Nacido en Río Tercero (Córdoba) en 1981, Pablo Jaurena tiene varias facetas: es compositor, bandoneonista, arreglador, director y pedagogo. Tocó con grandes artistas entre los cuales cabe destacar a Atilio Stampone, Horacio Ferrer, Raúl Lavié, María Graña, Guillermo Fernández, Juan Falú y Ricardo Montaner. Se presentó, a su vez, en escenarios de Estados Unidos, China, Japón, Egipto, Alemania, Holanda, España, Bélgica, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Brasil.
En 2016, vivió una experiencia de esas que definen una carrera: fue invitado como solista para ir a China a tocar en diez conciertos de bandoneón solo, con el auspicio de la Asociación China de Acordeones y la marca alemana Hohner. Ahí concibió “Retrato del aire” el disco que terminó y está presentando este año.
Se trata de la primera propuesta discográfica solista de Pablo, formada por trece obras instrumentales para bandoneón solista, algunas de ellas propias y otras elegidas especialmente por el artista con arreglos originales y un nuevo abordaje.
En esas piezas que no son propias, el artista versiona a referentes del bandoneón como Piazzolla, Federico, Mori, Pane, Marconi, Garello y Mederos. “Seleccioné obras de bandoneonistas, compositores y arregladores, a los que considero mis referentes y que han hecho parte de mi camino de algún modo”, explicó el músico.
“Pane y Mederos fueron ambos mis maestros, Mori y Federico son dos de mis arregladores preferidos. Con Marconi y Garello tuve la oportunidad de tocar y trabajar en varias agrupaciones. Sobre Piazzolla no hay mucho que agregar, con tan solo decir que el haberme acercado al tango y al bandoneón en gran parte se lo debo a él”, añadió.
"Encabezar un proyecto solista y hacerlo con un disco tocando solo tu instrumento es una situación de mucha exposición, de crudeza, que a la vez requiere de mucha sinceridad". Foto: Mario Efron“Retrato del aire” está dedicado por Pablo a la memoria de su abuelo Héctor Jaurena, quien hizo posible que un bandoneón llegara a sus rodillas por primera vez. Sobre este punto profundizó en una entrevista concedida a este medio. “Por entonces mi curiosidad por el tango era muy grande e iba creciendo, al punto de llevarme a querer tener un bandoneón en mis manos para experimentar e indagar en ese sonido tan característico lo más cerca posible”, recordó.
Fue su padre quién encontró en los clasificados del diario un aviso donde se vendía un bandoneón. “Ahí mi deseo se volvió más concreto. Entonces fue mi abuelo quien me acompañó en la aventura y me prestó los 1.200 pesos que costaba el instrumento por entonces. Fue un préstamo que se transformó en regalo, ya que sólo le devolví 200 pesos”.
"La primera idea de 'Retrato del aire' apareció caminando al aire libre". Foto: Mario EfronFue para Pablo como un amor a primera vista. “Compré un instrumento sin siquiera poder probarlo, no tenía idea de cómo se tocaba una sola nota. Así fue que el bandoneón llegó y se quedó. Y entre otras cosas comenzó a musicalizar esos encuentros familiares en la sobremesa de los domingos”.
-¿Qué significa para vos, cómo músico, el llegar a una instancia como la del primer disco luego de un camino tan extenso?
-Significa un paso muy importante, que tiene que ver con la necesidad de decir sin intermediarios, de sacar a la luz algo que ha madurado dentro de uno. A la vez es un paso hacia una nueva etapa que requiere de otro compromiso y postura en relación a la carrera. Encabezar un proyecto solista y hacerlo con un disco tocando solo tu instrumento es una situación de mucha exposición, de crudeza, que a la vez requiere de mucha sinceridad en el planteo musical para que el resultado sea lo más cercano a lo que uno es y prevalezca lo genuino ante todo.
-¿Qué podés contar respecto al origen y a las características de “Retrato del aire” y “Zambita florecida”, los temas propios que figuran en el repertorio?
-La primera idea de “Retrato del aire” apareció caminando al aire libre. En aquel momento tuve la sensación de que atrapaba algo flotando en el aire y que mi interior lo traducía en sonidos. Me gustó la idea poética de que mediante la composición podamos materializar en un retrato sonoro aquello que está en el aire, y luego devolverlo al aire en forma de vibraciones. Al nombrar el álbum, elegí este título como una manera de extender la idea poética a todos los temas, ya que nacen del aire del bandoneón. Sobre “Zambita Florecida”, debo decir esta zamba es la primera composición que escribí dentro de las especies folclóricas. La escribí al piano y tuvo su primer versión en ese formato, luego escribí un arreglo para el Trío MJC, y finalmente llegó este arreglo para bandoneón sólo, que recoge elementos de ambas versiones y aporta otros nuevos colores. Está dedicada a mi compañera Florencia y madre de mis hijos.
Tapa del disco. Foto: Gentileza producciónExperiencia a experiencia
-Tocaste con artistas enormes y de diversas procedencias como ¿Cómo te fue formando como artista y que le debés a cada uno de ellos en términos musicales?
-Creo que cada experiencia que vivimos de algún modo nos marca y nos enseña algo, y así vamos construyendo nuestra identidad, como una casa ladrillo a ladrillo, experiencia a experiencia. Desde esa perspectiva quizás me sería un poco difícil puntualizar que le debo a cada uno de los artistas con los que he trabajado. Aunque sí puedo decir que el tener contacto con grandes maestros ha sido fundamental, recibir el testimonio de su experiencia de manera directa y vivencial es sin dudas de lo más importante que me pasó. Podría decir que indiferente de las procedencias diversas, los grandes artistas con los que he trabajado tienen en común una entrega total por su trabajo, y hacen de su trabajo una forma de vida de manera incansable, más allá de la edad, y lo cual además los mantiene vivos, vigentes y conectados a su esencia. También puedo decir que compartir el camino con artistas con más experiencia, y que admiro, me ha ido enseñando cómo hacer del oficio una profesión y cómo no perder lo artesanal en esa profesionalización.