Con apenas 22 años, Joaquín Lombardo aparece como una de las nuevas voces a tener en cuenta en la escena del jazz argentino contemporáneo.
Con 22 años, el guitarrista debuta con “Capítulo 1”, un disco conceptual de jazz que une, en 10 trabajos, composición, narrativa y búsqueda colectiva.

Con apenas 22 años, Joaquín Lombardo aparece como una de las nuevas voces a tener en cuenta en la escena del jazz argentino contemporáneo.
Nacido en Buenos Aires en 2002, comenzó a tocar la guitarra a los seis años. Su vínculo con la música se volvió más profundo a los 16, cuando eligió dedicarse de lleno al estudio del jazz.
En 2021 ingresó a la Tecnicatura Superior en Jazz del Conservatorio Manuel de Falla, y desde entonces no dejó de crecer como instrumentista y compositor.
Hoy, ese recorrido encuentra un primer punto culminante con el lanzamiento de su álbum debut "Capítulo 1", editado por Club del Disco.
Conformado por diez composiciones originales, "Capítulo 1" propone un viaje por el jazz moderno argentino, con un sonido cuidado, melódico y estimulante.
En el trayecto, está acompañado por un quinteto de primer nivel integrado por Esteban Freytes (contrabajo), Leonel Duck (piano), Juan Cava (batería) y Juan Torres Fernández (saxo).
Consultado por este medio sobre el proceso que supuso encontrar su propia voz dentro del jazz y lo que deseaba transmitir, señaló que el proceso no tiene fin. "Creo que uno va evolucionando y siempre se transforma".
"En mi caso, siempre seguí mi instinto y de forma natural me fue llevando hacia donde estoy ahora. También trate de no traicionarme nunca en el proceso y caer en cosas que realmente no quiero", destacó.
"Con respecto a las composiciones de este disco siento que son una foto de lo que soy hoy en día como músico y lo que me interesa mostrar, o al menos una pequeña parte", dijo.
Y agregó: "básicamente, creo que refleja mis intereses musicales actuales y una parte o faceta de mi búsqueda como artista".
El disco tiene una estructura que remite a un libro, con títulos como "Prólogo", "Relatos modernos" y "Epílogo". Al respecto, Lombardo afirmó que tiene un concepto narrativo, como si contara una historia.
"Me interesaba explorar esa idea, porque para mí un disco no es simplemente un conjunto de canciones, sino una obra en la que uno puede desplegar su visión artística y transformarla en algo que trascienda lo puramente musical", detalló.
"En lo personal, no me considero un gran lector. Me gusta leer, y mi padre, gran lector, siempre intentó inculcarme ese hábito. Sin embargo, comparado con personas que realmente han leído mucho, siento que he leído poco y nada", admitió.
"En relación con el disco, desde el principio imaginé que quería un prólogo y un epílogo musical: una introducción y una conclusión que enmarcaran la obra. Breves, pero contundentes", señaló.
"En ese sentido -puntualizó- creo que las cuerdas cumplen un rol fundamental, porque le aportan carácter, profundidad narrativa, y una épica que expande mi universo musical más allá del jazz".
En el disco, Lombardo trabajó con arreglos de cuerdas en varios temas. De modo que la siguiente pregunta fue referida al diálogo entre su guitarra y los otros instrumentos al momento de construir el universo sonoro del disco.
"El disco tiene varias texturas, la principal es el grupo, que es el alma de este disco. Las otras son las cuerdas y los arreglos que son una parte un tanto más personal", respondió.
"El diálogo entre los instrumentos fue muy natural porque desde un principio pensé el disco como una obra colectiva. Si bien las composiciones son mías, el grupo le dio vida a la música y cada uno aportó desde su identidad", puntualizó.
"Con las cuerdas fue distinto, ahí pude trabajar desde un lugar más íntimo y compositivo, pensando en cómo expandir el universo sonoro sin que deje de ser orgánico", indicó.
Y cerró la idea al plantear que "la guitarra, en ese contexto, funciona a veces como guía y otras como un personaje más dentro de una narrativa más amplia".
Joaquín es parte de una nueva generación de músicos de jazz argentinos. Por lo tanto, su mirada sobre la escena actual y los desafíos y posibilidades del género es relevante.
"Veo y conozco a muchos músicos jóvenes que ya tocan muy bien y tienen un interés genuino por el jazz. Hay una nueva generación que se está volcando al género con ganas de crecer y desarrollarse como artistas, y eso me parece muy positivo", expresó.
"Desde mi perspectiva, el jazz es sinónimo de evolución. Por lo cual, mi desafío constante es superarme y evitar caer en lugares cómodos o convencionales dentro del género", añadió.
"Para mí, la música es un viaje de ida, sin retorno. Las posibilidades son infinitas, y siempre habrá territorios nuevos e inexplorados donde seguir construyendo y expandiendo los límites de este género", finalizó.




