Juan Ignacio Novak
La obra que dirige Edgardo Dib está elaborada como una recreación de la modalidad de escritura de Manuel Puig en “Boquitas Pintadas”. También confluyen referencias a las telenovelas de los ‘80 y elementos del biodrama. Habrá dos funciones, el viernes 7 y sábado 8, en Latreinta Sesentayocho.

Juan Ignacio Novak
jnovak@ellitoral.com
La obra “Yo siempre me soñé novela”, dirigida por Edgardo Dib, se presentará por primera vez en la ciudad de Santa Fe. Será a través de dos únicas funciones, este viernes y sábado a las 22 en Latreinta Sesentayocho (San Martín 3068). Con las actuaciones de Milagros Alarcón y Gilda Scarpetta, esta propuesta escénica estrenada en 2015 fue subtitulada por sus propios realizadores como un “melo biodrama mentiroso”, modelado sobre la evocación de las telenovelas y el universo creado por Manuel Puig en su novela “Boquitas Pintadas”. “Con todo ese bollo que tenía en la cabeza, de imágenes, recuerdos y cosas que me emocionaban, empecé a escribir”, contó el director en una entrevista con El Litoral.
—Elegiste rendir homenaje a las telenovelas de los ‘80 y a Puig. ¿Por qué?
—Por lo general, al rendir un homenaje uno se da cuenta después. Si no, sería una presión terrible que coartaría toda expresión creativa, toda búsqueda. Las actrices me convocaron en 2014. Yo en esa época estaba trabajando con el Cervantes, yendo y viniendo. Así que, en medio de los viajes, pude hablar con ellas y me propusieron hacer una versión de “Boquitas pintadas” para dos actrices. Les dije que era complicado el tema de los derechos y les propuse hacer esto, conservando lo que ellas querían contar, pero con este cruce con esa memoria colectiva que tenemos, sobre todo los de alguna generación, de las televenolas de fines de los ‘70, los ‘80 y principios de los ‘90. Que fue apareciendo en la escritura a partir de mi memoria. Era una época en la cual yo veía telenovelas y fue un tiempo de esplendor de cierto discurso televisivo de las telenovelas que aún se ajustaba a la forma canónica del melodrama en televisión, de la mano de Andrea del Boca, Luisa Kuliok, Grecia Colmenares, Verónica Castro o Soledad Silveyra. Entonces, con todo ese bollo que yo tenía en la cabeza, de imágenes, recuerdos y cosas que me emocionaban, empecé a escribir. Lo que fue más consciente es la decisión de escribir a partir de los mecanismos escriturales de Puig en “Boquitas pintadas”. Su gran valor, más allá de la anécdota y el cuento, es como él decide escribir la novela. No tiene un narrador subjetivo ni un narrador objetivo por afuera: la va construyendo a través de distintos tipos de discursos.
—¿Cómo fue adaptar todo eso al teatro?
—Construí monólogos que a veces están compartidos, cruzados. Que están escritos a partir de esos mecanismos y también de discursos propios de los ‘80. Y ciertos pequeños homenajes a momentos paradigmáticos de la escritura de Puig.
Un discurso de mucho humor
"Dos actrices, que ansían interpretar los personajes de ‘Boquitas pintadas’, esperan noticias de su director y dramaturgo. Mientras aguardan, se cuentan los infortunios cotidianos que transitan en la crianza de sus hijos. Finalmente, una carta de su director les informa que no ha conseguido los derechos autorales de Puig, por lo cual escribirá una nueva obra titulada ‘Yo siempre me soñé novela’. A la vez, les cuenta que él no podrá estar presente ya que otros trabajos lo llevan a ciudades remotas. Decepcionadas y abandonadas artísticamente, comienzan a representar las pocas escenas del texto inédito que, a cuentagotas, van recibiendo. Así, interpretan a las protagonistas de un melodrama”, señala la sinopsis de la puesta.
—¿Hay guiños a los espectadores que comparten esa memoria colectiva que mencionabas antes?
—Sobre Puig, las telenovelas y sobre la película que hizo Leopoldo Torre Nilson de “Boquitas pintadas”, que es preciosa. Todo eso se cita en el espectáculo. Quien no lo conoce, lo disfruta desde otro lugar. Es un discurso de mucho humor, de un registro medio grotesco, medio bizarro. Pero también muy sensible porque al mismo tiempo, como indica el subtítulo, es un “melo biodrama mentiroso”. La parte de melodrama tiene que ver con la construcción de estos personajes de telenovela y la historia de la telenovela, el cuento que se cuenta. Pero todo esto está enmarcado en la historia real de estas dos actrices. Por eso el biodrama. Son dos géneros que se contraponen pero están juntos. Se cuenta en la historia el hecho de que no se hace “Boquitas pintadas”, hay un director ausente que está viajando siempre. Y la historia de estas dos actrices que son madres de cuarenta años, con hijos pequeños. En los primeros ensayos yo lo único que hacía era escuchar cómo hablaban de los hijos, de todo el trabajo que era poder dejarlos para ir a ensayar y después volver a casa, estudiar y ocuparse de ellos. Entonces las fui grabando. Y cuando ellas recibieron el texto, se encontraron con que eran cosas que ellas mismas decían antes de los ensayos.
El refugio de los clásicos
—Ahora se trata de Puig, pero en tu carrera ingresaste frecuentemente en los mundos de diferentes autores clásicos. ¿Por qué?
—A mí me cuesta mucho encontrarme con una dramaturgia contemporánea que me conmueva. En el sentido estricto de la palabra. Que me mueva, que me movilice para hacer. Los clásicos son un material seguro. Por algo son clásicos. Hay algo que trasciende las fronteras, los tiempos, en el cómo está escrito y en lo que se escribe. El famoso “cuentito”. Hay algo que trasciende. Y eso al mismo tiempo me genera un desafío: ¿Cómo pongo en escena esto? Eso, obviamente, me atrae. Pero también siempre me permito leerlos a través de mí. Con mis coordenadas de espacio y de tiempo. Por ejemplo, yo hice dos puestas de Chéjov en Santa Fe, “La casa del campo” en 2004 y “El jardín de los cerezos”, hace unos pocos años, y son muy distintos. Y creía profundamente en 2004 en contar Chéjov desde ese lugar, como creo fervientemente en este otro Chéjov.
La clave
Créditos
“Yo siempre me soñé novela” tiene diseño de espacio escénico, vestuario, iluminación y banda sonora de Edgardo Dib; realización de vestuario de Jorge Maselli, diseño gráfico de Cecilia Correnti; fotografía de Marianela Fasce; producción de Alarcón-Scarpetta; asistencia técnica de Jorge Arjona y dirección general de Edgardo Dib.
El Dato
Entradas
Tendrán un valor de 150 pesos.
Nota Relacionada
Las actrices
Gilda Scarpetta es actriz y profesora de inglés. Comenzó su formación en Rosario y desde 2006 asistió, en Buenos Aires, a entrenamiento actoral con Alejandro Catalán, Mirta Bogdasarian y Ricardo Bartís. Como actriz, trabajó en televisión en “El caso de Rodolfo Walsh”, “El elegido”, “Mujeres asesinas” y “El hombre que volvió de la muerte”. En cine trabajó en “Sin Retorno” y “El Cumple”.
Milagros Alarcón es actriz, licenciada en Artes Escénicas y productora audiovisual. Estudió en la Escuela de Teatro de Santa Fe y en la UNR. Completó su formación con Raúl Kreig, Gustavo Guirado y Ricardo Bartís. Entre sus trabajos se cuentan “Yerma”, “Quien nos quita lo bailado”, “La casa del campo”, dirigida por Edgardo Dib y la película “A cada lado”.




