Gonzalo Villarino presenta "Volver a ser" y celebra una década de trayectoria

Gonzalo Villarino presenta oficialmente su nuevo disco “Volver a ser”, en el marco de un concierto muy especial que también celebra sus diez años de carrera solista. Será una noche única, con la banda completa y la participación de invitados especiales, el sábado 25 de octubre a las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). Las entradas están a la venta en boletería de Tribus y a través de Ticketway.

El show combinará la potencia de las nuevas canciones del álbum con versiones acústicas y reversiones de su repertorio ya editado. Además, la velada será registrada en audio y video, para dejar plasmado este momento histórico en la carrera del artista, que conversó con El Litoral sobre este show y esta década de periplo musical.

Entre amigos

-Este show en Tribus no solo marca la presentación oficial de “Volver a ser”, sino también tus diez años como solista. ¿Cómo te encuentra este momento de celebración a nivel humano y a nivel carrera?

-Me encuentro en un gran momento; contento porque siento que me gané un pequeño lugar en la escena de la música de rock de Santa Fe: logré una buena onda que se fue dando naturalmente de compartir con mucha gente. Incluso estos diez años son también celebrando la música desde ese lado, desde el compartir: desde el haberme encontrado con un montón de artistas que admiro de Santa Fe; compartiendo escenarios, charlas, momentos. Me da mucha alegría decir que son ya un poco amigos, más que conocidos: eso tiene que ver con que hemos hecho las cosas de la mejor manera que nos salieron.

Y celebrar también tener una banda hoy de rock y mantenerla diez años es un desafío importante: seguir apostando, seguir confiando, siempre con la misma alegría y las mismas ganas de tocar, de mostrar las temas. Somos una banda todoterreno, y eso en estos años lo fuimos descubriendo.

Este disco tiene que ver también con eso: con volver un poco a los inicios, y ver todo lo que hemos hecho y todo lo que hemos pasado hasta el 2025.

-Además de la banda habrá invitados en este show.

-Vamos a estar con banda completa, incluso va a haber un momento unplugged, donde vamos a reversionar canciones de nuestro anterior material con Leo Conti en guitarra acústica, Eunice Vega en violoncello, Nori Gómez en violín. Va a estar el Flaco (Agustín) Ferrero, un gran cantante de nuestra ciudad, y César Andino de Cabezones.

Estamos armando unas versiones(sobre todo en la parte de unplugged, que es en la que van a estar los invitados) muy especiales, muy cuidadas. Basándonos en el “Unplugged” de Soda, salvando la distancia; pero un poco las versiones tienen que ver con eso: pedimos prestadas algunas ideas y está quedando algo fantástico.

Va a estar muy bueno: vamos a poder tocar el formato eléctrico con la banda, solos, y después un formato más acústico con invitados.

-Está la idea de filmarlo y grabarlo. ¿Cómo salió esa posibilidad?

-Tenía ganas de tener un material en vivo, porque tenemos videoclips oficiales con una trama, con una idea; incluso tenemos live sessions también. Pero nos falta esa parte más en vivo, que a la gente le gusta mucho; sobre todo porque son canciones nuevas, y creo que más allá de que estén en las plataformas, a la gente le cuesta un poco más ir hasta ahí.

El video en vivo tiene esa magia de que está tocado ahí: va a estar grabado en multipistas, con los pifies y con los aciertos que va a tener eso. Es atractivo para la gente, me parece más dinámico: a mucha gente le gusta poner YouTube y decir: “Uh, acá está el recital de los diez años de Gonza”, y entrás ahí y te encontrás con el show entero.

La idea es ir fraccionándolo, pero queremos registrar todo para marcar un poco esta nueva etapa de la banda.

Reencuentro

-Decías que te ganaste un lugar después de tanto tiempo. ¿Qué sentís que cambió en la relación con el público?

-La gente de a poquito te va reconociendo; tiene mucho que ver el trabajo que uno va haciendo individualmente con la banda, y después que la gente lo recibe en algún momento: por ahí lleva tiempo.

Por ejemplo: mi primer disco, de 2017, tiene una canción que se llama “Señal de vida”; y creo que recién hace un año o un poquito más, la gente empezó a reconocer esa canción: hay lugares donde canto ese tema y la gente canta el estribillo. Fueron aprendiendo las canciones, pero llevaron su tiempo, no es de un día para el otro.

Y también creo que de tanto empujar el proyecto, aparecer en lugares, estar invitados por un montón de artistas amigas y amigos que nos han citado para algún evento, para tocar alguna canción; y empezar a aparecer en la escena más seguido, incluso también haciendo feats con Mario Pereyra (que no es de nuestro palo del rock, pero que es un gran referente de acá), grabar con Botafogo o con JAF; creo que la gente empezó a escuchar el nombre a interesarse por el proyecto, a escuchar las canciones.

Esa me parece que fue una de las claves para llegar a la gente, y sentir ese reconocimiento. Ahora con el Flaco (Fabio Gavilán) vamos a lugares y la gente nos saluda: “Qué bueno esto que hicieron, qué bueno que están haciendo esta promoción y están tocando acá y allá”. Y tiene que ver también con eso: nos sentimos felices por ese reconocimiento de la gente que está apareciendo; y que tiene que ver con esto: con generar material, hacer canciones nuevas, estar todo el tiempo activos, no sólo en persona en la vida real, también en las redes sociales: todo empuja hoy.

-La pregunta obvia: ¿qué fue lo que sentiste que necesitabas “volver a ser”?

-Creo que necesitaba encontrarme un poco con los inicios del proyecto, en 2015, cuando arrancaba con la guitarra acústica en mi casa; con la idea de hacer cosas con la música, de tratar de dedicarme al arte. Y fue una manera de volver a las canciones: de volver a encontrarme conmigo y volver a escribirle a cosas que me ocurren cotidianamente, que fui pasando. Cambiamos de formación, cambió gente dentro del equipo que trabaja con nosotros; experiencias nuevas, nuevas maneras de entender la música, de vibrarla.

Me parece que el disco vuelve hacia atrás y plantea otra vez la misma fórmula con la que empecé: escribir canciones con la guitarra, solo; después llevarlas a la banda y empezar a trabajar todos juntos sobre las canciones. Me encanta hacer eso, me gusta que cada integrante del proyecto tire ideas, que se abra el juego para que cada uno pueda aportar lo suyo; y finalmente ese es el sonido que a mí me gusta de la banda, que empezó en el 2015. De esa misma forma volví a ser en esas canciones, y en esa manera de escribirlas.

Abrir el juego

-Ese proceso colectivo está en el disco, está estuvo en la grabación con la banda, con amigos músicos. ¿Cómo fue el proceso de hacerlo y de ir cooperando, aportando cada uno a ese producto final?

-Fue un proceso largo, casi nos llevó un año. Tampoco tenía ningún apuro para hacerlo, me tomé el tiempo y las ganas: hay días que uno va al estudio y no es el día que tiene que estar en el estudio; es mejor es mejor salir. Me pasó muchas veces eso, incluso nos pasó a cada uno de los integrantes: un día Seba (Arredondo) fue a grabar “batas” y no le encontrábamos la vuelta. Dijimos: “Vamos a tomar unos mates, una cerveza, volvemos mañana”.

Pero también esa forma en la que nos manejamos entre los integrantes (que ya es una familia prácticamente) está buena porque nos permite tener esa libertad de decir: “Volvemos mañana con otra energía, recargados, con otras ideas”; y así se trabajó el disco en todo un año.

Fue un proceso largo de dedicarnos mucho tiempo a ver las canciones, a estudiarlas, a buscarle el sonido: usé varias guitarras en varios equipos; fuimos probando un montón de cosas hasta que sentí (creo que por primera vez) que era lo que quería: el resultado es lo que estaba buscando.

Estoy muy entusiasmado, pero en el momento de grabarlo estaba súper contento porque son canciones actuales, canciones nuevas que me debía y que tenía ganas de contar algo más del hoy. Si bien me encanta tocar mis temas anteriores, ya conté esa historia; me daban ganas de contar algo nuevo, y el proceso de grabación también tiene que ver con eso: con tener ganas de hacerlo y de tomarnos el tiempo que nos llevó para lograr lo que logramos.

Estamos contentos porque son canciones que reflejan historias de hoy, y disfrutamos muchísimo de estar en el estudio, incluso un poco más alejado del escenario; porque estábamos más abocados a grabar y pasamos muchas horas ahí adentro. No es algo que sufrimos, sino que lo disfrutamos al igual que tocar en vivo.

-Decías que cada canción es como una fotografía emocional. ¿Cómo es tu proceso interno en que una vivencia, una experiencia, llega a convertirse en una canción?

-Hace dos años fuimos a España, también fue un volver a empezar para mí, para el Flaco, para el proyecto; para encontrar también ideas y en búsqueda de aventuras nuevas. Ese viaje movió, sacudió cosas, y “Resetear”, por ejemplo, nace ahí. Apenas llegamos a España nos estaban esperando, llegamos al lugar donde íbamos a pasar nuestras semanas; iba caminando, apareció una melodía, la grabé en el celu y dije: “Bueno, acá tengo que escribir algo”. Llegué al departamento, me puse con la guitarra y ya empezó a nacer un momento que dispara una emoción.

Me suele pasar mucho eso: hay algo que se mueve dentro de mí, que despierta. Mi manera de decir las cosas o de contar algo es a través de la música. Mi canal es ese, y estas fotografías que son las canciones retratan momentos muy puntuales, a veces contados metafóricamente, a veces un poco más explícitos; pero creo que mi manera de decir muchas cosas tiene que ver con la música, con la guitarra y con la voz.

Y por eso también me gusta que los chicos (como Fabio, por ejemplo, que se mete mucho en la grabación) aporten algo, porque tiene que ver con eso: con que las canciones tienen un un sentimiento, tienen una pulsión; ellos también entienden eso y pueden aportar su sentimiento hacia la canción.

Me parece que esas fotos de las canciones y la manera en la que las transformo, tiene que ver con el “Volver a ser”: con el inicio, cuando arranqué con la guitarra en un living. El sentido de que le encuentro es justamente contar, relatar algo que me pasa, un sentimiento, una experiencia, un momento que pasó: por ejemplo, “Resetear” u “Hola y chau”, son cosas que me pasan en lo cotidiano, que me detengo un segundo a analizarlas y ya se empiezan a transformar en una melodía y después en una letra.

Libertad creativa

-La producción la hiciste con Lucas Conforti. ¿Cómo fue el trabajo conjunto hasta llegar a el sonido final que te gustó?

Con Lucas venimos trabajando hace varios años ya; nos entendemos muy bien, nos llevamos bien en el estudio. A veces nos puteamos, pero trabajamos siempre en pos de defender la idea de la canción, de transmitir lo que queremos transmitir de la mejor manera posible. Incluso nos tomamos el trabajo de hacer una preproducción: en cierto modo grabamos dos veces el disco, porque en una primera instancia yo llego con la base y con algunas cosas, y de ese cimiento empieza empezamos a sumar capas, a probar sonidos, a probar instrumentos. Hay cosas que quitamos, cosas que agregamos.

Y en todo ese año de estar adentro del estudio Lucas se puso la camiseta: siento que él también está como parte del equipo. Y es un tipo que sabe mucho de audio, sabe mucho de sonido, le gusta que esté bueno, que suene bien, que esté bien logrado.

Entonces, nos tomamos el tiempo: pifiamos la nota, “dale, vamos a grabarla de nuevo”. Estoy cantando, “che, acá tenés que meter una tercera”. “Vamos a hacerla, dale”. Y así fuimos trabajando sobre cada canción. Nos llevó mucho tiempo, pero Lucas entiende lo que quiero y yo entiendo para dónde va él. Nos llevamos bien en el estudio, y por eso hace tantos años que estoy grabando ahí: porque me siento cómodo en el lugar, tengo una tranquilidad que me dio la experiencia de haber entrado varias veces al estudio de estar más relajado a la hora de grabar.

Siempre lo mejor para mí es tratar de estar tranquilo para transmitir lo que realmente uno quiere transmitir; la idea de interpretar tus propias canciones es súper interesante y es un camino que uno está aprendiendo todo el tiempo. En ese sentido Lucas siempre me acompaña muy bien, porque hasta incluso me va tirando tips; viene algún amigo que también nos coachea de alguna manera.

Es todo válido adentro del estudio, tenemos la libertad para trabajar tranquilos, somos artistas independientes: eso nos da la pauta de que no tenemos a nadie diciendo: “Tienen que entregar el material en tres días”. Medio que hacemos lo que queremos, estamos en esa y nos gusta; entonces con Lucas como productor también nos permitimos jugar y tener esa tranquilidad de que vamos a hacer todo en pos de las canciones y de lograr lo que queremos; en este caso es el disco nuevo. que es realmente lo que queríamos reflejar.

Mirar atrás

-En estos diez años de carrera pasaste por giras, festivales, andar por España. ¿Qué aprendizaje sentís que te dejó este recorrido?

-Nos fogueó mucho, aprendimos mucho del negocio de la música, hasta te diría que económicamente aprendí muchísimo: a cómo manejarme, a charlar con managers, a charlar con productores de festivales. Y esa inquietud que siempre tengo, que nunca me puedo quedar quieto, hace que también uno vaya avivándose en un montón de cosas que antes no las veía; cuando uno empieza tiene esa ilusión y las ganas de tocar y no le importa nada; ahora un poco paramos la pelota y, si realmente nos conviene movernos y hacer todo para que nuestra música llegue a algún lugar, tiene que haber ciertos requisitos que uno va poniendo en juego en la mesa: con los productores, con los lugares que nos llaman y que quieren que estemos ahí.

Esto de haber tocado mucho te da como un training para decir: “Ya sé cómo se manejan estos lugares; ya sé incluso más o menos los números que manejan, entonces es por acá”, y uno se va curtiendo de tocar mucho, de girar mucho. Y sobre todo nos pasa de conocer un montón de gente, artistas, bandas que son increíbles; que están repartidas por toda la provincia.

Hay un montón de cosas increíbles, y tocar en un montón de lugares nos transforma en una banda todoterreno: podemos ir a tocar a dúo acústico, al otro día trío eléctrico, al otro día electroacústico, al otro día en un festival y al otro día para diez personas en un barcito. Nos transformamos en una 4x4 (risas).

-Si pudieras ir para atrás y hablar con el Gonzalo que empezaba en 2015, ¿qué le dirías desde el presente?

-Que utilice la misma fórmula que aplicó hasta la actualidad. Mi forma de ser tiene que ver con el estar todo el tiempo craneando cosas, golpeando puertas, e intentando seguir creciendo y aprendiendo con la música, que ya es mi oficio. Soy feliz ahí: tocando, grabando, entre la gente, charlando de música; mi mundo gira en torno a eso,

Esa convicción que siempre tuve ojalá que la siga teniendo; y esa felicidad que me produce subir a un escenario está presente desde que arranqué: no va a cambiar.

Le diría que haga todo lo mismo, que no cambie nada: que golpee todas las puertas, porque se cierran diez y alguna se abre; incluso cuando se abre una, a veces también se cierra la anterior y empieza a pasar una cosa medio loca. Pero tiene que ver con la vida, con las decisiones que uno va tomando, y en la música no estamos exentos de todo eso: hay momentos lindos, momentos que te frustran, momentos que no sabes para dónde tenés que ir. Pero la música tiene un poder muy especial y muy mágico que es lo que siempre defendemos.

Y digo defendemos porque soy un solista que siempre estuvo acompañado por grandes amigos y amigas, y una banda que somos diez personas que están ahí dando vueltas siempre, en los que uno puede confiar. El chico de diez años atrás sigue rodeado de esa gente: no es que estoy solo, la batalla la vamos haciendo entre todos, y así la cosa se va haciendo mucho más llevadera. Y en los momentos duros siempre estuvimos rodeados de la banda para contener.

Y ahora podemos decir que estamos disfrutando de todo esto que hemos pasado: bueno, malo, positivo, negativo. Ese pibe que arrancó hace diez años está celebrando todo eso que pasó, porque hoy estamos en el lugar donde estamos gracias a todo eso. Así que no cambiaría nada.