Cómo se declara una hambruna según la ONU y por qué Gaza cumple los criterios
Tras meses de advertencias por parte de organismos humanitarios, se declaró oficialmente la hambruna en el norte de Gaza. La confirmación, inédita en Medio Oriente, estuvo demorada por la falta de datos verificables en una zona asediada por el conflicto y las restricciones de acceso.
Cómo se declara una hambruna según la ONU y por qué Gaza cumple los criterios
La ONU declaró oficialmente este viernes que el norte de Gaza atraviesa una hambruna, la primera en registrarse en Medio Oriente. A pesar de los reportes alarmantes desde hace meses, la confirmación llegó recién tras cumplir criterios técnicos rigurosos.
El proceso, sin embargo, fue complejo y estuvo atravesado por limitaciones en el acceso a datos, tensiones políticas y la crudeza del conflicto en curso.
Para que una crisis alimentaria sea oficialmente reconocida como hambruna se deben cumplir simultáneamente tres condiciones establecidas por el sistema de Clasificación Integrada de Fases (CIF o IPC, por sus siglas en inglés):
Al menos el 20 por ciento de los hogares debe padecer una escasez extrema de alimentos
La desnutrición aguda infantil debe superar el 30%
La tasa de mortalidad debe ubicarse por encima de las dos muertes diarias por cada 10.000 habitantes.
Estas cifras deben ser corroboradas con datos sólidos, obtenidos por expertos independientes y consensuadas por agencias internacionales, como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos y organismos humanitarios presentes en el terreno.
El sistema está diseñado para emitir evaluaciones técnicas libres de interferencias políticas, pero el proceso requiere una recolección de información meticulosa y verificable. No basta con testimonios o imágenes impactantes: se necesita evidencia médica, nutricional y demográfica, obtenida mediante acceso directo y supervisión en el lugar afectado.
Tras meses de advertencias por parte de organismos humanitarios. Crédito: Reuters.
Las dificultades para declararla
En el caso de Gaza, el camino hacia esa declaración fue extremadamente dificultoso. Las agencias de la ONU no pudieron ingresar libremente al territorio durante meses debido al bloqueo impuesto por el conflicto armado y la falta de garantías de seguridad.
Esto impidió levantar encuestas y supervisar centros de salud, esenciales para evaluar la magnitud real de la desnutrición y las muertes por hambre. Sin datos primarios confiables, los informes iniciales se basaban en información secundaria, como reportes de prensa, testimonios de sobrevivientes y fuentes no oficiales.
A esto se sumó un componente político que también pesó en la demora. El gobierno israelí desestimó reiteradamente las denuncias sobre una posible hambruna, calificándolas de falsas y carentes de fundamentos.
Esta postura generó tensiones diplomáticas y obstaculizó la validación internacional del desastre humanitario. Recién cuando se lograron reunir elementos técnicos suficientes, con apoyo de fuentes indirectas verificadas, se alcanzó el consenso para hacer pública la declaración.
Aunque declarar una hambruna no obliga automáticamente a los países a intervenir, sí representa un llamado urgente de atención para la comunidad internacional. Actúa como un grito ético que obliga a redoblar esfuerzos humanitarios y coordinar acciones más enérgicas para asistir a la población.
En este caso, la declaración fue acompañada por expresiones contundentes del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, quien sostuvo que usar el hambre como arma de guerra constituye un crimen bajo el derecho internacional.
El camino hacia esa declaración fue extremadamente dificultoso. Crédito: Reuters.
Una tragedia visible
La tragedia en Gaza era visible desde hace tiempo, pero no tenía el respaldo formal que exige el sistema técnico global. Esto pone en evidencia una paradoja: a veces, incluso el sufrimiento más extremo necesita atravesar un laberinto burocrático para ser nombrado como tal. La dificultad para declarar la hambruna no fue por falta de sufrimiento, sino por la ausencia de condiciones para medirlo.
La situación abre un debate sobre la necesidad de adaptar los protocolos internacionales a contextos extremos como el que vive Gaza, donde las condiciones para medir una emergencia pueden ser tan inhumanas como la emergencia misma.