Con una concentración que creció en calor y en participantes entre las 10 y las 12, unos cuatrocientos militantes y simpatizantes del presidente Javier Milei pudieron -como en la campaña electoral de 2023- acercarse al ahora jefe de Estado, en la zona del Puerto de Santa Fe.
Una suerte de "estrategia del tero" permitió que los partidarios del gobierno nacional se separen de una contramarcha que fue a la zona del centro a lo contrario: repudiar al presidente. Es que el canto de las redes sociales (como el ave criolla) señalaba como escenario para un acto con Milei la intersección de la cortada Falucho y la Peatonal San Martín. Allí fueron temprano menos de 50 personas que una hora después con la llegada de dos colectivos de Rosario y delegaciones de la ciudad de Rafaela y Santo Tomé, más los locales que también crecieron en número, en casi un centenar dejaron la zona de bares de la peatonal y caminaron por calle Primera Junta y luego por Tucumán hacia el puerto. "Está en el hotel del puerto" se les dijo a los embanderados con el color violeta o las insignias del nuevo partido que desde el poder de la Casa Rosada crea el oficialismo: La Libertad Avanza.
Bajo el Sol de las 11 llegaron hasta Los Silos donde los primeros militantes y simpatizantes, de un modo más que ordenado aceptaron cada una de las instrucciones de la custodia presidencial y de las fuerzas del Estado Nacional que custodian el Puerto. No había dentro de la estación fluvial santafesina patrulleros ni uniformados de la Policía de Santa Fe que quedó sobre Alem y en parte sobre la peatonal rodeando un coqueto pero vacío gazebo blanco y a un par de militantes que se quedaron donde se había indicado inicialmente que sería la concentración: de paso orientaban a los santafesinos que fueron a la peatonal en busca de vivar, tocar o al menos tomar una foto a "el Javo".
Eran unas 200 personas, detrás de una valla metálica desmontable las que se reunieron cuando arribó en caravana, con un cortejo de motos y sirenas de móviles de la Prefectura Nacional Argentina, con sus inciales (PNA). Los libertarios quemaron cartuchos de humo lila y repitieron sus gits sobre aquello de que "la casta tiene miedo" y cambiaron la letra de un cántico kirchnerista para ordenar: "saquen al pingüino del cajón para que vea, que los pibes cambiaron de idea" y ahora respaldan las "ideas que trajo el León". La fábula (que alguna vez en los '80 reivindicaba las luchas por la democracia) se completa ahora con el siempre vigente culto a la muerte, tan propio del peronismo.
Unos 400 simpatizantes se acercaron al Puerto de Santa Fe, bajo un estricto operativo de Gendarmería y Prefectura. Foto: Guillermo Di SalvatoreCampera de cuero
Frente al lobby del hotel de una camioneta bajó el presidente que lucía una campera de cuero, de la que asomaba otro abrigo. Para entonces había no menos de 30 grados sobre el asfalto de zona de arribos, donde otros pasajeros ocasionales también aprovecharon a curiosear.
Entre que Javier Milei bajó del móvil y caminó unos pasos a toda prisa hasta las puertas de vidrio que se abren automáticamente pasaron solo unos minutos, que fueron suficientes para estrechar manos, repartir besos y ser una y otra vez fotografiado. Desde la comitiva presidencial, que lo cuidó sin mayores inconvenientes gracias al vallado, se veían solo rostros sonrientes, cánticos y pantallas de celulares. La contramarcha había quedado en la zona céntrica, lejos. Pero también allí se demoraron partidarios de Milei que con el correr de los minutos supieron del cambio de escenario para un encuentro partidario que no puede ser calificado bajo los términos tradicionales de un acto político. Acaso la concentración de campaña electoral pueda ser comparado con la previa de algún festival de música masiva (por tantas camperas de cuero podría ser de rock según los gustos de otras épocas ajenos al clima subtropical de Santa Fe), donde mandan el deber de los gritos agudos femeninos y también los cánticos que normalmente se aprenden en una cancha de fútbol o alguna fiesta de 15, había ciertamente mucha gente joven.
En ese paréntesis entre el arribo de la caravana presidencial y su salida una hora después con rumbo a Paraná se produjo la salida de otras figuras deseadas por los cientos de simpatizantes y militantes, además de dirigentes. Romina Diez fue la más aplaudida y vitoreada. A una indicación suya precedió la quita de las vallas con lo que los cuatrocientos o más partidarios del oficialismo pudieron acercarse más y saludarla y tomarse con ella fotos. Obviamente, el jardín que rodea al hotel sufrió las consecuencias.
Móviles y efectivos de Prefectura Naval Argentina custodiaron la llegada de la comitiva presidencial al Puerto. Foto: Guillermo Di SalvatoreAntes de que la custodia presidencial a las órdenes de los organizadores del acto quitaran las vallas había un ordenado escenario de público y dirigentes políticos. En ese marco hubo fotos con el rostro angelical de Iñaki Gutiérrez que se mostró muy predispuesto y cariñoso con las personas que le pidieron cientos de selfies que él mismo tomaba con los retratados a sus espaldas, lo mismo que con las imágenes de la diputada nacional Lilia Lemoine y su blanca palidez. Vestía de un modo calculadamente sencillo, y portaba una mochila plateada que parecía demasiado para su espalda.
La salida
Se diría que la posterior difusión en redes más que las vivencias inmediatas de los protagonistas gobiernan este nuevo tipo de actos políticos que carecen de palabras o discursos. Nadie habla, no hay necesidad de contenidos. Solo la voz de quienes apoyan con sus cánticos al presidente. Esa palabra se repitió una y otra vez, como en la campaña. Y fue para muchos seguramente inolvidable su momento glorioso del contacto personal. Había además carteles y banderas de LLA de Santa Fe, Santo Tomé, Rosario y Rafaela. Remeras futboleras de "Romina 10", de quienes respaldan a la diputada nacional que jugó de local en la capital provincial y un letrero que llamaba la atención: "Javo, no nos decepciones".
Ya sin vallas y con un efecto de arremolinamiento hubo casi que pogo y descontrol para acercarse al periplo del jefe del Estado Nacional del hotel al auto. A fuerza de empujones de expertos en seguridad y personas de traje y auriculares clavados en sus tímpanos se le despejó el andar. Fue un scraum veloz y movedizo, repleto de transpiración y pruebas de fuego para los tobillos. Milei caminó, se abrazó y tocó manos siempre sonriente. El presidente se movió así en medio de un grupo que si bien no era masivo, sí era compacto. El truco de quitar las vallas funciona muy bien para que se sienta como una multitud, si es corto el foco de la lente con que se mira. Tal como sucede con los buenos teléfonos celulares que tanto bien hacen a los rostros con sus filtros.
En ese momento, ciertamente desordenado pero particularmente intenso, similar a lo que sucede en un estadio cuando hay un gol del local, se puede percibir el encanto del poder, y hasta su seducción de siempre, la que alguna vez trajeron a Santa Fe Menem o Cristina y que ahora bajo las formas libertarias incluye cierto salvajismo rockero para su posterior difusión. El trabajo de quienes llevan adelante esa militancia digital es irreprochable, como buenos profesionales se privan de las sensaciones de estar o posar con los ídolos a cambio del disfrute en sus cuentas de X.