I
I
General Carlos Presti y dilema de difícil resolución: ¿Será el representante de las fuerzas armadas ante el presidente o será el delegado del presidente ante las fuerzas armadas? La respuesta importa. En un caso estamos ante un ministro de Defensa de una república democrática; en el otro, estamos ante algo así como un Hugo Moyano de los militares. La diferencia no es menor. Sobre todo en un país como Argentina. La experiencia enseña que un militar puede ser ministro de Defensa, pero con una condición; pase a retiro. En EEUU, para poner un ejemplo clásico, se exige el pase a retiro con un añadido: siete años de retiro.
II
Sobre el rol de las fuerzas armadas la mejor definición que conozco es la que pronunció Carlos Pellegrini en 1905. Dijo entonces el "Gringo": "El ejército es un león al que hay que tener enjaulado para soltarlo el día de la batalla. Y esa jaula, señor presidente, es la disciplina. Y sus barrotes son las ordenanzas y los tribunales militares. Y sus fieles guardianes son el honor y el deber. ¡Ay de una nación que debilite esa jaula, que desarticule esos barrotes, que haga retirar esos guardianes, pues ese día se habrá convertido esta institución, que es la garantía de la libertad del país y la tranquilidad pública, en un verdadero peligro y una amenaza nacional". Estas palabras dijo Pellegrini en el Congreso. Espero que no lo acusen de comunista.
III
Para disipar el meridiano de alguna crítica, destaco que en el siglo veinte los militares han brindado hombres de honor, talento y coraje. Me limito a mencionar algunos: Enrique Mosconi, Manuel Sabio, Juan Enrique Guglialmelli, Carlos Castro Madero. Hay más por supuesto, pero con esos nombres alcanza y sobra. Desde una perspectiva histórica y más allá de nuestras simpatías y enconos no olvidemos que de las fuerzas armadas salieron tres presidentes que dieron mucho que hablar: Julio Roca, Agustín Justo y Juan Domingo Perón. Supongo que por una razón o por otra muchos se persignarán al escuchar estos nombres, pero, guste o no, no se puede escribir la historia del siglo veinte sin esa presencia histórica.
IV
Trump a veces muerde, pero por lo general le gusta ladrar. En Venezuela me parece que se porta como el perro de la Rca Víctor. Por buenas y malas razones, Venezuela no es Irak. Invadir con tropas no es moco de pavo. Trump lo sabe y los militares norteamericanos también. Por mí que Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, ardan hasta la eternidad en el infierno, pero…qué quieren que les diga: no me gusta que EEUU se arrogue virtudes de sheriff o resucite las políticas del garrote. Al propio Estados Unidos no le fue bien cuando se dedicó a esos menesteres. Mañas de viejo, dirán; mañas de izquierdista incorregible; mañas de nacionalista trasnochado. Puede ser. Pero en esta vida he aprendido que de vez en cuando las mañas son chispazos de sabiduría.
V
Donald Trump y Jair Bolsonaro se parecen más de lo que a ellos mismos les gustaría. El gesto que los mimetiza es el que perpetraron desconociendo resultados electorales y convocando a asaltar las instituciones. Tanto Trump como Bolsonaro esperaban que sus fuerzas armadas los acompañaran, pero los militares de EEUU y Brasil los dejaron haciendo señas. Bolsonaro está preso y condenado; Trump, no, pero además se dio el lujo de haber sido elegido presidente. A muchos, Trump les despierta esperanza, a muchos les asusta. Desde ya advierto que comparado con su vicepresidente y probable sucesor, James David Vance, el amigo Trump es un candoroso y amable alcalde de un pacífico y aburrido cantón suizo.
VI
Claudio Chiqui Tapia ha ganado los titulares de los medios de comunicación por mérito propio. Ha hecho y ha deshecho en la AFA en un nivel que creo que asombrará hasta a su predecesor, el honorable Julio Grondona. Buenos Muchachos. Tapia, Toniggino, Vallejo. Buenos muchachos, con poder, con plata y con conexiones políticas y de las otras. En honor a la verdad, hay que admitir que Tapia con sus hazañas honra a su suegro o ex suegro, el venerable Hugo Moyano. Alguna vez, un presidente de la la FIFA ( Joao Havelange, creo que se llamaba) desechó la oferta para ser candidato a presidente de Brasil porque estaba convencido que como presidente de la FIFA disponía de más poder. No debería sorprendernos que Chiqui Tapia piense más o menos parecido. El culebrón "AFA" no ha concluido. Todos los días hay novedades conmovedoras. La platea bizarra que seguimos las peripecias estamos esperando en qué momento se sumarán al elenco algunos ases de La Libertad Avanza.
VII
Mauricio Macri publicó un libro acerca de la relación con su padre Franco. Es un secreto a voces que don Franco subestimó, humilló y maltrató con frecuencia a su hijo. Y la dura pedagogía algún resultado paradójico debe de haber provocado porque Mauricio llegó a presidente de la nación. Repasando algunas minucias biográficas de algunos de nuestros últimos presidentes observaremos que abundan más de lo aconsejable la presencia de padres autoritarios, golpeadores, violentos. Empezando por Norberto Milei, padre de javier. Si vamos a creerle a los biógrafos y a las propias declaraciones del actual presidente, su querido padre no le ahorró golpizas y humillaciones. Los psicólogos aseguran que esas lesiones a la autoestima a la sensibilidad no se superan más, incluso aunque el hijo golpeado llegue con las vueltas de la vida a sentarse en el sillón de Rivadavia. Para seguir con esta letanía registro que la relación de Cristina con su padre está muy lejos de ser una tierna viñeta amorosa. Y algo parecido puede decirse del padre de Alberto Fernández que, según chimentos de alcoba, nunca lo reconoció. ¿Y Perón? También allí hay un folletín como para alquilar balcones. Don Tomás renegó bastante para reconocer a su hijo y Juan Domingo nunca manifestó palabras cariñosas hacia su padre, actitud que hizo extensiva a su madre, porque Perón en estos temas no quería ser menos que nadie- Y él por lo tanto tenía problemas con el padre y también con la madre. Dejo a psicólogos discernir acerca de estas constantes en la vida íntima de más de un presidente argentino.
VIII
Se ha dicho que la reciente jura de los flamantes diputados en el Congreso fue lo más parecido a un circo o a un grotesco. menudearon las burlas, los insultos, los piropos de viejos verdes y las consignas ridículas. hago memoria y recuerdo que la primera vez que registré un juramento trasgresor a las exigencias del protocolo fue en 1973 con los muchachos de la Juventud Peronista que meses después Perón los humillaría en Olivos y luego los expulsaría con insultos en Plaza de Mayo. "La sangre derramada no será negociada", rezaban muchachos forjados en el hábito del rezo. En la vida real la sangre derramada se negoció miserablemente y, además, se dieron el lujo de derramar más sangre. Ahora la moda es jurar por los 30.000 desaparecidos. Digamos que juran gratis por partida doble: porque no los votaron para eso y porque los desaparecidos no son ni treinta mil, ni veinte mil, ni diez mil. Lo siento por ellos, pero los números no cierran. Me dirán que no es un problema de números. Siempre los números son un problema o un escándalo o una vergüenza. Sobre todo en temas políticos, económicos e históricos. Contentos los muchachos de La Libertad Avanza con su número de diputados que los convierte en la primera minoría de la Cámara de Diputados. Perdón por mi espíritu de aguafiesta: ¿No se preguntaron que quienes se pasan de un partido o de una posición a otra con tanta facilidad, con la misma facilidad, siguen cambiando de pareja como en aquellos bizarros bailes de campo?




