A la rutina de un hospital público y de puertas abiertas como es el Cullen, donde la gente se cuenta de a miles, se sumaron esta mañana distintas concentraciones por parte del personal —agrupados en Upcn, ATE y en Siprus— en reclamo de mayor seguridad. El detonante fue lo ocurrido ayer por la tarde, en inmediaciones de la Sala 7 de mujeres, donde resultó herido de bala un joven.
Ante la gravedad del hecho, los ministerios provinciales de Salud y de Seguridad no logran consensuar quién debe hacerse cargo del problema y de buscar las soluciones.
Miguel González, secretario de salud de la provincia, señaló que el episodio de ayer excedió las responsabilidades de salud. “No se trató de una situación de violencia porque hubo una mala atención o porque un familiar reaccionó mal ante una mala noticia, que son cuestiones que nos atañen directamente y sobre las cuales trabajamos a diario, sino que fue un delito en un espacio público, como podría haberse dado en cualquier otro espacio público”, comenzó explicando el funcionario.
En este sentido, remarcó la necesidad de que el Ministerio de Seguridad tome cartas en el asunto. “Me reuní con el secretario de Seguridad, Matías Drivet, y estamos abiertos a que nos digan cuál es la mejor solución para garantizar la seguridad de los trabajadores y de quienes concurren al hospital”.
Si bien el secretario de Seguridad de la Provincia, Matías Drivet, reconoció que el episodio de ayer excede a salud porque “es un conflicto exterior llevado al interior del hospital”, señaló que “todo lo que es cuestión dentro del hospital lo tiene que resolver el propio hospital y el Ministerio de Salud” y que ellos sólo pueden “hacer recomendaciones”.
Consultado sobre la posibilidad de instalar detectores de metales, Drivet dijo que “llevaría meses porque las máquinas hay que traerlas de afuera”. Y agregó: “Cualquier medida que se tome tiene sus efectos y desventajas. Se trata de un hospital público y no se puede restringir el acceso. ¿Quién decide quién entra y quién no?”.
Por su parte, González sostuvo: “Nosotros no somos especialistas en seguridad. Necesitamos que los que saben del tema analicen las posibilidades y nos digan cuál es la mejor solución. Si se trata de poner detectores de metales o cámaras, desde Salud estamos dispuestos a hacer la inversión necesaria, pero tenemos que saber que esos dispositivos nos van a garantizar la seguridad”.
En tanto, Drivet aseguró que desde Seguridad se venía trabajando para “cambiar la circulación dentro del hospital y por dónde entrar”, así como se mejoró la presencia policial. De todas formas, dijo que “en un espacio de acceso público, hay cuestiones que no son previsibles”.
Preocupación
La dirección del hospital, encabezada por el doctor Francisco Sánchez Guerra, también se mostró muy preocupada por el hecho y no titubeó a la hora de remarcar la necesidad urgente de medidas. “Lo que pasó ayer es distinto a otros hechos que ocurrieron con anterioridad. Estábamos casi acostumbrados a médicos agredidos y enfermeros golpeados, pero no a disparos en el interior del hospital”, refirió el director Sánchez Guerra. Y agregó: “El hecho fue gravísimo porque ingresaron delincuentes a cometer un acto delictivo de la misma forma que lo hacen en una plaza o en la calle; y desde ya que nos preocupa porque acá estamos entrenados para brindar salud y la comunidad nos está exigiendo que brindemos seguridad, materia en la que no estamos capacitados”.
Los pedidos por mayor presencia policial en el interior del nosocomio fueron muchísimos durante 2013, pero a la fecha sólo hay un efectivo policial que cumple tareas administrativas y veinte vigiladores que “no tienen poder de policía sino que se ocupan de caminar por los pasillos para controlar que no haya canillas abiertas ni desmanes”.
Sánchez Guerra, desde un punto de vista personal, estaría de acuerdo con una restricción de ingresos en los horarios de visitas, con la colocación de detectores de metales y de cámaras de seguridad. Ello, aclaró, en virtud de posibles medidas que deberán determinar las autoridades de Seguridad lo antes posible. “El Cullen es un hospital de puertas abiertas, con 350 camas. Obviamente los horarios de visita son muy concurridos. En salud, la contención familiar es parte de lo terapéutico y por eso éste es un nosocomio de puertas abiertas. Lo que pasa es que acá la vida no vale nada, y muestra de ello es lo que pasó ayer por una cadenita y un celular”, señaló.
































