Además de compositor, el jujeño Miguel Vilca es docente. Pero lo que le da su identidad es su trabajo con el charango, que desarrolla desde hace muchos años. Incluso en 2010 profundizó su formación en Bolivia, donde tomó contacto con maestros vinculados con ese instrumento.
A lo largo de su carrera, grabó y compartió escenarios con agrupaciones y artistas como el ensamble Don Olimpio, Loli Molina, Pedro Rossi, Maggie Cullen, Bruno Arias, Nadia Larcher y Manu Sija. Aunque ahora está abocado a presentar "Alegrito ha 'i ser", su primer trabajo discográfico solista.
La obra está compuesta por diez piezas instrumentales creadas por el propio Vilca, vinculadas con los sonidos del altiplano. "Seguramente a lo largo de mi vida, de mis creaciones a futuro, será un lenguaje que se irá aceitando, depurando, tamizando, puliendo", aseguró a este medio.
Gentileza producciónSostener una tradición
"Yo provengo de Jujuy, donde la cultura andina es vivida y compartida con otros territorios, que actualmente son los de Bolivia, Perú y, por supuesto, todo el norte de Argentina", contó Vilca en una entrevista.
Describió también una vida atravesada por el huayno, la cueca, el bailecito, el carnavalito y también por el caporal, la tonada tinku y otros ritmos que provienen de Bolivia.
"Creo que todo ser humano de alguna manera es un canal de expresión para una cultura, para una sociedad, para un modo de sentir y vivir el mundo", consideró.
Y agregó: "solo resta que uno le dedique ese tiempo al permitirse crear, permitirse tomar riesgos, permitirse ser atravesado por todas las experiencias de vida que nos constituyen".
Gentileza Malu HábilLas posibilidades del silencio
-El disco convoca una idea de celebración, pero también de mirar hacia adentro. En temas como "El tumulto que aquietas" o "Infinito", hay una búsqueda de equilibrio entre la energía colectiva y el silencio interior. ¿Qué papel ocupa el silencio en tu manera de componer?
-El silencio es una posibilidad humana de encontrarnos en la inmensidad. Cuando uno llega al silencio es porque está en serenidad o, de alguna manera, en un estado de templanza.
Yo creo que el ser andino, el habitante del territorio andino, consciente de la inmensidad que habita, puede habitar el silencio con cierta calma.
En algunas zonas de la puna jujeña o en otros lugares del territorio andino van a encontrar personas muy silenciosas porque esa geografía tan imponente nos da la sensación de ser pequeños y a la vez parte de esa inmensidad.
Creo que el ser silencioso es, o el silencio en la cultura andina es parte de una contemplación y de un sentirse parte de una inmensidad. Y particularmente en mi música, trato de componer desde un estado de calma y de silencio.
Actualmente estoy en Buenos Aires y el silencio en una ciudad es una necesidad sumamente importante, sobre todo para un músico o para un compositor.
Necesitamos ese espacio de intimidad y de calma sonora y de calma interior, porque el silencio no es solo ausencia de sonidos, es una ausencia de elementos que nos hagan ruido de alguna manera.
Entonces creo que es buscando el estado de calma, desde donde emerge, por lo menos en mi caso, la música.
Por eso "El tumulto que aquietas" está inspirado en la sensación que tuve cuando llegué a Buenos Aires, la cantidad de información y de elementos que aparecían permanentemente y la densidad sonora que había en el ambiente.
Solo cuando me conectaba con la música, con ese estado de tranquilidad, la música me volvía a templar, me hacía volver a un estado de calma dentro de esa ciudad, dentro de ese movimiento y ebullición que es la ciudad.
Gentileza Malu HábilTécnica y alma
-Tu formación combina lo académico con la sabiduría popular de los maestros del charango. ¿Cómo dialogan esas dos tradiciones en tu música?
-Tuve la posibilidad de estudiar en la Escuela Superior de Música de Jujuy, luego la Licenciatura en Folklore y la Licenciatura en Composición Clásica.
Y, por otro lado, tuve la dicha de compartir con maestras y maestros campesinos, músicos populares que realizan música desde el hacer o del ser parte de un ritual, tocando anata o caja, siendo portadores del saber de la copla o del sikuri.
De todo ese universo musical aprendí lo que podríamos llamar la tradición oral de nuestra música folclórica.
En mi música, al momento de componer, todo lo vivido entra en juego. Y creo que lo hace de una forma no consciente sino más bien orgánica, porque creo que el conocimiento nos da herramientas, modos de construir, de pensar, de mirar lo que vamos a crear y alimenta el mundo de las ideas.
Para mí, nuestra música popular y la música de raíz, nos da siempre un contenido, un alma, una historia, un contexto a lo que vamos a contar, que es sumamente importante.
La técnica por sí sola no creo que sea suficiente para transmitirnos o situarnos en algún espacio sonoro interesante. Creo que el haber podido estar en contacto con mi cultura popular y la cultura de los pueblos andinos me dio y me sigue dando una profundidad en la música.
Y la técnica y el estudiar de forma académica me han permitido obtener nuevas herramientas para tener más vocabulario al momento de expresar eso que quiero expresar.
Combinación y diálogo
-En "Alegrito ha ’i ser" participan músicos como Manuel Estrada, Agustín Galván y Enzo Demartini, cada uno con lo propio. ¿Qué tipo de diálogo buscaste generar entre esos instrumentos y el charango?
-Justamente en "Infinito", ese bailecito en doce octavos, dialogan dos instrumentos que son símbolos de dos culturas de nuestro país: por un lado, el acordeón, de la cultura del litoral y por otro, el charango, de la cultura andina.
En ese tema tuvimos la dicha de compartir con Enzo Demartini y me interesaba la combinación y el diálogo tímbrico entre esas dos sonoridades porque encuentro una particularidad en el timbre de esos instrumentos.
En el acordeón, al tener lengüetas, hay como un batimiento en la afinación que genera una vibración particular que el charango también tiene, en tanto tiene dos cuerdas y entonces la afinación también siempre se construye con ese batimiento.
Me parece que estos dos instrumentos fueron elegidos como símbolos de nuestras culturas por tener esa cualidad, son tímbricas incorporadas en la identidad de esos pueblos.
Además, en "Infinito", la composición de un bailecito pero en compases más grandes requería de un instrumento que tuviera la capacidad de más sustain y el acordeón lo permite.
Entonces se generó un diálogo muy interesante. Y por último, el registro de los instrumentos permite también un diálogo en el que nunca se pisan sino que perfectamente se pueden distinguir los dos timbres.
Fue una experiencia muy rica lograr que dialoguen estos dos instrumentos en este tema que necesitaba de esa conversación para sostener una forma musical bastante extensa.
La alegría de estar aquí
-Sobre el título del álbum ¿Qué significa para vos esa frase en este momento de tu camino artístico?
-En "Alegrito ha ’i ser" quedaron plasmados toda esa riqueza y ese universo sonoro maravilloso de nuestro pueblo andino, del cual me siento parte, amo y celebro. Porque nuestros pueblos andinos están en un momento de plena vitalidad y lograron esa vitalidad y esa permanencia en el tiempo gracias al estado de la alegría.
No de forma trivial, sino en la profundidad de la alegría. Entendiendo la alegría como un modo de encarar la vida, de ver la vida, una actitud ante la vida.
Encararla con alegría, con esa sonrisa que permite que aún en los momentos difíciles se los pueda sortear en comunidad, bailando y siendo conscientes de que simplemente somos seres humanos habitando un espacio y tiempo.
Por eso este disco inicia con un huayno y concluye con un huayno. En "Alegrito ha ’i ser" se plantea esa alegría, esa invitación a la danza y en “Aquí seguiré” quise recrear una celebración, una fiesta donde de repente desaparece la noción del tiempo y solo quedan los pies en movimiento.
Concluye el disco diciendo "aquí seguiré", porque creo que nuestros pueblos seguirán existiendo y seguirán siendo un modo de ver el mundo desde el estado de la alegría.
Por eso, cuando pensé el título de este primer material discográfico dije: va a ser alegre o no va a existir. Existirá porque es alegre, porque nos sigue trayendo y sosteniendo ese modo de ver el mundo y de situarse en este mundo.