"(…) A mí me dieron la chaucha… y la reparto con vos"
"(…) A mí me dieron la chaucha… y la reparto con vos"
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El turf nació unido al tango. Casi se puede decir que fueron paridos juntos. La historia del tango señala su nacimiento arrabalero a mediados del siglo XIX entre los conventillos abarrotados de inmigrantes y el puerto, y pocos años después se inauguró el hipódromo de Palermo.
La relación entre el tango y el turf se manifiesta en la incorporación de una rica jerga turfística en las letras de tango, reflejando la pasión popular por las carreras de caballos, y en la creación de obras musicales en homenaje a jockeys y caballos destacados. Esta conexión también se ve en la vida y figuras adeptos al turf como Carlos Gardel, quien compartía su interés por el turf y el tango.
A través de los años fueron sucediéndose una gran cantidad de letras tangueras dedicadas al turf. Sería una falta de respeto de mi parte llenar esta página que gentilmente me cede el diario en citar todos aquellos tangos que se relacionan al "deporte de los reyes", y un despropósito quitar espacio a la historia que hoy les voy a contar. Citar algunos: "Por una cabeza", "Soy una fiera", "Siete al seis", "Palermo", "Yacaré", "Milonga que peinas cana", y muchos más (contabilizo más de treinta tangos con esta temática).
Mi invitado en esta ocasión es "Preparate pa´l domingo", creado en 1931, con letra de José Rial y música de Guillermo Barbieri. Algo así como un canto a la esperanza en la vida, "depositada" en algún pingo ganador. Acompáñenme entonces a respirar aire de hipódromo, pispiemos las locuras de las apuestas, los códigos y la ilusión popular de "pegarla en grande", porque a eso venimos… ¿O no?:
"(…) Preparate pa´l domingo/ si queres cambiar de yeta/ tengo una rumbiada papa/ que pagará gran sport. (…) Me asegura mi datero/ que lo corre un buen muñeca/ y que paga por lo menos/ treinta y siete a ganador"
De arranque, la propuesta del amigo invitando al sueño de cambiar la suerte apostando a las patas del caballo, no está mal, creo yo. Es una rara mezcla de entusiasmo y complicidad, no por la apuesta en sí misma, sino por la posibilidad de mejorar la vida de ambos por un golpe de fortuna. Hace su aparición en esta escena una figura casi tan esencial como la del caballo y el jinete: "el datero". Ese enigmático personaje que por tener conocimientos del ambiente cree saberlo todo y hace suyo el "dato seguro", adquiere confianza y gana adeptos. Quien arriesga llega a la gloria y un 37 a 1, no es nada despreciable:
"(…) Vos no hagas correr el yeite/ Atenete a mis informes / Dejá que opinen lo contrario La Jornada y La Razón (…) Con mi dato pa´l domingo/ Podés llamarte conforme/ Andá preparando vento/ Cuanto más vento mejor"
El dato es entre amigos y el valor es la confianza. Un código de lealtad y silencio más importante que ganar "guita" en la partida, era el respeto a la confidencia. Escala el contagioso entusiasmo. El consejo para nada es amarrete, hay que jugarse entero, al límite, en una palabra…tirar toda la carne al asador y si tenés que "sacrificar el chanchito",… dale nomás:
"(...) El bacán que con empeño/ Me asegura tanta guita/ Me ha pedido que reserve/ La rumbiada que me da (...) Vos no hagas correr la bola/ entre gente que palpita/porque estos datos pulentas/se brindan por amistad"
Comienza a dejar en descubierto la cadena social del turf, primero fue el datero, ahora "el bacán", el que banca y respalda. La línea de tres del fondo quedó completa: datero-bacán-amigo, todos unidos por el secreto del "tapadito" (el caballo). La invitación en marcha y a compartir la jornada hípica asegurada, aparece el secreto que es sagrado y el gesto de confianza entre amigos no se debe soslayar bajo ningún punto de vista. Ojo al piojo, el valor no solo está en la ganancia….a no dejar de lado el valor de la amistad:
"(…) Dejá que los entendidos/ Palpiten sangre y aprontes/ De toda la parentela de la raza caballar (…) Yo me atrevo asegurarte/ Que ha de ganar al galope/ El potrillo patas blancas/ Hijo de necesidad"
En este metié, todos la saben lunga. Son todos expertos, conocen la historia clínica del matungo más que la propia de ellos: la sangre, los padres, el cuidador, el pedigrí y los aprontes, que comió y si descansó previo a la carrera… todo, absolutamente todo, dejando de lado el dato más fuerte que se resiste a cualquier análisis: ¿Gana el que tiene la primicia? No… gana el que tiene suerte. ¿Será que el potrillo "patas blancas"? Es la esperanza que mueve toda esta trama? Aparentemente, la ilusión no es vaga, es concreta, apunto al único ganador de la jornada:
"No te violentes al vamos/ Porque es larga la tirada/ Y al mirar dos patas blancas/ Cruzando el disco final"
¡Ah bueno! Es un canchero bárbaro y goza de su experiencia; hace suya la tensión, la espera y el galope tendido que lo deslumbrará cuando cruce el disco:
"Acamalá tu fortuna/ con treinta y siete por barba/ después te espero en el conte/ Pa poderlo festejar (...)"
El amigo está a punto de poner moñito a la situación. Se imagina la gloria y el festejo en el conte (café) y corona su imagen en un retrato: apostar, ganar y festejar:
"Los amigos se cotizan/ En las buenas y en las malas/ A mi me dieron la chaucha/ Y las reparto con vos (…)"
Llegamos al núcleo: más que el caballo o la apuesta, lo central es la amistad. Ganar o perder no es lo esencial, sino compartir la suerte:
"(…) Con esos cuantos manguillos/ Se acabaran nuestras penas/ y entonces sí que podemos, viejo/ Podemos decir que hay Dios".
Ilusión popular pura: la fe en que una ganancia puede cambiar la vida. No importa si se cumple o no. Lo importante es soñar juntos. "Preparate pa´l domingo" es un retrato vivo del espíritu porteño en torno al turf: la ilusión de pegarla, el secreto compartido, el rito del dato y la adrenalina de la carrera.
En el fondo este tango versa sobre la amistad, la confianza, complicidad y la esperanza de un destino mejor. No hay lamento, no hay nostalgia, no hay queja; hay fiebre de ilusión y picardía. Nos recuerda la vida como en las carreras: se juega y se apuesta, con ilusiones, esperanzas y desencantos. Nada importa, ni la plata, ni el caballo sino al migo que comparte el secreto, que comparten un sueño y que compartirán el premio y lo festejaran o se acompañaran en la derrota. Cuanta enseñanza: el verdadero gran sport, no está en la pista, sino en la lealtad, en la amistad y la capacidad de seguir soñando.
Me sacaron de la cama,
un domingo medio enfermo,
me llevaron a Palermo,
sin dejarme respirar,
me dijeron que no hablara,
ni siquiera para adentro,
porque había una "lauchita",
que era largar y cobrar...//
Me dejaron contra un árbol,
me dijeron !Esperate!,
y se fueron con un ñato,
que era amigo del patrón,
y yo firme contra el árbol,
y la fiebre contra el mate,
pero el dato lo valía,
daba un kilo al ganador...//
Así estuve tres carreras,
esperando que volvieran,
me tomaron por "datero",
por pesquisa y cuidador,
me pidieron los borrados,
el sport, la lapicera,
y yo firme contra el árbol,
con valor y abnegación...//
Al final ganó cualquiera,
el que menos lo nombraban,
y empezaron los lamentos,
a escucharse alrededor,
y yo abajo, tiritando,
por la fiebre preguntaba,
!Señor! Si no les molesto,
¿quién ha sido el ganador?
(*) Poema de Héctor Gagliardi, destacado poeta, recitador y letrista de tango, conocido por sus poesías y textos en lunfardo.
Nos vemos en la próxima.