Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Johannesburgo, Sudáfrica)
Toto Pinillos es un peruano que llegó a esta ciudad hace unos 20 años. Se lo nota con calle al hombre, quien confiesa que tuvo un momento de gran depresión en su vida y que salió a flote cuando el azar le cambió su suerte: ganó la lotería y pudo recuperarse de algunos malos negocios que lo habían llevado a ese estado. Toto Pinillos es simple, claro y contundente con respecto a esta ciudad: “Johannesburgo es tan peligrosa como muchísimas ciudades del mundo. Acá lo único es que, la mayoría de las veces, para robarte te matan. Eso sí, a los ancianos no los toca nadie. Es que el negro, generalmente, es criado por sus abuelos. Por eso, nadie se anima a pagarle con esa moneda al anciano”, dice.
Cuando este enviado de El Litoral transitaba sus primeras horas en Johannesburgo, no sólo se podía notar de qué manera iba creciendo el clima futbolero-mundialista —en este país el deporte número uno es el rugby—, sino también de qué forma se empezaba a notar la inseguridad: el robo a los periodistas europeos a los que invadieron en su habitación más otros casos con menor resonancia mediática, fueron los principales hechos.
Todo en veremos
Por ejemplo, una de las cosas que se puede observar es que hasta último momento se está trabajando. En los alrededores del imponente Soccer City (menos mal que hay micros puestos a disposición de la prensa que salen de diferentes hoteles de Johannesburgo, porque si no resultaría poco posible llegar hasta allí con la escasez de medios públicos de transporte), no sólo que hay mucha tierra sino también varias obras sobre las cuales se trabajará hasta mañana mismo. Eso sí, el estadio es sencillamente espectacular.
Es un verdadero problema realizar el trámite de la acreditación. No por lo engorroso (sería imperdonable que suceda en esta era gobernada por los avances tecnológicos y de la computación), pero sí por las dificultades para comunicarse. Casi no existe la gente de habla hispana que está radicada en esta ciudad. “¿Speak spanish?”, pregunta el periodista, y la respuesta es “no” pero sin alternativas. Cosa diferente sucede en otros lugares, donde de inmediato se busca alguien que se pueda comunicar en nuestro idioma.
La raza negra prevalece en forma casi absoluta en esta ciudad. A propósito, en la zona de acreditaciones, quienes entregan las credenciales definitivas están repartidas. Y hasta hay una chica rubia. Todo un hallazgo.
Viaje con hinchas
“Oye hermano, ¿estás seguro de que tu vuelo es de Aerolíneas Argentinas? Hace muchísimos años que no viene un avión de Aerolíneas a Johannesburgo”, preguntaba Toto, cuando el enviado de El Litoral estaba aún en Santa Fe. Y es así nomás. Se recuperó, para el Mundial, una ruta que anteriormente era propiedad de nuestro país por el hecho de tener que cruzar el océano, solamente, para llegar a este país.
En el vuelo, hubo tres rostros que eclipsaron por completo a los demás, aunque cada cual con diferentes comportamientos. Carlos Bianchi, por ejemplo, mostró su cara habitual. No se paró a hablar con la prensa y cuando un reportero le pidió sólo un parecer de la Copa del Mundo, dijo: “Tenés a miles acá adentro, preguntale a ellos”. Un poquito de humildad para un grande como él no le vendría tan mal, ¿no?
Después, Enzo Francéscoli fue el contrapunto. No sólo habló con la prensa, sino que cuando llegamos a Johannesburgo y aguardábamos en el carrusel 4 el largo trámite de retirar las valijas de los más de 350 pasajeros que había en el avión, se sacó fotos con todos. Un grande el Enzo.
Pero además, estaban ellos. Los hinchas. Dicen que estaban los de Independiente y los de Ferro. Con los bombos, las banderas y demás elementos “de trabajo”. Se portaron bien. Ni siquiera cantaron en el avión. ¿Miedo?, ¿prudencia?, ¿advertencia?, quién sabe. Lo cierto es que los muchachos hicieron, allí adentro, buena letra.
El tema pasa por dos puntos. El primero, que alguien pueda decir por qué y cómo hacen para viajar. El segundo, es que se porten bien. Máxime en este país, donde puede pasar cualquier cosa y a la vuelta de la esquina.
La locura por las cornetas
A cuatro cuadras del lugar de residencia de este enviado de El Litoral, está el búnker de Brasil. “¿Esas cornetas que se escuchan, son de hinchas brasileños?”, preguntó el periodista. “No, no, son sudafricanos. Acá todo el mundo anda con esas cornetas. Vas a ver lo que será el partido de mañana”, fue la contestación.
Y es realmente así. Mucho colorido, mucho ruido (es ensordecedor) y una confirmación que alegra a todos: estará Mandela en el estadio. Con su edad a cuestas, sus problemas físicos y sus dificultades para movilizarse, el líder estará en el Soccer City y presenciará un hecho histórico para él, para su pueblo, para la Nación entera, para el continente y para el fútbol en general.
África, el continente del que se habla mucho por su violencia, abre su corazón y sus brazos al mundo. El fútbol lo hizo posible. Su gente se animó y aquí estamos, a pocas horas de vivir un acontecimiento único, inigualable e irrepetible por muchos años. Será mañana, mientras los argentinos vamos contando las horas para el sábado, cuando a las 16 de Sudáfrica (las 11 de nuestro país), en Ellis Park, comencemos a escribir otra página que, ojalá, sea con la misma gloria del ’78 y el ’86.
































