Tras 60 años de carrera, Héctor Larrea se despide de la radio
Tras 60 años de carrera, Héctor Larrea se despide de la radio
13:24
A los 82 años Héctor Larrea se retira de los medios. El conductor estuvo 60 años trabajando sin descanso, hasta que dijo basta. Ya no es más ese adolescente de Bragado que soñaba convertirse en locutor para llevarle alegría a la gente. Cumplió su objetivo y fue mucho más allá... se convirtió en parte de la historia de la radiofonía argentina. Ahora quiere un merecido descanso, aunque se lo va a extrañar mucho.
En 2020, el conductor estuvo al frente de dos programas de Radio Nacional: El carromato de la farsa (de lunes a viernes de 14 a 16) y Gardel por Larrea (los domingos de 9 a 10). Por primera vez trabajó desde su casa, debido a la pandemia. Y el 13 de noviembre sorprendió a sus seguidores al anunciar que ya no seguiría al aire el año próximo, ni ningún otro.
Este miércoles 30 se despide del aire la gran garganta argentina. La que en 100 años de radiofonía argentina trabajó 60, la que funcionó como despertador, la que zamarreaba sin gritos, como esas madres que levantan con suavidad, para hacernos cruzar de la orilla onírica a la de la vigilia.
El museo de voces argentinas tendrá el timbre de Larrea flotando para siempre. Rapidísimo quedará como patrimonio, pero también Gardel por Larrea (los domingos, por Nacional), y todas esas charlas al aire sobre Abelardo Castillo, sobre Atahualpa Yupanqui, sobre los dobles cuánticos. Dice Larrea que cree en esa teoría de "un ángel de la guarda metafísico" que se adelanta en el tiempo y vuelve a decirnos qué hacer: el suyo le pidió "detenerse a tiempo, con dignidad y altura, en el mejor momento".
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Gentileza
Imagine una vida laboral que arrancó en una propaladora, un carrito con megáfono traqueteando por Bragado y adyacencias, y que en 2020 le permite llegar a Finlandia con un clic: "Es demasiado tiempo, demasiados paradigmas, demasiada información", nos hace entrar en razón "Hetitor", desesperado por explicarnos: la quietud puede ser un paraíso merecido; el reposo, un premio.
Preguntas con doble sentido, adivinanzas, juegos como el hexágono misterioso para ganarse el teletesoro Noblex. Con ese hito denostado por muchos críticos Larrea descubrió que "se puede mejorar la vida de las personas sin percibirlo, con pequeños actos cotidianos que pueden no arreglar un asunto, pero sí distraer dolores".
Larrea, el que atravesó enfermedades "sin contarlo" ("un bruto cáncer, un hachazo del que me salvé"), el que fue a trabajar "llorando para adentro, disimulando resfríos y pesares", se va dictando su última cátedra: irse a tiempo, como un chef que regala el mejor plato de despedida y no las sobras.