Especies viajeras: las bioinvasiones que amenazan al río Paraná
Se trata de especies exóticas que llegan a Santa Fe en los buques de carga desde distintas partes del mundo. Expertos locales explican su impacto y cómo prevenir su propagación en los ecosistemas del Paraná. Invitan a una charla abierta y gratuita.
Especies viajeras: las bioinvasiones que amenazan al río Paraná
Con el agua de lastre de los buques de carga o adheridas a sus cascos, llegan al río Paraná —y con él a Santa Fe— organismos diminutos que viajan desde distintas partes del mundo. Algunos, como el mejillón dorado o las almejas chinas, se adaptan con facilidad y alteran profundamente el equilibrio ecológico.
Estas llamadas bioinvasiones son la introducción y propagación de especies exóticas —organismos que no son originarios del lugar— que encuentran en el Paraná condiciones ideales para reproducirse y expandirse rápidamente. El resultado: ecosistemas alterados, tomas de agua obstruidas e impactos económicos, ambientales y sanitarios que afectan a los puertos y comunidades ribereñas.
Mejillones. Flavio Raina (Archivo).
En este contexto, y en el marco del proyecto “Riesgo de bioinvasiones en puertos del río Paraná”, la Universidad Nacional del Litoral y el Instituto Universitario de Seguridad Marítima ofrecerán la charla “Riesgo de bioinvasiones en puertos y clubes náuticos del río Paraná: impacto de especies no nativas y medidas para prevenir su propagación”. Será el miércoles 12 de noviembre, a las 19, en el salón de usuarios del Puerto de Santa Fe. La actividad, libre y gratuita, estará a cargo de la prefecto bióloga Mariana Abelando (PNA) y la doctora Luciana Montalto (FHUC-UNL/ INALI, CONICET-UNL).
“La introducción de especies no nativas, accidentales o intencionales, mediada por el hombre, es responsable de profundos cambios en la biodiversidad, la economía y la sociedad”, advierte Montalto. “Representan una de las mayores amenazas a los ecosistemas, ya que pueden alterar la diversidad de especies nativas y el funcionamiento ecológico.”
Mejillones. Flavio Raina (Archivo).
Viajeras invisibles
Las bioinvasiones en el Paraná comenzaron a registrarse con fuerza en la década de 1990, cuando el aumento del tráfico fluvial internacional y la apertura de nuevas rutas comerciales facilitaron el ingreso de especies exóticas transportadas por los barcos. Sin embargo, los primeros registros se remontan a mediados del siglo XX, coincidiendo con la intensificación del comercio marítimo global.
El caso más emblemático fue el del mejillón dorado (Limnoperna fortunei), detectado por primera vez en el Río de la Plata en 1991. Desde entonces se expandió aguas arriba por todo el sistema Paraná-Paraguay, marcando una de las invasiones biológicas más significativas del Cono Sur.
Según explica Montalto, el riesgo radica en que “los puertos y clubes náuticos del Paraná son lugares donde confluyen factores que favorecen la llegada y dispersión de especies exóticas: el agua de lastre proveniente de otros continentes, las incrustaciones en cascos y hélices, el movimiento constante de embarcaciones y las condiciones ambientales locales que facilitan su supervivencia y expansión”.
El río ofrece aguas cálidas, abundante alimento y una extensa conectividad entre cauces y lagunas que se convierten en puertas abiertas para la propagación.
“Las bioinvasiones son procesos en los cuales una especie no nativa llega a un nuevo ambiente, se establece, se reproduce y se dispersa. Este hecho puede modificar el ecosistema, desplazar a las especies locales o afectar sus poblaciones por competencia o falta de depredadores”, describe la investigadora.
Organismos del mejillón dorado (Limnoperna fortunei) adheridos a un sustrato. Su tamaño alcanza 3-4 cm. Foto: Florencia Rojas Molina.
En los sistemas acuáticos del Paraná se detectaron varias especies invasoras, entre ellas el mejillón dorado, las almejas chinas (Corbicula fluminea y C. largillierti), el caracol trompeta (Melanoides tuberculata), el poliqueto de agua dulce (Laonome xeprovala) y, más recientemente, medusas y pólipos del cnidario Craspedacusta sowerbii.
Organismos del mejillón dorado adheridos a ejemplares de la almeja asiática (Corbicula fluminea). Su tamaño alcanza 4-5 cm. Foto: Florencia Rojas Molina.
Estas especies pueden causar severos impactos ecológicos, económicos y sanitarios. “Entre los ecológicos se observa el desplazamiento de especies nativas, la modificación de hábitats y cambios en la calidad del agua”, señala Montalto. “En los económicos, muchas —como el mejillón dorado— obstruyen tomas de agua en industrias y plantas potabilizadoras, generando altos costos de mantenimiento. En lo sanitario, pueden favorecer la presencia de patógenos, actuar como vectores de enfermedades o liberar toxinas que afectan la salud humana”.
Prevenir y mitigar
Para reducir los riesgos, existen medidas internacionales y locales. “A nivel portuario y naviero —explica la especialista— se aplica el control y tratamiento del agua de lastre, la limpieza y raspado de cascos, y el uso de pinturas antiincrustantes. También es clave el cumplimiento de protocolos de navegación segura tanto en embarcaciones comerciales como deportivas.”
El rol del Estado es decisivo: debe garantizar sistemas de alerta temprana, monitoreos biológicos continuos y mapas de riesgo. “Además de hacer cumplir las normativas de Prefectura, SENASA y la Subsecretaría de Ambiente, es fundamental capacitar a los operadores portuarios y navegantes respecto de las acciones que pueden adoptar para minimizar los riesgos”, remarca.
Fase medusa del cnidario de agua dulce invasor Craspedacusta sowerbii (tamaño: 2 cm). Foto: Milena Casafús.
Desde la ciencia, el trabajo es complementario. “Desarrollamos programas de investigación sobre la biología y ecología de las especies exóticas, monitoreamos los puertos y clubes náuticos y analizamos la dispersión secundaria a través del transporte fluvial. También impulsamos la comunicación pública de la ciencia, porque sin la participación social no hay mitigación posible”, resume Montalto.
Mirando hacia adelante
De acuerdo con los estudios realizados en la Cuenca del Plata, se espera que las bioinvasiones continúen y que las altas temperaturas de los últimos años favorezcan la expansión de especies exóticas hacia nuevas áreas. “Esto podría generar cambios en los ecosistemas y mayores pérdidas económicas por los costos asociados a sus impactos”, advierte.
Ante ese escenario, Montalto concluye: “Es fundamental que se integren los diferentes sectores y niveles de gestión gubernamental para reducir los riesgos de ingreso y expansión de especies exóticas. Desde la docencia, la investigación y la gestión asumimos el compromiso de ser actores activos en la implementación de estrategias que protejan nuestros ecosistemas”.
La charla y el trabajo de campo
La actividad del próximo miércoles está organizada por la Prefectura Naval Argentina, el Instituto Universitario de Seguridad Marítima, la Universidad Nacional del Litoral, el Instituto de Limnología y la Federación de Clubes Náuticos de Santa Fe.
Ejemplar del poliqueto de agua dulce (Laonome xeprovala). Su máximo tamaño es aproximadamente 2 cm. Foto: Andreas Bick.
Durante la jornada se hará hincapié en las fuentes de dispersión secundarias, con toma de muestras in situ y actividades de concientización en clubes náuticos de la hidrovía Paraná-Paraguay.
Entre el 8 y el 17 de noviembre, las tareas de muestreo y análisis fisicoquímico de los ambientes se realizarán a bordo del buque científico “Dr. Leloir”, que visita la ciudad como parte del proyecto. Luego, la misma charla será ofrecida en la ciudad de Rosario, en el Auditorio AMTRAM, el viernes 14 de noviembre.