"Picante" Pereyra: "Si me llaman hablaremos y se verá"
"Picante" Pereyra: "Si me llaman hablaremos y se verá"
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Desde Uruguay, donde sigue jugando para Deportivo Maldonado, César Pereyra habló con Desde el Barro, el programa de TyC Sports Play. "Picante? te pide la gente. Vení para Alberdi. ¿Pegás la vuelta?". "Es una pregunta difícil. No me fui de la manera que quería de Belgrano. Me dolió mucho en su momento por todo lo que me tocó vivir y lo que pasamos con ese equipo. Hoy en Uruguay estoy tranquilo. Pero yo a Belgrano como a Unión nunca le cierro las puertas. Para saberlo tiene que pasar. Si llaman, hablaremos y se verá".
Desde la tranquilidad que inspira Maldonado, al otro lado del charco, lejos de la euforia y el fanatismo que vivió en el fútbol argentino. Lejos del reconocimiento por las calles de Santa Fe y el idilio que logró en Córdoba, la vida lo encuentra con la pelota debajo de la suela y disfrutando de jugar al fútbol en Uruguay. Allí, ascendió en 2019 a la Primera División y fue elegido el jugador de la gente, aunque estaban muy lejos esos flashes que encandilaban en 2011, cuando con Belgrano logró lo imposible: mandar a River a la B. Y quedar en la historia para siempre.
La charla empezó en Uruguay pero regresó al punto de partida, al más sensible en la adolescencia de César, donde todavía no era "Picante". Un pibe que soñaba con jugar a la pelota en las grandes ligas, con la habilidad y el talento como recurso válido. Como ese que pueden tener muchos pibes que corren detrás de la pelota en el interior de las provincias. En Villa Ocampo, a 400 kilómetros de la capital de Santa Fe, no era la excepción. Para conseguir el recurso económico había que laburar. Y para que te inviten a una prueba en unos de los clubes más importantes de la provincia, había que llamar demasiado la atención y tener una enorme fortaleza mental, además de ser un jugador prometedor. El nieto de Genaro y Ramona lo consiguió. Y hoy con 38 años, sigue raspando en la cancha, como en el Argentino B, cuando se probaba con tipos muchos más grandes de edad y contextura jugando para Ocampo Fábrica, el equipo de su pueblo.
"Cuando llegué a Unión ya llegué curtido. En mi vida todo se dio con mucho sacrificio y el esfuerzo de mis abuelos. Ellos me criaron y estuvieron siempre. La verdad no tenía un peso partido al medio y me tenía que pagar el viaje para ir a probarme a Unión. Ellos me daban la estadía por tres días. Mi abuelo era jubilado y mi abuela limpiaba casas. Por suerte quedé en Unión. Pero empezó lo realmente difícil. Tratar de quedarme en la ciudad. No tenía pensión? Hasta que apareció una persona y me bancó", relató sobre esa primera salida desde su pueblo a la capital de la provincia, ya con 17 años, y con el deseo de convertirse en jugador profesional.
Antes del debut en 2002 con el Tatengue, donde jugó 155 partidos en dos ciclos y marcó 47 goles, pensó en claudicar: "A las dos semanas que llegué se cayó todo. Por suerte un amigo, que estaba trabajando y viviendo en Santa Fe, me aguantó para que no me volviera en esos primeros días. Estuve a punto de agarrar el bolso e irme a mi casa. No tenía cómo y dónde quedarme. Era la primera vez que salía de mi pueblo, y tardé casi cinco meses en volver. No había plata, así que las vueltas eran a dedo? Sentado arriba del bolso, a la orilla, tirando piedritas y esperando que alguien me levante. Siempre con lo justo. Hasta que pude cobrar mi primer sueldo".
La llegada a Belgrano en 2009 fue diferente a todo. No fue un paso fugaz como el de Independiente en 2005 y Atlas de México en 2006. En Belgrano en 2011 obtuvo el reconocimiento máximo para su carrera. La Promoción con River fue un quiebre. No sólo la del Monumental. La ida en Barrio Alberdi aflojó todos sus sentimientos al convertir el 2-0. Todos recuerdan el gol de Guillermo Farré en el Monumental, pero aquel suyo significó demasiado para la serie y para el goleador de la noche: "Imagínate la alegría? Hacía siete meses que había fallecido mí abuelo. Y yo usaba una remera con la cara de él, debajo de la camiseta. Lo hacía en cada partido y cuando hacía un gol me la besaba. Él me acompaño todo ese semestre. Y qué mejor momento para agradecerle, en un partido de tanta magnitud".