Israel provee ayuda humanitaria junto a Estados Unidos con una organización paralela a las de la ONU, sistema implementado para tratar de evitar que los insumos le lleguen a Hamás, lo que es realmente muy difícil. ¿Por qué? Si hay que graficarlo en una frase, podríamos decir, sin exagerar, que esa frase sería: "Porque todos son Hamás". Esto quiere decir que el límite que define quién es del Hamás y quién no, hoy, en la Franja de Gaza, es muy pero muy delgado. Ese es el dilema con el que se encuentran las fuerzas militares israelíes en el campo de batalla (que no es precisamente el campo de césped que se podía ver en las películas de guerra, donde dos bandos perfectamente identificados se enfrentaban en un territorio apto para ellos).
Con el paso del tiempo, las agencias de la ONU se fueron organizando con población gazatí. No hay en ellas -distribuyendo la ayuda- damas de la caridad francesas o carmelitas descalzas, ni de la orden de la Madre Teresa. No, la mayoría de esas personas pertenecen al Hamás y entonces se roban los cargamentos para comercializarlos entre los sufridos pobladores que no están armados y no pueden ofrecer resistencia.
De todas formas, se ha llegado a un punto en que la presión de la tenaza militar está haciendo mella entre los terroristas que quedan activos y que mantienen a los secuestrados vivos y muertos. Como se aprecia es un caos difícil de descongestionar. Según los últimos informes de los insumos provistos por las agencias de la ONU, el 50 por ciento de los cargamentos son robados por Hamás, siendo que los mismos empleados son cómplices de las acciones.
Israel está llevando adelante una guerra multidireccional y en condiciones dificilísimas, la que Hamás planificó durante años poniendo a la población más indefensa de escudos humanos. Téngase en cuenta que el infernal hormiguero de túneles salpica toda la geografía de Gaza y por lo que se aprecia se combatirá hasta el final del Hamás, que ya no combate como ejército terrorista orgánico sino como células de guerrillas oportunistas.
Aparentemente se sabe en dónde están los secuestrados y el Ejército israelí intenta establecer mecanismos de presión para recuperar los que se puedan con vida. La cifra que se conoce, próxima a los 20 más o menos, es incierta ya que no se tiene conocimiento si dadas las extremas condiciones de confinamiento ya se ha reducido. En cuanto a las tratativas con Hamás, como lo mencioné hace más de un año, no solo "nos van a hacer parir", sino que el parto "viene de nalgas" y no se producirá.
Todo el tiempo las exigencias del Hamás cambian, aumentan la cantidad de presos para el intercambio. Exigen que la distribución de ayuda la realice la ONU (o sea el Hamás); que Israel se retire de Gaza luego de los sesenta días de la supuesta tregua del intercambio. También exigen que Israel se retire de Rafia y que permita que ingresen gazatíes que han salido los últimos años, el límite con Egipto por donde durante años se introdujeron armas y equipos para la guerra actual (se destruyeron más de 150 túneles).
Se evidencia que la gestión de múltiples interlocutores, ya sea el enviado de Donald Trump (Steve Witkoff), Qatar o Egipto (más otros países involucrados), no pueden influir o no desean presionar como corresponde al Hamás para que se siente a negociar. entonces ellos no se han corrido de sus exigencias desde el primer intercambio de secuestrados; se trata de exigencias inaceptables para la supervivencia del Estado de Israel.
Hay quienes se preguntan qué es más importante priorizar: 1) La vida de los secuestrados; 2) La vida de los soldados combatientes; 3) La seguridad del Estado. Alguien tiene que tomar las decisiones y las acciones pertinentes; ese es el gobierno, pero los hay afines y hay detractores. La situación no es fácil y entre estas disyuntivas se debate la sociedad israelí.
(*) Santafesino radicado en Israel desde 2002.