- ¡Diarioooosss… diariooooos! ¡Salieron los diarios!
- ¡Diarioooosss… diariooooos! ¡Salieron los diarios!
- Me das uno pibe….
Estamos en manos del tiempo que se nos va y del progreso que nos devora. Es algo innegable e inevitable, por lo tanto de manera poética y precisa les digo que el tiempo se fue abriendo y el progreso ha ganado terreno, moldeando nuestra forma de vida.
Estamos invadiendo lo desconocido y esta idea de movimiento nos sugiere que las cosas van cambiando, evolucionando, y nos ubican en las puertas mismas de un "mejor vivir", con "otras posibilidades", dicen. Y que así debe ser, entiendo… cambiar para mejorar. ¿Si no, para qué cambiar?
Los medios electrónicos y adelantos tecnológicos se vienen imponiendo, cada vez son más notorios y "enérgicos": la adaptación a los mismos no se debe demorar. Y fueron precisamente esos medios los que desplazaron los tradicionales intermediarios de la comunicación con el público, como fueron los tradicionales diarios, un auténtico producto fresco y fugaz.
Correlativamente, también fue quedando en el olvido ese exponente icónico como "el canillita", "el canilla", el popular vendedor de diarios.
En 1969, el santafesino Julio César Gutiérrez Martín (o simplemente, Julio Martín) le rindió merecido homenaje al canillita, asignándole el nombre que, a su juicio, merecía: "el diario en sí mismo". Así fue como Julio se acordó del que trabaja y canta, canta y silba, viviendo a "puro pulmón" por la necesidad de subsistir. Y lo hizo, dedicándole el tango titulado "Para vos canilla":
"Manos laburantes moldearon tu arcilla/ mezcla milagrera de obrero y gorrión/ quien nace diariero morirá canilla/ cumpliendo en la vida la ley del pregón"
El canillita, el clásico, el del voceo diario e insistente, el impetuoso vendedor que ensalza las noticias, el que basándose en las mismas, a veces las exagera como método de venta. Cuando no hay noticias fuertes, se las ingenia y le da una vuelta de tuerca a lo que hicieron lo editores en la redacción, posiblemente para salvar una tarde negra de ventas.
"Por vos Buenos Aires se despierta al alba/ colgando en el aire sus trapos al sol/ sos el estribillo de un tango que arranca/ allá entre las teclas de una redacción"
El canillita fue parte del paisaje ciudadano (nuestro paisaje ciudadano), con su pregonar característico… estirando al máximo posible la oooooo. Era el que se trepaba y bajaba de los colectivos, tranvías y trenes, con la agilidad increíble de un atleta de elite.
Recuerdo los puntos de encuentros ya definidos donde se agolpaban aguardando la llegada del camión con los fardos de diarios que una vez retirado, algunos a "pata", otros en bicicletas salían raudamente en busca de los clientes ocasionales o "los fijos", los que no fallan.
Este himno de Julio Martín (letra) y Horacio Quintana (música) evoca la tarea más íntima del canillita y su incansable lucha por la vida. La esquina fue su casa, el pregón su canto, hizo culto a su trabajo y así logro su mantención:
"Canilla/ quien peinas canas diarieras/ habrá soñado cien quimeras/ que el tiempo hizo mil astillas/ Canilla/ peleando la vida a gritos/ ganaste un kilo de amigos/ que tu parada acaudilla/ Hermano/ la noche me dio un barato/ pa´estar en tu esquina un rato/ y evocar con tu pregón una leyenda sencilla/ que cuenta como un canilla/ la vida lo hizo gorrión"
Los sobrevivientes consumidores, entre los que me incluyo, seguimos con el papel, independientemente de alguna visita a la "red". No con la intención de enterarnos de algo nuevo ni de formación, pero sí por formar parte de la rutina de una época donde por ser "pasada" fue mejor (al menos para mí, aunque creo que muchos comparten mi opinión):
"Pegao a tu silbo anda siempre un tango/ hijo de la noche que se arrima a vos/ porque sabe en fija que tiene un amigo/ en todos los sitios donde hay un pregón"
El "canilla" sigue estando presente en la cultura popular y cualquier equina cobra vida con solo imaginar la imagen de ese niño inquieto, metedor, seguidor, sonriente y pícaro, sin oficio de vendedor pero seguramente hábil para colocar el producto y… sin diario no te ibas, o el adolescente con mas cancha y mas labia te hacía cambiar de idea y te nutría de ese material de lectura.
Bien definido están estos personajes porque el grito del "canillita" es aquel que trabaja y canta viviendo a puro pulmón.
El poeta uruguayo Emilio Frugoni en su poema "El Canillita" lo define como "pájaro de un ala" y entre otras cosas le dice: "Ya te encontré pájaro de un ala, tu ala es de papel a rayas negras sobre una hoja blanca, ya te encontré pajarito que corre y salta sostenido por una única ala (…)". El tiempo del "canillita" ya pasó.
"Ya fue", como dicen ahora. Menos para los que, con pasión y dedicación, fuimos parte de un pasado que todo, todo, todo, se lo llevo el almanaque. Bien lo dice la letra de esta maravillosa obra de Julio Martín: "Quien nace diariero, morirá canilla, cumpliendo en la vida la ley del pregón". Hasta la próxima.




