Ousmane Dembélé es el nuevo Balón de Oro 2025. El delantero del París Saint-Germain venció en la votación al joven Lamine Yamal y sucedió a Rodri, el mediocampista español que se lo había llevado en 2024.
El delantero francés, que ganó todo con el PSG, venció en la pulseada al joven culé de 18 años. El premio a una temporada perfecta sin lesiones. Ronaldinho, 20 años después de haberlo recibido, fue el encargado de entregárselo.

Ousmane Dembélé es el nuevo Balón de Oro 2025. El delantero del París Saint-Germain venció en la votación al joven Lamine Yamal y sucedió a Rodri, el mediocampista español que se lo había llevado en 2024.
La entrega se realizó este lunes en el Théâtre du Châtelet de París. Ronaldinho, ídolo culé y ganador del Balón de Oro hace veinte años (2005), fue el encargado de entregarle el trofeo al futbolista francés.
Dembélé, de 28 años, fue una de las grandes figuras de la temporada. Ganó la Ligue 1, la Copa de Francia y, sobre todo, la UEFA Champions League, siendo protagonista en instancias decisivas.
El PSG (que también se llevó el premio al mejor club del mundo), liderado por Luis Enrique, finalmente logró su ansiada consagración continental. Y Dembélé, con goles, asistencias y desequilibrio constante, fue uno de los pilares del equipo.
“Es impresionante lo que estoy viviendo. Ganar el Balón de Oro fue siempre un objetivo porque lo ganan estrellas, leyendas”, dijo el jugador tras recibir el premio.
“Quiero agradecer al PSG, al presidente, a mi familia y a Ronaldinho, que me entregó el trofeo. Este 2024-2025 lo recordaré como un año excepcional”, expresó. Luego de esto subió a su madre al escenario y compartieron un emotivo momento.
Dembélé no ganó el Balón de Oro por un highlight: lo ganó por sostener un pico de influencia que muy pocos futbolistas pueden mantener tantos meses seguidos.
En un PSG que barrió con todo —Ligue 1, Coupe de France, Trophée des Champions y Champions— fue el hombre que inclinó la cancha cuando el plan parecía empantanarse, el que convirtió posesiones tibias en jugadas de gol, el que encendió al equipo desde la primera aceleración.
Los números lo respaldan con crudeza de acta notarial: una producción directa que combinó cifras de goleador y de asistente —35 intervenciones en la red y 14 gol en la temporada—, a la que le sumó un caudal creativo que no siempre aparece en el resumen.
Fue líder del plantel en regates exitosos y su porcentaje de uno contra uno lo puso en la élite del torneo, pero, más que la gambeta por la gambeta, pesó el efecto dominó de cada desborde.
Ahí entra el Dembélé menos televisivo y más decisivo: el de las “acciones que terminan en tiro” y las “ocasiones creadas” aunque la estadística de asistencia no le sume.
Sus cifras por 90 minutos en esos rubros lo ubicaron en percentiles top de las grandes ligas, con un volumen de conducciones progresivas que rompió líneas y defendió una idea: avanzar con pelota dominada hasta colocar a un compañero de cara al arco o abrir una autopista para el remate de segunda línea.
En Europa, la firma llegó donde todo se mide distinto: una Champions con partidos grandes jugados de verdad grande y una final ante el Inter que lo mostró voraz, dañino y preciso en el último tercio.
Cuando el título pide jerarquía, no hay margen para el farol: participó de las jugadas clave, administró los ritmos del ataque y ejecutó con frialdad de especialista, como si la presión le afinara el pie.
El resto fue consecuencia: premios individuales en Francia, el reconocimiento de analistas que ponderan el rendimiento por encima del marketing y, ahora, el Balón de Oro.
No es la coronación de un “nuevo Dembélé”, es la maduración del mismo desequilibrio de siempre con decisión de líder y métricas que por fin lo cuentan entero: goles y asistencias, sí, pero también desbordes que abren partidos y ocasiones que nacen de su pie aunque termine festejando otro.
Así, un jugador que se creía estaba "roto" por tantas lesiones durante su paso por el Barcelona, ganó todo y escribió su nombre en la historia del deporte con más alcance en el mundo. ¿Dembélé? El mejor jugador del planeta.




