Tomás Rodríguez
El ex campeón mundial, Carlos Monzón, una figura que adquirió fama mundial y se convirtió en uno de los mejores boxeadores de la historia, fue el único implicado en la muerte de quién había sido su pareja.
Tomás Rodríguez
En la madrugada del 14 de febrero de 1988, un suceso trágico registrado en un chalet del barrio residencial de La Florida en la ciudad de Mar del Plata terminó con la vida de la modelo uruguaya Alba Alicia Muñiz Calatayud, conmocionando al mundo, debido a que el único implicado resultó ser el ex campeón mundial de boxeo, Carlos Monzón.
La vida del natural de San Javier tuvo múltiples facetas, siendo el arquetipo del boxeador que llegó a la cima desde la nada; también del personaje farandulesco al que le sobraban dinero y romances. Por sus propias declaraciones reconocía ser un personaje que había tenido algunos conflictos durante su existencia y un sector de la prensa lo catapultó tras la muerte de la madre de su quinto hijo.
Sus padres Roque Monzón y Amalia Ledesma tuvieron 14 hijos, uno murió al nacer y otro a los tres años. Carlos tuvo cinco hijos con tres mujeres (Zulema Encarnación Torres, Mercedes Beatriz García y Alba Alicia Muñiz Calatayud): Carlos Alberto, Silvia, Abel Ricardo, Carlos Roque y Maximiliano.
Desaveniencias
La relación entre Monzón y Muñiz Calatayud había terminado el 12 de agosto de 1986 y desde entonces hubo muchas desavenencias, polémicas y discusiones. Algunos de estos enfrentamientos quedaron registrados en archivos policiales porque la modelo uruguaya denunciaba que había sido amenazada por su ex-pareja.
En el centro de las últimas disputas estaba el dinero, más precisamente la cuota alimentaria de Maximiliano, el hijo de ambos. Unos años antes, en el esplendor de “Escopeta” Monzón, el pugilista en Europa reconocía el nivel económico que había alcanzado debido al viril deporte de los puños y del buen manejo del dinero que realizó con la asistencia de un grupo de amigos que lo asesoraban y del éxito como modelo, agente publicitario y su participación cinematográfica en el Viejo Mundo.
Algunos medios de comunicación señalaban que Monzón habría declarado que no tenía plata para pasarle a su ex-pareja. Tras la muerte de Alicia, en abril de 1989, Monzón ratificó todo ello ante la juez que entendía en la causa, Ofelia Mabel Gobbi.
Alicia en Mar del Plata
Debe señalarse que en los primeros días de enero de 1988, Alicia y Maximiliano estuvieron alojados en la habitación 811 del Hotel Rivoli, en Avda. Pedro Luro 2260, casi Corrientes, frente al teatro Atlas, a unos 150 metros del balneario Punta Iglesias, en el radio céntrico de Mar del Plata. Después se fueron a Punta del Este y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En febrero, Monzón y Maximiliano se instalaron en la casa que el actor Adrián “Facha” Martel había alquilado en el tranquilo y alejado barrio residencial La Florida. Después Carlos invitó a Alicia al chalé de Pedro Zanni 1567 e hizo una reserva en el hotel Rivoli para el domingo 14 de febrero de 1988.
Alicia llegó a la Ciudad Feliz el sábado 13, almorzaron pollo asado que preparó Daniel Comba, un hombre dedicado al negocio inmobiliario, empresario futbolístico y amigo inseparable de Martel y se fueron a dormir la siesta. Según Monzón, con su pareja mantuvo relaciones sexuales.
¿Qué pasó esa noche?
Acompañados por el “Facha” Martel y su novia, Alejandra Lato, el propio Comba y el animador radial y televisivo rosarino Sergio Velasco Ferrero y su esposa; la pareja conformada por Carlos y Alicia se dirigió en primer término al Casino Central (Provincial) y al restaurante del club Peñarol.
Todos ellos se encontraron en la principal casa de juego de “Marpla” a la 1,30 del domingo 14 y jugaron en la ruleta hasta las 3,30. Más tarde, Martel, Lato, Monzón y Muñiz Calatayud se trasladaron a cenar a la sede de Peñarol; mientras tanto, Comba se había retirado antes para encontrarse con Alejandra Pradón, entonces integrante del conjunto “La Rumba Flamenca”.
Aproximadamente a las 4,30, el ex-campeón mundial y Alicia, tomaron el taxímetro matrícula 1219 guiado por Andrés Tonini. Durante el transcurso del viaje, según el chofer, hablaron en voz baja y por eso no pudo escuchar el diálogo que mantenían los pasajeros.
De lo único que tomó conocimiento el conductor del rodado es que Monzón propuso seguirla en la discoteca Palladium (Juan de Garay junto al mar), a lo que la modelo oriental rechazó el ofrecimiento y prefirió volver a la casa de Martel, donde habían quedado Maximiliano y Román, hijo del actor.
A las 5,25, Carlos y Alicia descendieron del auto de alquiler en la calle Zanni 1567. A partir de ese momento se inicia un lamentable episodio que termina con la vida de la joven mujer uruguaya.
Según se pudo apreciar, todas las versiones coinciden que Monzón y Muñiz Calatayud se trasladaron a una pieza del primer piso y comenzaron a discutir acaloradamente y fueron subiendo de tono. De acuerdo a la sustanciación del expediente labrado durante la instrucción del proceso judicial, en un momento determinado, Carlos tomó del cuello a Alicia y ambos cayeron del balcón (unos 3,70 metros).
La modelo uruguaya murió, Monzón sufrió fractura en la clavícula derecha y de la quinta costilla, lado derecho. Estaba lúcido, cierto grado de excitación psicomotriz; aliento etílico; ausencia de lesiones sangrantes y alcoholemia de 1,92 g.,0/100.
De acuerdo a las primeras declaraciones judiciales, Monzón manifestó que Alicia le aplicó varios cachetazos en el rostro, corrió en dirección del balcón y se arrojó al vacío. Admitió además que la tomó del cuello para evitar el suicidio. Esto se reiteró en la reconstrucción realizada el 16 de febrero de 1988; en una foto se observaba como el ex-deportista mira a un policía que sostiene a una mujer del cuello sobre una cama.
“Me engrupió”
Sin embargo, luego Monzón negó que la hubiese tomado del cuello e incluso sugirió que el magistrado Jorge García Collins lo había inducido a hacer la primera declaración (“el juez me engrupió”, aseguró durante el juicio oral).
Las primeras explicaciones judiciales de Monzón sobre la caída fueron: “ella me arrojó un atado de cigarrillos. Entonces, me levanté y le tiré un bife con la derecha de revés; antes de eso la había tomado del cuello, tirándola sobre la cama; le apreté fuerte el cuello con las dos manos; no se desmayó pero quedó aturdida”.
“No me olvidaré jamás cuando Alicia me pegaba porque de inmediato empezó a correr hacia el lado del bombeador y yo me tiré tratando de tomarla del brazo izquierdo cuando ya iba en el aire”, explicó el ex-boxeador.
Ni bien Alicia y Carlos cayeron sobre la losa, el boxeador gritó: “Alicia se cayó; Alicia se mató”. Con estos gritos le imploraba al casero Carlos Guazzone que le brindara ayuda; pero éste último, que poco antes había escuchado y presenciado la llegada de la pareja, no se despertó hasta que Monzón estrelló una maceta contra la puerta del garaje del chalé.
Finalmente una vecina del barrio Las Flores, Griselda Porta y su novio, Darío Emanuele, se dirigieron presurosos hasta el puesto de la Policía Caminera, ubicada a pocas cuadras del lugar del trágico suceso, donde expusieron el hecho y convocaron a las autoridades que custodian el orden público para dirigirse al lugar de los hechos.
Debe puntarse que la confusa reconstrucción de estos momentos clave no pudo ser despejada ni con un careo entre Monzón y Guazzone ¿por qué los caseros no pudieron llamar una ambulancia para Alicia y, en cambio, se comunicaron con Martel, que seguía en el club Peñarol?. ¿Por qué Guazzone no escuchó los gritos del ex boxeador tan fuerte que despertaron a vecinos que dormían a decenas de metros?.
Por otra parte, agregó confusión el hecho de que Monzón no llamara a Carlos Guazzone sino a Daniel (evidentemente por Comba) si, como es de suponer, sabía que el amigo del “Facha” Martel no había vuelto a la casa, siendo la coartada de Comba es que estuvo toda la noche con la Pradón.
“La estranguló”
Tiempo después durante una visita a la ciudad de Santa Fe, el Dr. Osvaldo Hugo Raffo, director de Medicina Legal de la Policía de la provincia de Buenos Aires, explicó a “El Litoral” que debió intervenir en el caso Monzón-Muñiz Catalatayud, participando activamente en la segunda autopsia o “reautopsia” de la ex modelo fallecida trágicamente.
Dicho profesional, en una entrevista exclusiva publicada el 19 de marzo de 1988 en el diario platense “El Día” dio a conocer concluyentes evidencias en contra de Carlos Monzón, asegurando que “la estranguló con ambas manos y luego la arrojó”.
En un blog -cuyas imágenes no son aptas para personas sensibles- el perito expresó que “el casero y cuidador de la finca, Alberto Guazzone que ocupaba con su familia una dependencia ubicada en los fondos de la finca, denunció el hecho a la policía. Eran las 5,30 AM de ese día; al llamado concurrió el comisario Alberto Buiz”.
Manifestó luego el Dr. Raffo que “con personal a sus órdenes el comisario Buiz halló el cadaver de Alba Alicia Muñiz Calatayud en decúbito ventral, con la pierna izquierda flexional sobre el muslo”.
La primera autopsia fue realizada por los doctores Di Lorenzo, Tabares, Tonelli, Rosenthal y Márquez el mismo 14 de febrero de 1988 por la tarde en el Complejo Vucetich de Mar del Plata. Informaron que la víctima cayó desvanecida y que murió al dar contra el piso. Agregaron entonces que las lesiones en el cuello fueron suficientes para provocar la pérdida de la conciencia por falta de irrigación cerebral.
El cartonero Báez
El 1 de marzo de 1988, el cartonero Rafael Crisanto Báez hizo su estelar aparición. Este hombre, ex boxeador y vecino del humilde barrio Caracú, vivía en calle 188 y Río Negro, fue hasta el estudio del abogado y concejal socialista Juan José Anastassia y preguntó por Rodolfo Vega Lecich, uno de los defensores de la familia Muñiz Calatayud. En la oportunidad, contó que había presenciado los para entonces publicitados acontecimientos del 14 de febrero en el barrio residencial La Florida.
En su testimonio ante la policía, Báez contradijo las versiones de Monzón, asegurando que el ex campeón mundial le pegó a Alicia y la arrastró del cabello ni bien bajaron del taxímetro; dijo que luego le dio un “uno-dos” a la inofensiva mujer, a la que la había tomado del cuello, la cargó como “una bolsa de papas” y la arrojó al vacío. El ciruja a partir de ese momento se había convertido en testigo de cargo.
El calvario de Monzón
Para el ex boxeador empezaba un calvario del que siempre creyó salir airoso, inclusive cuando finalizó una entrevista con periodistas de Clarín en 1988, fue espontáneo y optimista: “cuando salga, los invito a tomar un whisky”. Su postura contrastaba con una situación procesal cada vez más desfavorable.
La primera autopsia fue realizada por los doctores Di Lorenzo, Tabares, Tonelli, Rosenthal y Márquez el mismo 14 de febrero de 1988 por la tarde en el Complejo Vucetich de Mar del Plata. Informaron que la víctima cayó desvanecida y que murió al dar contra el piso. Agregaron entonces que las lesiones en el cuello fueron suficientes para provocar la pérdida de la conciencia por falta de irrigación cerebral.
Se consignaron los siguientes datos: 1) contusión temporal izquierda; 2) hematomas por “golpe de mano” en ojo izquierdo y comisura labial izquierda; 3) fractura de rotula izquierda; 4) hematoma por “esquimosis manual en cuello”; 5) “Gran hematoma” en umúsculo esternocleidomastoideo izquierdo y vena yugular y 6) fractura de base craneal.
En la indagación ampliatoria declararon que no disecaron el cuello “porque la compresión bastaba con el músculo esternocleidomastoideo izquierdo”. Cometieron el craso error de seccionar la calota craneana con escoplo y martillo, ello produce un artificio, la fractura de la base craneal. De allí la controversia, lo adecuado es utilizar la sierra manual o eléctrica.
Sin embargo, la segunda autopsia realizada el 17 de febrero de 1988, dio un nuevo giro para el lado de la familia Muñiz Calatayud, representada por Vega Lecich, Leopoldo Díaz Cano y Pablo Argibay Molina. Los forenses porteños: Kiss, De Arizabalo, Raffo y Barriocanal, coincidieron con sus colegas marplatenses en los signos evidentes de estrangulación manual: “la presión ejercida sobre la zona del cuello es idónea para causar las lesiones (éstas) son idóneas para causar el deceso”.
Asimismo los profesiones constataron la rotura de huesos en laringe y tráquea, aunque para la defensa podría haber sido causada por el impacto contra la loza y no por una presión sobre el cuello.
Al respecto, debe señalarse que esta informe destaca la ausencia de lesiones defensivas, típicas en las caídas de personas conscientes y la extracción del músculo esternocleidomastoideo. De esta forma, la versión de Monzón perdía sustento.
El mozo que vio el “accidente”
El mozo Rafael Moyano aseguró desde Tucumán que también había visto el “accidente”. Manifestó que Monzón consiguió atrapar a Alicia mientras esta corría por el balcón y que luego que ella le gritara “impotente”, le contestó a su pareja que era una “rep...” y le dio un golpe luego del cual la mujer cayó del balcón.
Haber sido calificado de “impotente” podría justificar, en parte la violenta reacción de Monzón, del que también aseguraba que había intentado sujetar a Alicia para que no cayera del balcón.
Cabe apuntar que faltaban más pruebas en el expediente Nº 38,033, Otro elemento que Vega Lecich consideró de importancia fueron las manchas de sangre halladas en gran parte de la casa. Según se constató, cayeron de una altura de entre 1 y 1,50 metros, lo que sugirió que manaban de un cuerpo que era llevado por una persona de la altura de Monzón (1,81 m.).
La cuestión no quedó tan clara porque tanto Monzón como Muñiz Calatayud tenían el mismo grupo sanguíneo (cero) y el análisis de subgrupos (que identificó la sangre como perteneciente a la víctima se realizó con pocas muestras. Asimismo, Monzón también tenía una herida sangrante y dijo que Guazzone lo llevó a caballito; sin embargo, el caseo lo desmintió durante el careo del juicio oral.
Durante la instrucción aparecieron más testigos que corroboraron la presencia del cartonero Báez en el barrio residencial La Florida el 14 de febrero de 1988 (Mirta Correa, Jorge Canale y Héctor Fernández) También hubo una investigación por drogas y otra por la falta del músculo esternocleidomastoideo, pero estas no repercutieron en la causa principal.
El juicio del siglo
El juicio oral comenzó el 26 de junio de 1989, llamado el “Juicio del Siglo” por las características del caso y, sobre todo, por las del acusado. Después de estudiar unas 1.600 fojas acumuladas en un año y medio, el Tribunal integrado por Alicia Ramos Fondeville, Carlos Pizarro Lastra y Jorge Isaach recibió el testimonio de una treintena de testigos y peritos judiciales; escuchó además tres veces a Monzón.
Previamente, hubo una breve batalla por la televisación del juicio. Un empresario marplatense intentó instalar un circuito cerrado y vender los derechos. Entre tires y aflojes, el tribunal impidió las cámaras y sólo permitió la transmisión en directo por radio.
La falta de televisación habría sido el motivo por el cual casi no vinieron periodistas extranjeros y los comerciantes marplatenses se quedaron con las ganas. Tampoco pudieron llegar a nuestro país dos estrellas anunciadas: el actor y empresario deportivo Alain Delon y Jean Claude Bouttier, ambos franceses.
El juicio oral fue cubierto por 90 periodistas y 22 fotógrafos acreditados. Los primeros tuvieron que conformarse con 16 butacas de las últimas filas del auditorio instalado en el moderno edificio de los Tribunales de Mar del Plata.
Los reporteros gráficos se turnaron para entrar a la sala y compartieron el uso de los negativos. La gente escuchaba el juicio con los receptores radiales portátiles como si fuera un partido fútbol o mejor, otra pelea de Monzón defendiendo el título mundial de los Medianos cuando paralizaba al país.
El ex boxeador se encontraba detenido en la Unidad Penitenciaria de Batán y permaneció allí durante el juicio oral. El 26 de junio, sorpresivamente, habló y fue interrogado por la juez Ramos Fondeville, sus dichos tuvieron un efecto bumerang.
Monzón ahora decía que no le había apretado el cuello a Alba Alicia Muñiz Calatayud y tenía más dudas que certezas sobre los episodios que él había desencadenado y narrado con mayor prolijidad en febrero de 1988.
Después de cuatro días de testimonios y del careo con Guazzone, el viernes 30, Monzón volvió hablar. Reiteró su inocencia tras conocer el fallo en la fría noche del lunes 3 de junio de 1989.
Mientras tanto, sus defensores presentaban la teoría de que Monzón había tratado de salvar a su pareja, mientras ésta caía del balcón, como una especie de “Superman”. La hipótesis elaborada por el perito Avelino Baratta, resultó interesante pero no tuvo mayores adeptos.
Despúes del juicio oral, Monzón y sus defensores tuvieron dos blancos predilectos: la juez Ramos Fondeville y la prensa. Coincidieron en que la magistrada lo había condenado desde el primer día y que los periodistas habían volcado la opinión púlica y la de los jueces en su contra.
Además apelaron el fallo, pidieron su nulidad y un nuevo juicio, pero no tuvieron éxito. Tampoco prosperó el lobby de ex boxeadores y de famosos para que el gobernador justicialista bonaerense, Antonio Cafiero le diera el indulto. La sentencia quedó firme y Monzón pasó el resto de su vida tras las rejas.
Tres lugares
Después de Batán, Monzón fue trasladado a los penales de Junín (Buenos Aires) y el Instituto Penitenciario Nº 2 de Las Flores con asiento en Santa Fe. Cuando obtuvo el permiso de salida, en 1993, trabajó en el gimnasio que le levantó en el complejo turístico que posee la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), distrito Santa Fe,, visitando a sus hijos y nieta. Cabe destacar que a su quinto hijo, Maximiliano, no lo volvió a ver nunca más. Murió trágicamente el 8 de enero de 1995.