias porteñas compartían su uso. En Santa Fe se construyen algunos 60 años más tarde. Por ejemplo, en la casa del Brigadier Estanislao López'', señala este especialista.
Por eso, mucha gente seguía yendo a buscar agua al río. ``No la sacaban de cualquier lugar'', precisa Calvo. Por muchos años, la laguna Setúbal fue salada (el agua venía, principalmente, del arroyo Saladillo). Para resolver este problema el Cabildo decidió cavar un zanjón para traer agua dulce del río Colastiné, cuenta Calvo. Con los años, las crecidas y la erosión; el zanjón se convirtió en el riacho Santa Fe, que sigue abasteciendo de agua a la ciudad (es una de las tomas que utiliza Aguas Santafesinas, la otra está sobre el río Colastiné). El Cabildo también tenía que definir el lugar apropiado para buscar agua. Esta tarea era importante porque en el río además ``había lavanderas profesionales y esta actividad contaminaba el río'', destaca el director del Museo Etnográfico. Hay que tener en cuenta que la ropa se siguió lavando en el río hasta las primeras décadas del siglo XX.
¿Y el aguatero?
El aguatero fue un protagonista clave en las ciudades argentinas al promediar el siglo XIX. Una huelga de aguateros podía paralizar la ciudad como ahora lo hace un paro de transporte. Müller y Collado relatan -en ``Agua y saneamiento en Rosario y Santa Fe- que los rosarinos sufrieron un largo y traumático reclamo de sus aguateros durante 1877.
En la Santa Fe colonial ``no hay registros históricos de la figura del aguatero'', asegura Calvo. Pero en las últimas décadas del siglo XIX, sus carretas empiezan a recorrer la ciudad, afirma Collado. "Incluso en 1897, la municipalidad construye algunos tanques para centralizar el lugar en el que se proveían de agua'', precisa la arquitecta.
La red de agua potable
A partir de la década de 1880, en Santa Fe comienzan a analizarse distintos proyectos para que la ciudad contara con una red de agua potable. ``La epidemia de cólera, que en Rosario ocasionó 1.100 víctimas, impulsó estos proyectos'', explica Collado. Además, en esos años, la prensa denunciaba que el agua que tomaba la gente estaba contaminada con detritus, es decir partículas de animales muertos y materia fecal, entre otras sustancias.
Pero los proyectos no se concretaban porque las empresas privadas que ofrecían este servicio no consideraban que la provisión de agua potable fuera rentable en la ciudad. El argumento era que los números no cerraban.
Este escenario cambia en 1903, cuando el Gobierno Nacional crea la Dirección Nacional de Obras de Salubridad, que unos años más tarde se convertiría en Obras Sanitarias.``El objetivo de este organismo era viabilizar la construcción de redes de agua potable -como servicio público- en las principales ciudades del país, empezando por las capitales'', aclara Collado.
Los funcionarios de la Dirección Nacional de Obras Sanitarias tomaron los estudios de factibilidad que ya había encarado el municipio santafesino y proyectaron las obras.
La toma de agua se ubicó en el río Colastiné, a 11 kilómetros de la ciudad. Una serie de cañerías y puentes acueductos llevarían el agua hasta la planta potabilizadora en barrio Candioti.
Los trabajos comienzan a fines de 1903, a cargo de la empresa Weill. Müller y Collado lograron establecer que en ese momento la mitad de las casas de la ciudad tenían pozos de balde (muchos contaminados por basura y materia fecal). El resto de la gente, seguía yendo a buscar agua al río o se la compraba al aguatero.
El agua potable debió haber estrenado las canillas de los santafesinos en agosto de 1905. Pero la crecida de ese año complicó los trabajos. Esa inundación destruyó parte de las instalaciones que se habían construido entre la toma del Colastiné y la ciudad, para evitar más demoras se realizó una toma provisoria sobre el riacho Santa Fe, a 800 metros de la planta, relatan Müller y Collado.
El servicio de agua potable se habilitó oficialmente el 1 de octubre de 1907. Al día siguiente, los periodistas del diario Nueva Época eran escépticos, no estaban seguros de cuanto iba a durar este adelanto clave: ``Desde ayer la población goza de los beneficios de las aguas corrientes. El servicio ha sido librado con carácter definitivo, según tenemos entendido''.
Pero a pesar de las dudas, el servicio lentamente se consolidó. Un año más tarde más de 2.500 inmuebles se habían conectado a la red. A pesar de los problemas y desafíos que ocasionaban las inundaciones, diez años más tarde la cifra alcanzaba a unas 5.650 casas y negocios.
En enero de 1908, los redactores de ``Nueva Época'' se convencieron de que la red de agua potable había llegado para quedarse:``El servicio es de primera y su condición muy superior en cuento a calidad, gusto y depuración. Ya no deja aspereza en el cutis ni corta el jabón''.
Fuentes:
- Agua y saneamiento en Rosario y Santa Fe, de Adriana Collado y Luis Müller.
- Santa Fe, rastros y memorias, diario El Litoral.
- Santa Fe en Clave, de Gustavo Víttori.

































