“ - Ayer hicimos las listas y Gonza va a diseñar unas boletas para imprimirlas y usarlas el día de la votación – me dijo Ariel con una expresión de indiscutible orgullo.
A propósito de las elecciones del próximo domingo viene bien reflexionar sobre qué es presidir y la función de un presidente.
“ - Ayer hicimos las listas y Gonza va a diseñar unas boletas para imprimirlas y usarlas el día de la votación – me dijo Ariel con una expresión de indiscutible orgullo.
- ¿Y tu candidatura es para…?
- ¡Para presidente, obvio! – me interrumpió, elevando el tono de voz.
– Y lo voy a hacer, porque ya casi todo el curso me dijo que me va a votar a mí. Especialmente las chicas, por mi ‘alta facha’.
- ¿Y por qué? – quise saber.
- Y, porque medio los estoy coimeando. Nuestras propuestas son buenas, pero a mí lo que me importa es ser presidente.
- ¿Coimeando? ¿Cómo es eso?
- Y… me los chamuyo. Les digo que voy a hacer que no nos pongan media falta si llegamos tarde, que nos dejen usar el celu en clase, que no nos tomen más de dos pruebas por semana, que algunas materias no sean obligatorias… y algunas cosas más.
Pero lo que quiero es que me elijan, para que después me digan ‘presi’ y tenga ciertos privilegios dentro de la escuela.
- Pero… ¿no se supone que las elecciones son sólo en tu curso?
- Sí, sí… Pero, bueno: ser el presidente de 3° año es una distinción y tiene sus concesiones.
- Entonces, ¿vos querés ser presidente por el bien de tu curso o para vos, Ari?
De pronto me miró con una expresión de desconcierto y levantó sus palmas abiertas hacia arriba, encogiéndose de hombros.
- Estamos en Argentina, Ale ¿En serio me preguntás eso?”.
Y, sí: la pregunta era en serio. Y mi preocupación, también…
Alrededor de los 15 años en los adolescentes aparece el interés por temas y cuestiones diferentes a las que tenían hasta entonces, y empiezan a preocuparse por su aspecto físico, impulsados por el interés de gustar y atraer a otros, en este sentido. A pesar de que en ciertos sentidos puedan manejar una lógica similar a la de un adulto, sus cerebros aún inmaduros son demasiado emocionales, evidenciando inestabilidad e impulsividad.
Un presidente es una persona que preside. Presidir es tener el primer puesto; el lugar más importante, de mayor autoridad o principal influjo en un país, asamblea, corporación, junta, tribunal, etc. En este caso, en el curso de una escuela secundaria.
A un presidente competen una serie de deberes y responsabilidades, tendientes todos al logro del bien común, y no personal, cumpliendo y haciendo cumplir leyes, normas y reglamentos, defendiendo y dando seguridad a aquellos que lo eligieron.
El adolescente tiende a enfocarse en sí mismo, tiene la autoestima y la autoconfianza en jaque y sus permanentes cambios de humor lo hacen conducirse de un modo muchas veces impulsivo y errático. La corteza prefrontal del cerebro, que es la encargada de gestionar el control emocional para la toma de decisiones, no termina de formarse hasta los 21 años, razón por la cual antes de esa edad lo más común y esperable es que se actúe como movilizado por retos o desafíos y no de manera sensata. Incluso, su condición normal de rebeldía lejos está de permitirle cumplir y hacer cumplir lo que debe hacer un “presidente”.
La experiencia de proponer la elección de autoridades dentro de un curso escolar es una excelente oportunidad como para trabajar todas las aristas que hacen a la toma de ciertas decisiones, tanto desde el lugar del elector como del elegido, porque ambos tienen el punto en común de implicar una inmensa responsabilidad enfocada en el logro del bien de todos y no individual, como fin último.