El superávit de Nucleoeléctrica desmiente la necesidad de su privatización, que podría frenar avances nucleares y afectar la industria nacional.

RICARDO A. QÜESTA
Nucleoeléctrica Argentina SA es la empresa estatal argentina encargada de la generación de energía eléctrica a través de las centrales nucleares de Atucha I, Atucha II y la Central de Embalse de Río tercero. También se ocupa de la gestión de proyectos nucleares como la Extensión de Vida de la Central Nuclear Embalse.
Es decir que la función de esta empresa es producir y comercializar energía eléctrica a partir de la fisión nuclear en sus centrales nucleares suministrando el 7 % del total de la energía eléctrica producida en el país.
Además cumple una función estratégica en el desarrollo de la industria nuclear argentina en coordinación con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Invap, otro orgullo de la industria, innovación y creatividad argentina.
Entre sus proyectos figuran la construcción de una cuarta y quinta central nuclear, además del desarrollo del proyecto CAREM (*), el reactor modular de pequeña escala del cual Argentina es pionera en el mundo. Sin embargo con falsos argumentos estos proyectos están siendo paralizados.
Nucleoeléctrica Argentina dio un superávit en el primer trimestre de éste año de más de 17.000 millones de pesos, lo que hace innecesaria su privatización.
Y con respecto al reactor Carem, que Demian Reidel dice que es de tecnología obsoleta y no es viable comercialmente, lo cual es una difamación y un pretexto para justificar esa nefasta labor que está haciendo para paralizarlo, teniendo ya la construcción del prototipo un avance del 85%.
Esa es una imposición de Estados Unidos e Inglaterra, que quieren recuperar el liderazgo en la industria nuclear. El proyecto Carem es de creación argentina y tiene múltiples usos: desalinización, polos industriales, uso en regiones remotas y producción de hidrógeno.
Por todos los medios hay que finalizar este proyecto de modo de mostrarlo al mundo y de ese modo podrá captar una parte importante del mercado. Por todos los medios es imprescindible que la privatización del 44 % de Nucleoeléctrica Argentina no se lleve a cabo.
Pedir a todos los diputados y senadores de nuestra provincia y del país que se opongan a la misma por todos los medios posibles. Todos tienen que estar unidos para defender ese patrimonio científico y tecnológico invalorable junto a su personal que a la vez permitirá su comercialización e ingreso de divisas al país una vez que se finalice el prototipo y puedan construirse otros reactores.
Mauricio Macri, que reconoció durante su gobierno la importancia estratégica del proyecto Carem (acrónimo de la Central Argentina de Elementos Modulares), tiene que intervenir y pedir a todos los diputados y senadores del PRO que rechacen la privatización.
También debe pedirles a los gobernadores que hablen a sus diputados y senadores para que rechacen la privatización de NASA. Y a los mismos legisladores de LLA pedirles que se revelen a su jefe y voten del mismo modo y sean reintegrados los 400 empleados despedidos por Demian Reidel y que este sea exonerado y reintegrados los tres gerentes que despidió.
Tanto Milei como Reidel están actuando como emisarios de Estado Unidos que les está imponiendo una agenda para destruir el sistema científico tecnológico y nuestras universidades públicas como se anticipó y ahora lo estamos viendo.
(*) El CAREM es el primer reactor nuclear de potencia diseñado y construido íntegramente en Argentina, enmarcado en la categoría de reactores modulares pequeños (o SRM por su sigla en inglés).
Se trata de un proyecto de la CNEA que busca generar electricidad de manera más flexible que las centrales tradicionales y, debido a su baja potencia, tiene el potencial de abastecer a poblaciones remotas, así como otras aplicaciones como la desalinización de agua.
MATIAS ANIBAL ROSSI
Aristóteles decía que solo una mente educada puede entender una idea o un pensamiento diferentes al suyo sin la necesidad de aceptarlo. Eso quiere decir señor presidente y legisladores de mi patria, que ustedes necesitan comenzar a comprender la sabiduría de la buena democracia: entender sin estar de acuerdo, escuchar sin insultar y pelear inútilmente y convencer sin imponer.
Una mente inteligente no se siente amenazada por ideas distintas, observa y piensa. La política le sirve a los ciudadanos cuando sus dirigentes tienen la capacidad de sobrellevar sus diferencias y no quedarse solo en el lodo de sus soberbias y egos desbordados.
Desde hace setenta años en nuestra nación la dirigencia cavó cientos de trincheras dogmáticas sin importarle que tolerar el pensamiento ajeno es la esencia de nuestra República y su Constitución.
Así nos fue y lo aprovecharon los disfrazados de presuntos salvadores del país que no hace falta nombrar. Revoluciones, extremismos. Y ahora, en cuarenta años de democracia, empujando a los que consideran sus enemigos políticos para que se caigan al vacío de la grieta que todos construyeron.
Leo todos los días que los partidos políticos se preocupan por los posibles porcentajes de votos que tendrán el 26 de octubre. Deberían entender que el 100% de los argentinos desean las mismas cosas: buena educación para los chicos, una salud accesible, vivir en paz, un estado de derecho para que los delincuentes vayan presos, invertir con confianza en el futuro.
Así que después del 26 de octubre es importante que dejen de perder el tiempo tratando de aplastar al otro como hasta ahora. Necesitamos buenos dirigentes para desenmascarar a los que aparentan serlo. Un Pacto de la Moncloa argentino para de verdad volver a confiar.




