Miércoles 4.9.2019
/Última actualización 12:22
Carmina Cannavino regresa a Santa Fe para presentar “El cantar de Latinoamérica” junto a Gino Palomino en guitarra y María Eugenia Gómez en percusión. Portavoz de un vasto cancionero poético humanístico, fusiona su raigambre e inspiración mestiza y afro a diversos ritmos populares de México, Perú y América Latina. Será este sábado, desde las 21, en El Solar de las Artes (9 de Julio 2955).
Afirma la artista: “Cantarles Latinoamérica me honra, cantarles Latinoamérica es comprender e integrar diversas culturas en un solo espíritu, hermanando voces que se hacen una sola: la nuestra, la de ustedes y la mía, que en síntesis representa el sentir de un latinoamericano, de cualquier edad, región, lengua u oficio”.
Antes de su desembarco, El Litoral contactó a la peruano-mexicana para conocer más sobre su andadura musical.
—¿Qué canciones integran este espectáculo?
—En su mayoría son canciones que integran mi discografía y algunos temas nuevos.
—¿Cómo se arma un repertorio así y cómo la intérprete se apropia de cada canción?
—En mi caso personal de una plena identificación con la temática de la canción, priorizando la palabra revestida de una linda melodía; soy una cultora de la canción popular de América Latina, de sus compositores, de su vasto folclore, de sus poetas, de la visión y postura de éstos respecto a la vida, al mundo que me rodea, el creer y sentir que la canción no solo es un vehículo de expresión y recreación, sino también un elemento bello que puede generarme un comportamiento, un estado de ánimo en particular para mí y el oyente, y por consiguiente transformar la realidad.
—Viene con Gino Palomino y María Eugenia Gómez. ¿Qué intimidad da el formato de trío?
—En la pregunta está la respuesta, una guitarra y percusión que encumbra al cajón peruano, para ejecutar los diversos géneros musicales de la canción criolla, afro y mestiza, generan una calidez y fuerza ad hoc para el repertorio elegido. Además hay mucho camaradería y entendimiento entre los tres.
—Es una estudiosa y pedagoga de la voz humana y el canto. ¿Qué considera lo más fascinante de este único instrumento unido al intérprete?
—Salvo en el caso de las personas sordomudas, la voz es el órgano más importante y directo para poder comunicarnos. La voz es única en cada sujeto y es el instrumento musical más complejo, bello e inherente al ser humano. Ya sé que todos los órganos del cuerpo son importantes, pero la voz nos une, nos libera, nos identifica, nos emociona, nos relaciona con el otro.
—Desde hace años recorre el continente, compartiendo escenarios y grabaciones con muchos artistas, incluyendo a quienes hoy la tienen como referente. ¿Cuánto pesa esa trayectoria a la hora de seguir haciendo cosas nuevas?
—Gratitud, aprendizaje continúo y una gran responsabilidad.
—Afirmó que Vicente Garrido y Lucho González han sido dos de sus maestros. ¿Qué representa para usted cada uno de ellos?
—Hay dos características que admiro y que tienen en común estos dos grandes músicos y personas: el manejo excelso de la armonía y el cuidado y conocimiento del lenguaje. El maestro Garrido me enseñó a interpretar sus textos además de frasear con soltura dentro de su compleja armonización, en el terreno afectivo fue como un padre.
Lucho González es un capo armonizando y un respetuoso de los textos, para una cantante contar con su rítmica y su acompañamiento es una delicia, es un gozo y muchas veces algo así como aventarte del Everest teniendo la seguridad que tu par te está esperándote allá abajo. Te da una gran seguridad tenerlo como partner. En el terreno personal es como un hermano mayor.
—Es una peruana radicada en México que viene mucho a la Argentina y viaja por el mundo. ¿Cuánto de desarraigo y cuánto de universalismo da esa fórmula?
—Esa dicotomía es una necesidad y un disfrute permanentes.
—¿Cómo se trascienden las tradiciones propias o más aprendidas para abrirse a la música de todo un continente?
—Con el corazón abierto y sin prejuicios, con respeto por lo heredado.
—Ha hecho propia “Oración del Remanso” de Jorge Fandermole, ya un joven clásico de la música argentina. ¿Qué representa esta canción para usted?
—En principio soy una seguidora de Jesucristo, me crié y vivo rodeada de pescadores, conozco esa realidad. Canto a Fandermole desde el 90, es uno de mis compositores de cabecera, lo canto y lo escucho siempre.
—Desde hace tiempo realiza giras por Europa. ¿Qué respuesta recibe de esos públicos aparentemente más distantes de nuestras músicas?
—Bueno, hace algunos años que no voy a Europa, también estuve en Corea del Sur y la respuesta ha sido maravillosa. Anduve casi siete años sin girar fuera de México, por voluntad propia y por el compromiso adquirido con Sony Music para un proyecto discográfico, me vino bien hacer un stop, ya que compuse muchas canciones, estuve mucho en mi casa del mar.
—¿Qué se viene para el futuro cercano en su carrera?
—En tanto tenga vida, siempre lo mejor; soy una mujer de fe, de convicciones, de algunas disciplinas, como el seguir creando, seguir aprendiendo, seguir siendo una pescadora de buenas canciones y de los vínculos que me ayuden a ser una mejor mujer y mejor cantora.
—¿Qué cosas le gustaría hacer o qué deudas pendientes le quedan?
—Por el momento armar una tremenda banda con músicos argentinos, liderada por mi director y arreglador musical Ángel Chacón, tremendo guitarrista, para hacer un disco de tangos.