La depredación ictícola amenaza la biodiversidad fluvial. Urgen medidas drásticas para evitar la extinción masiva de especies en nuestros ríos.

RICARDO L. MASCHERONI
Hace más de una década, bajo los títulos "S.O.S. Peces" y "Paremos la depredación", escribía algunas reflexiones sobre la situación crítica de la fauna Ictícola, en la convicción de que todavía estábamos a tiempo de intentar frenar la depredación de nuestros ríos.
A través de las mismas alertaba que de no actuarse con energía, celeridad y decisión en el tema de la depredación de esta fauna, estaríamos en presencia de una nueva "Crónica de una muerte anunciada".
Pensaba que esa dolorosa realidad nos indicaba que ingresábamos en una etapa terminal y lo peor es que los tiempos se estaban agotando. Esos pronósticos alarmantes, lamentablemente, se han visto confirmados con creces.
La expresión "ya no hay peces en nuestros ríos" se escucha de boca de todos aquellos que otrora se dedicaban por gusto, esparcimiento y comercio de subsistencia a la saludable actividad de la pesca. ¿Qué ha pasado para que en unos pocos años nuestros cursos de agua se hayan transformado en desiertos húmedos, donde la vida es casi imposible y su riqueza desaparecido?
Deberíamos preguntarnos por qué un recurso que es patrimonio de todos, puede ser objeto de exclusiva apropiación por poco menos de una decena de frigoríficos que se llevan la parte del león. ¿Por qué unos pocos en desmedro de muchos?
Mahatma Gandhi decía: "La tierra produce lo suficiente para todos, pero no para la avidez de algunos". Salvando las diferencias estamos asistiendo a una época parecida a la de la extinción de los dinosaurios, salvo que estos desaparecieron por causas naturales y los peces por la acción humana.
No alcanza ya con la mera preocupación de los organismos de control, se necesitan acciones urgentes si algo queremos salvar de la debacle, como dice el dicho: "A grandes males, grandes remedios".
Entiendo y a riesgo de equivocarme, que frente a este panorama solamente cabe la prohibición de la pesca comercial para exportación, por varios años, de otra forma asistiremos a la desaparición progresiva de todas las especies, iniciada hace años con el manguruyú, después con el pacú y que hoy continúa con las restantes.
¿Qué pasará cuando el último pez se haya extinguido? ¿Cómo explicaremos a las generaciones futuras nuestra actitud omisa frente a estos recursos?
No desconozco que la sociedad en momentos difíciles tiene prioridades que hacen a su supervivencia, pero ello no justifica en modo alguno la inacción frente a esta depredación sistemática. Por lo expuesto y porque no me gustaría que en el futuro se nos recuerde como la generación que por su silencio permitió la extinción de estas especies, apelo a la ciudadanía a expresarse sobre el tema.
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Cada jubilado o pensionado (o con la "a" al final si prefieren), apenas puede pagar alimentos, luz, gas, no toma colectivos porque sus andadores o sillones con ruedas no se lo permiten; es con lo que apenas se trasladan y eso si su "salud mental" se los permite. Millones todavía se sorprenden cómo pueden a través de un diminuto aparato ver a los hijos o nietos que están a kilómetros de distancia.
Pero muchos no cuentan con él, tampoco con línea fija, porque el mundo cambió y para las empresas ellos no son redituables. Los remedios son aquel verdugo que les recuerda, en una sola toma diaria de varios "confites" de distinto color, que les queda menos hilo en el carretel.
Para algunos no hace falta, porque apenas van de la cama al baño y asistidos; mientras otros, que ni se pueden bajar de la cama, se quedan esperando una asistencia domiciliaria que no llega, o no existe, porque a los prestadores no les conviene económicamente o "por la distancia".
Esos remedios, que supuestamente le alargan la vida sin quitarles los dolores corporales, pero agregándoles los del alma, ahora están más inaccesibles. Algunos cuentan con algún familiar para bajarles una "Aplicación", pero los demás deben esperar que piadosamente en su celular de limitada tecnología, empleada, secretaria o el mismo médico, o farmacéutico, lo haga.
De no tener correo electrónico -el cartero hace años que no llama ni una vez-, debe pensar en uno y elegir una contraseña, la que seguramente para no olvidar, compartirá con ese familiar o quien le asistió; hacer captura (no abuelo, no lo busca la policía a su documento), es revelar el número de gestión que dicen, nadie lo debe conocer.
Y mientras espera que las obras sociales les den curso, si lo dan, pasaron días sin tomar esos remedios que le han robado tiempo de vida. ¿Por qué, preguntan, se la hacen cada vez más difícil?
Parecía que la tecnología les había concedido el médico virtualmente, para que subiera la orden directa a la obra social o a la farmacia. Pero como cada vez los "viejos" valen menos y para el "sistema" cuánto más rápido "partan" mejor, ahora apareció la curiosa palabrita: Token. Entonces la abuela le pregunta al nieto: ¿Toquen? ¿Toquen a quién?
El menor, que maneja prodigiosamente la computadora y alardea con su propio celular de famosa marca, sonríe y, si ama y respeta, no responderá: "No entendés nada" dejando al anciano, verlo seguir jugando en la Play, auxiliará a quien ya no tiñe sus canas (¿Para qué?... si apenas se mueve), o deben cambiarle pañales y mantener la cuota al día de un servicio de sepelios.
Señores del gobierno y de las obras sociales, no compliquen más la vida de quienes poca les queda. Simplifiquen las cosas. A pesar de todo esto que comento: mi más sincero agradecimiento a los trabajadores del sector que con mucha paciencia y muy buena voluntad ayudan a que podamos hacernos nuestro Token.
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La democracia requiere unidad y un diálogo razonable e inteligente entre todo el arco político. El pasado jueves 30 de octubre, Javier Milei se reunió en Casa Rosada con veinte mandatarios provinciales con el fin de tratar el presupuesto 2026 y la reforma laboral, tributaria y penal.
Llama poderosamente la atención que, por discrepancias políticas, no fueron invitados cuatro gobernadores pertenecientes al peronismo. La República Argentina necesita que sus dirigentes, más allá de sus diferencias, permanezcan unidos y en armonía.
No parece correcto que gobernantes de la oposición no participaran de la reunión. Si el propósito principal es conseguir que nuestra nación sea próspera, no se debe dejar a un lado y fuera de la conversación política a los que piensan diferente. Si bien los peronistas no concuerdan con los planes que lleva a cabo el presidente, se los debería invitar a participar y dialogar.
"La unión hace la fuerza y la discordia debilita". Llegó la hora de trabajar juntos. "O nos unimos todos para sacar al país adelante o nos hundimos en el fracaso".




