+ SECCIONES
El Litoral
BUSCAR
EL LITORAL
  • Todos los Títulos
  • Área Metropolitana
  • Sucesos
    • Santa Fe Policiales
  • Deportes
  • Política
    • Filtrado
  • Economia
    • Puerto negocios
    • Dolar Hoy
  • Educación
  • Salud
  • Información General
  • Clima
  • Regionales
  • Campolitoral
  • Internacionales
  • Actualidad Sabalera
  • Actualidad Tatengue
  • Arte
  • Necrológicas
  • Edición Impresa
  • Contenido Patrocinado
  • Clasificados
  • Agenda Cultural
  • Podcast
  • Servicios
  • Radios en vivo
  • Sitios
    • Mirador Provincial
    • Vivi Mejor
    • Notife
    • Sur 24
    • Revista Nosotros
    • Puerto Negocios
    • CyD Litoral
    • Educación SF
    • Norte 24
  • Escenarios & Sociedad
    • Show
  • Videos
  • Multimedia
    • Galerías de Fotos
    • Videos
    • Webstories
  • Opinión
  • Quienes Somos
  • Autores
  • Temas
  • Alianzas
  • Comercial EL

#HOY:

Maximiliano Pullaro
Javier Milei
Unión
Colón
Premios El Brigadier

OPINIÓN

La vuelta al mundo

Tulio Halperín Donghi

Por Rogelio Alaniz

Tulio Halperín DonghiTulio Halperín Donghi

Miércoles 19.11.2014
 0:41

por Rogelio Alaniz

ralaniz@ellitoral.com

Alguna vez tenía que ocurrir. Los grandes historiadores, los hombres que conversan con los muertos y los vivos, también marchan al silencio. Tulio Halperín Donghi tenía ochenta y ocho años y supongo que no necesito dar demasiadas explicaciones para sostener que fue el gran historiador argentino de los últimos cuarenta años. Explicito el tiempo, porque el otro gran historiador, el hombre que no sé si fue su maestro pero seguramente fue su guía, se llamó José Luis Romero. Como Newton, Halperín Donghi bien podría decir que “si he logrado ver más lejos, es porque me he subido a hombros de gigantes”. Él también llegó a ser un gigante. Imposible pensar los grandes problemas de la Historia sin sus aportes. Leí su último libro sobre Belgrano hace un par de semanas sin sospechar que se trataba de una despedida. “No es su mejor libro”, me dijo un amigo. No lo es, pensé, pero pocos, muy pocos podrían escribir un libro así. Tal vez no sea su mejor libro, pero allí está él, su mirada singular, su talento para instalar un punto de vista o percibir algo que hasta ese momento nadie había advertido; sus modulaciones, sus tonos, su despreocupada ironía. Durante años, el anuncio de un libro de Halperín Donghi en la calle era un momento de felicidad para quienes amamos la historia. La noticia llegaba desde algún lado y uno salía a las librerías para conseguir el libro. Esa felicidad, esa dicha, esa particular ansiedad, es una sensación que perdemos con su muerte. Algo parecido me pasaba con las películas de Bergman, Visconti y Rhomer. Él no está más, pero quedan sus libros, que nunca se terminan de leer porque, como los clásicos que merecen ese nombre, son infinitos, siempre dicen algo nuevo, nunca dejan de hablar. A “Revolución y guerra” lo debo haber leído ocho o nueve veces y ciertos párrafos de algunos capítulos los puedo repetir casi palabra por palabra. Mentiría si dijera que leerlo es un placer. Su prosa no se permite esas debilidades. Frases largas, a veces interminables, sometidas a todas las variaciones de las subordinadas, hacen de su lectura más una exigencia que un placer. Su lenguaje es la expresión de un pensamiento complejo, contradictorio, matizado por la reflexión, liberado por la ironía. Alguna vez se me ocurrió postular que Romero es el Borges de nuestra historia; y Halperín Donghi, el Faulkner. Como Faulkner, su escritura es torrencial y a las revelaciones e interrogantes hay que hallarlos en el inquietante descenso de las subordinadas, en los laberintos de sus infatigables frases. En verdad, leerlo no es un placer, pero es un desafío a la inteligencia. Hay libros que se leen sin riesgos, como si se tomara un vaso de agua; algunos se comparan con esas copas que se saborean a la hora del aperitivo. Tragos livianos para bebedores livianos. Por el contrario, los libros de Halperín Donghi siempre fueron un trago fuerte, uno de esos tragos que hay que tomar con sorbos cortos y paladeando la calidad del vino. Con muy pocos autores uno tiene la sensación -al concluir su lectura- de que es más inteligente, que su visión del mundo se ha ampliado y que en lugar de conformismos o saciedad, lo que se abre son nuevos interrogantes. Con muy pocos libros pasan esas cosas. Los de Halperín Donghi cumplen al pie de la letra con estas exigencias. José Luis Romero es el otro. Durante años, debatir acerca de las modalidades de la escritura de “José Hernández y sus mundos”, por ejemplo, se tornó en un hábito cotidiano, en un vicio de prolongadas tertulias de sobremesa. En lo personal, creo que en ciertos momentos se le va la mano y la lectura se hace innecesariamente farragosa. Quienes lo trataron dicen que alguna vez -y con la prudencia del caso, porque sus respuestas podían ser temibles- le observaron estos límites. Por supuesto nunca les llevó el apunte. En Halperín Dongui, esa escritura fue una marca en el orillo, y para acceder a su genio había que resignarse a atravesar por esa jungla de palabras donde a veces ni siquiera la cortesía de una coma o un punto seguido le permitía al fatigado lector una pausa. El estilo de Halperín Donghi es inseparable de él, de su manera de relacionarse con sus pensamientos, de su manera de representar la realidad, de construir escenarios. El problema, en todos los casos, no es él y su escritura, sino aquellos que suponen que para ser un buen historiador hay que escribir como él. Una escritura así, sin el brillo de su inteligencia, sin la aspereza de sus ironías, sin las lecciones de su sabiduría, es una caricatura, un indigesto guiso de palabras. El talento, la creatividad, la lucidez, exigen condiciones irreductibles a la imitación o a la presunción de que se alcanza el genio de Faulkner o de Halperín Donghi porque se escriben frases largas que se extienden hasta el fin de la página sin piedad ni misericordia para el lector. Salvo su primer libro sobre Echeverría, y su tesis sobe los moriscos en el reino de Valencia, creo haber leído toda su obra. Sus libros de historia y sus excelentes ensayos y prólogos. No aporto novedad alguna si digo que su obra cumbre es “Revolución y guerra: afirmación de una élite dirigente en la Argentina criolla”. Lo leí hace muchos años en las sierras de Córdoba. Me llevó quince días leer el libro para arribar a la resignada conclusión de que si quería aprovecharlo en serio, lo mejor que podía hacer era empezar a leerlo de nuevo. Fue lo que hice. Renegué con su escritura, pero a la segunda lectura supe que nunca más podría apartarme de ese fraseo, pero por sobre todas las cosas aprendí lo que era un historiador de fuste haciendo su trabajo. “Revolución y guerra”, no sólo me enseñó cómo se constituye una élite dirigente, cómo se produce el pasaje del letrado colonial al intelectual revolucionario, cómo se construye el poder, sino que en ese libro que una vez que agarra al lector no lo suelta más, aprendí a pensar históricamente, a asumir la complejidad de los procesos históricos, a rechazar las interpretaciones y determinaciones lineales, a hacer inteligibles los hechos históricos desde la historia misma; a decir ante la resolución de cada problema histórico: “Y sin embargo hay otra vuelta de tuerca”. El otro libro para llevar a una isla es “Una nación para el desierto argentino”. Tal vez sea una continuidad de “Revolución y guerra”. Es probable. Está impecablemente escrito. ¿Historia de las ideas, historia política, historia de los intelectuales, historia social? No lo sé. Pero Halperín Donghi lo sabe. Mejor dicho, sabía que en historia, como en literatura, los géneros no existen o no son lo más importante. También sabe que no hay historia sin teorías, aunque para el buen historiador las teorías son un respaldo, una palanca, nunca la sustitución de la historia. Se dice que después de “Revolución y guerra”, nunca más pudo escribir un libro de ese nivel, no porque se hubiera agotado su creatividad, sino porque en 1966 y ante la irrupción de los militares liderados por Onganía, renunció a su cátedra y se fue a los Estados Unidos de Norteamérica donde trabajó en Harvard y Berkeley. No fue un exiliado en el sentido estricto de la palabra, pero fueron razones políticas las que lo obligaron a dejar su país. Nunca dejó de pensar a la Argentina y nunca dejó de volver, sobre todo después de la recuperación de la democracia. Ya para entonces, era un prócer consagrado. Sus adversarios revisionistas impugnaban algunas de sus ideas, pero no podían desconocer su obra. Alguna vez lo acusaron de gorila y alguna vez dijeron que era demasiado conservador. Jamás perdió el sueño por esas imputaciones. Me consta que conversar con él no era fácil. Ni pedante, ni soberbio; mucho menos fanfarrón, era sencillamente complicado y lo sabía. Algo de esto se insinúa con mucha discreción en su libro “Son memorias” y en algunas entrevistas. Sin embargo, los que lograban superar las barreras levantadas con tan esmerado esfuerzo, descubrían a un hombre espléndido, un conversador ameno, un polemista refinado y elegante y un amigo leal. Intimidades al margen, con su muerte la Argentina pierde a uno de sus intelectuales más reconocidos en el mundo y sus lectores nos perdemos la posibilidad de disfrutar de nuevos libros.

Con él se aprende a pensar históricamente, a asumir la complejidad de los procesos históricos, a rechazar las interpretaciones y determinaciones lineales...

#TEMAS:
Edición Online

Suscribite a nuestro newsletter


SUSCRIBIRME

Acepto recibir las noticias de El Litoral en mi correo.

TENES QUE SABER
Detuvieron a una pareja por una sangrienta balacera en barrio Barranquitas
Estudiantes pagó caro el gesto de espaldas a Rosario Central y Verón fue suspendido por seis meses
"Qué raro que no sepas que actúo": el duro cruce entre La China Suárez y Julieta Poggio
Nueva York celebró el Desfile de Acción de Gracias con una fiesta de globos y estrellas
El Concejo de Santa Fe aprobó el Presupuesto Municipal 2026: estos fueron los cambios clave

Te puede interesar:


  • Martín Fierro de Cable 2025: lo que tenés que saber
  • Alerta amarilla en Santa Fe: tormentas eléctricas y posibles granizadas
  • Mi relincho en la batalla del Gamonal
  • Suárez, tras la aprobación del presupuesto: “Hay que celebrar estos niveles de institucionalidad”
  • Las obras que podría realizar la Municipalidad de Santa Fe a través de pedido de crédito
  • Detuvieron a una pareja por una sangrienta balacera en barrio Barranquitas
  • Estudiantes pagó caro el gesto de espaldas a Rosario Central y Verón fue suspendido por seis meses
  • "Qué raro que no sepas que actúo": el duro cruce entre La China Suárez y Julieta Poggio

Política

Ceremonia en Washington Javier Milei canceló el viaje al sorteo del Mundial Estados Unidos-Canadá-México 2026
Nuevo rol en el Congreso Senadores elogiaron a Scaglia en su última sesión como vice
Energía El Gobierno avanza con la eliminación de retenciones al petróleo convencional
Por unanimidad Acuerdo legislativo para siete jueces y dos fiscales
Por unanimidad La Legislatura suspendió al fiscal acusado de falsificar el robo de ruedas ante su seguro

Área Metropolitana

Concejo Municipal de Santa Fe Suárez, tras la aprobación del presupuesto: “Hay que celebrar estos niveles de institucionalidad”
Aprobado por el Concejo Las obras que podría realizar la Municipalidad de Santa Fe a través de pedido de crédito
Ciudad capital El Concejo de Santa Fe aprobó el Presupuesto Municipal 2026: estos fueron los cambios clave
Santa Fe - Santo Tomé Ya se construyeron la mitad de las pilas del nuevo puente Carretero
Ciudad de Santa Fe Cortes y desvíos sobre Mendoza y sus esquinas con 9 de Julio y San Jerónimo

Sucesos

Santa Fe Detuvieron a una pareja por una sangrienta balacera en barrio Barranquitas
A sangre fría Ejecutaron a tiros y por la espalda a un hombre en Santo Tomé
A 20 años de prisión Condenaron a un empresario santafesino que abusó de sus dos hijas
Caso Cecilia Strzyzowski El clan Sena pidió informes médicos en plena audiencia y la jueza rechazó la maniobra
Se investiga Denuncian a un movilero por llevarse golosinas sin pagar de un kiosco en Recreo

Información General

Clima Alerta amarilla en Santa Fe: tormentas eléctricas y posibles granizadas
Este viernes Diana Maffía en la celebración de los 40 años de Acción Educativa
Vigentes hasta el 3 de diciembre Mirá las ofertas en Alvear Supermercados
Jean-Christophe Fleury El Cónsul General de Francia en el país, un diplomático apasionado por el tango argentino
Panorama astrológico Horóscopo de hoy 27 de noviembre de 2025
El Litoral
  • Campolitoral
  • Revista Nosotros
  • Clasificados
  • CYD Litoral
  • Podcasts
  • Mirador Provincial
  • Viví Mejor
  • Puerto Negocios
  • Notife
  • Educacion SF
Hemeroteca Digital (1930-1979) - Receptorías de avisos - Administración y Publicidad - Elementos institucionales - Opcionales con El Litoral - MediaKit
El Litoral es miembro de:
adepa.org.ariab.comadira.org.ar
afip.gob.ar