Jueves 27.2.2020
/Última actualización 17:05
Días después que Santa Fe expulsara a fines de marzo de 1815 a las autoridades enviadas desde Buenos Aires, proclamara su espontánea erección en provincia con el territorio de su jurisdicción y se sumara a la causa de los Pueblos Libres que seguían la política de Artigas frente al centralismo del Directorio, fue izada en la plaza, por primera vez, la bandera celeste y blanca creada por Belgrano en las barrancas de Rosario, aunque con el aditamento del rojo federal que el caudillo oriental le había agregado en una franja diagonal.
“El Ilustrísimo Cabildo nombró gobernador interino a D. Francisco Antonio Candioti hasta que se pudiese reunir el pueblo para nombrar en propiedad dice en sus Apuntes don Urbano de Iriondo y luego se enarboló la bandera de la libertad, con toda solemnidad e medio de la plaza, compuesta de una faja blanca en el centro y una encarnada que la cruzaba”.
Pese a lo que se afirma con ligereza, no se alzaba contra la bandera de Belgrano en actitud de cisma, en el que Artigas no pensó nunca, sino por el contrario, como reafirmación del sentimiento patricio y de los altos ideales de independencia y libertad que alentaron el 27 de febrero de 1812 a su creador ilustre y enfrentaba la bandera española que como expresión de una política vacilante se mantenía enarbolada en la fortaleza Buenos Aires, donde tenía su sede el titular del Directorio.
A este respecto , Fray Cayetano Rodriguez escribió desde Buenos Aires, el 26 de octubre de 1814, a un amigo del interior: “Aquí flamea la bandera española en el fuerte con rabia universal. Dicen que así conviene porque no somos todavía una nación reconocida por las demás potencias. Pero sellamos dinero que es más. Tenemos armas de la patria, hemos quitado de todas partes el busto de Fernando y otras mil cosas. Ve si puedes salvar esta contradicción...”
Artigas, en cambio, que había inscripto la declaración de la independencia como punto capital de su programa de acción y había protegido a los Pueblos Libres para que declararan su independencia local dentro de la Confederación anhelada para la patria grande, alzó en alto la bandera que Belgrano había dado a la nación.
El 17 de enero de 1815, Blas Basualdo, el jefe artiguista, escribió desde Saladas a José Silva gobernador de Corrientes, dándole instrucciones para celebrar el triunfo de Guayabos, disponiendo “que en agradecimiento de tan grandes beneficios, se celebre una misa de gracias, con repiques de campanas y asistencia de todos los tribunales, prelados de comunidades y ciudadanos de ese gobierno, con inteligencia que enarbolará la bandera azul y blanca ese día, porque así lo ordena mi general”.
Dieciocho días más tarde, el mismo gobernador de Corrientes recibió una carta de Artigas sobre la bandera: “No ha dejado de excitar nuestros temores le decía el Protector la publicidad con que Buenos Aires mantiene enarbolado el pabellón español. Si para disimular este defecto ha hallado el medio de levantar con secreto la bandera azul y blanca; yo he ordenado que en todos los pueblos libres de aquella opresión, se levante una igual a la de mi cuartel general: blanca en medio y azul en los dos extremos y en medio de estos unos listones colorados, signo de la distinción de nuestra grandeza, de nuestra decisión por la República y de la sangre derramada para sostener nuestra libertad e independencia”.
Recién el 17 de abril de 1815 ya triunfante el movimiento que derrocó a Alvear, como culminación de una conmoción nacional en su contra, de la que fue factor detonante la acción de Artigas y los Pueblos Libres, se izó en la fortaleza de Buenos Aires la bandera creada por Belgrano.
“Este mismo día 17 de abril escribe Juan Manuel Berutti en sus memorias amaneció puesta en la asta de la Fortaleza la bandera de la Patria, celeste y blanca, primera vez que ella se puso pues hasta entonces no se ponía otra sino la española; cuya bandera la hizo poner el comandante de la Fortaleza, que el día antes fue nombrado por Soler para su cuidado y defensa, el coronel don Antonio Luis Berutti, con la cual se entusiasmó en sobremanera el Pueblo en su defensa, y desde este día ya no se pone otra sino la de la Patria”
Declarada la independencia nacional, el Congreso de Tucumán adoptó oficialmente la bandera, el 25 de julio de 1816. “Elevadas las provincias en Sur América dijo al rango de una nación después de la declaración solemne de la independencia, será peculiar distintivo la bandera celeste y blanca de que se ha usado hasta el presente y se usará exclusivamente en los ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, ínterin decretada al término de las presentes discusiones la forma de gobierno más conveniente al territorio, se fijen conforme a ella los jeroglíficos de la bandera nacional mayor”.
Los Pueblos Libres del litoral seguirán usando, sin embargo, como banderas provinciales las creadas sobre el modelo artiguista, y en las invasiones de los ejércitos del Directorio enviados para someterlas, han de haberse enfrentado penoso es decirlo en el choque ineluctable y doloroso, la bandera celeste y blanca con la que había nacido precisamente para sostenerla, por una de esas paradojas tan frecuentes en la vida de los pueblos y de los hombres.
Hoy, en los días en que se conmemora el rapto de inspiración patriótica en que se alzara en las barrancas de Rosario su creador ilustre, recordemos el día -3 de abril de 1815, anota Diez de Andino en el que (aunque con el aditamento del rojo federal) los santafesinos la vieron alzarse, emocionados por primera vez, como expresión de sus ideales de independencia y libertad.