“Tiene el cabello negro…y ojos color marrón…mira siempre de frente…con mucha decisión”, componía y cantaba un tal Roberto Sánchez en cada fiesta de carnaval cuando en el “tocadiscos” sonaba el popular Sandro en la Argentina del blanco y negro.
Dos goles en cuatro partidos y un compromiso físico que emociona a los 37 años de Emmanuel, el mago del gol. El jugador franquicia empieza a pagar con su moneda de cambio: el gol.

“Tiene el cabello negro…y ojos color marrón…mira siempre de frente…con mucha decisión”, componía y cantaba un tal Roberto Sánchez en cada fiesta de carnaval cuando en el “tocadiscos” sonaba el popular Sandro en la Argentina del blanco y negro.
“Ese es mi amigo El Puma, dueño del corazón, de todas las mujeres…y de los hinchas de Colón”, se podría remixar. Es que lo de Emmanuel Gigliotti, ovacionado junto con Bernardi cuando el “Pata” Pereyra ordenó los tres cambios juntos, es algo emocionante. No solamente porque le está pagando a Colón lo que Colón fue a comprar en el exilio chileno.
No solamente por dos goles en cuatro partidos para estar puntero e invicto. Emocionó verlo “fajarse” con centrales duros en los mil grados de Santiago del Estero el otro día. Y emociona verlo bajar, correr 50 metros y dar una mano en el área de Marcos Díaz en las pelotas paradas en contra. Muchos dirán, vino para hacer lo que hace. Pero no importa llegar, importa el camino.
Es el abanderado de los nombres “pesados” (Marcos Díaz, Guille Ortiz, Christian Bernardi) y sin embargo parece uno más a la hora de arremangarse. Porque este duro Chaco For Ever de Ricardo Pancaldo lo obligó a Colón, en varios pasajes, a embarrarse para aguantar el 2-1 y esperar el pitazo final.
La rompió toda el pibe Forneris, fue importante Marcos Díaz, volvió el Bernardi desequilibrante y Gigliotti siempre tiene un gol para sacar de donde sea y como sea. Colón tenía una teoría antes de empezar a navegar: apoyar el equipo en esos cuatro elefantes para esta divisional, los nombres conocidos, los de jerarquía. Uno por cada línea.
Por ahora, la cosa funciona y el inicio del largo camino es irreprochable desde lo matemático. Esta vez, en la fiesta sabalera de carnaval no fue todo cumbia. Esta vez, en Colón sonó el “Gitano” Sandro: “Ese es mi amigo el Puma…” (Gigliotti, obviamente).




