El muralista "Cobre" rompió el silencio: "La sentencia carece de fundamentos"
El artista asegura que los testigos de la denunciante solo repitieron un guion, y que el juicio estuvo viciado por preconceptos. Mientras, aguarda el resultado de la apelación
El muralista "Cobre" rompió el silencio: "La sentencia carece de fundamentos"
La mañana del miércoles, el muralista santafesino Andrés Iglesias, conocido en el ámbito artístico como Cobre o Niño de Cobre, visitó la redacción de El Litoral acompañado de su esposa y su hija pequeña. La intención era clara: ofrecer su versión del caso que lo tiene en el centro dela escena judicial desde 2023, cuando fue imputado por abuso sexual, y que actualmente espera que la condena quede firme.
Sentado frente al cronista, Iglesias habló con calma, aunque con una mezcla de indignación y desolación. Desde su perspectiva, la condena de 7 años y 6 meses carece de fundamentos sólidos. "No hay ningún tipo de evidencia. Todo se basa en un relato ensayado y preparado, con la intención clara de hacerme daño", afirmó, destacando que su testimonio nunca fue considerado de manera efectiva durante el proceso judicial.
Testigos y un guión repetido
El muralista denunció que desde el inicio fue tratado como culpable: "El que se sienta en el banquillo ya es culpable, y lo que queda es demostrar que no lo es. Pero nunca hubo preguntas reales que pudieran cambiar la percepción del juez. Mi versión no pesó en absoluto". Iglesias también apuntó al rol de los testigos de la denunciante: "No conocía a ninguno. Ninguno de esos testigos tenía una imagen real de mí. Simplemente repitieron un guion que les dio la denunciante".
Cobre explicó cómo la causa afectó la estabilidad económica de su familia. "Perdí trabajos en el extranjero". Crédito: Flavio Raina.
Más allá del ámbito judicial, Iglesias reflexionó sobre el impacto social y laboral del caso. "Perdí trabajos importantes, sobre todo en el extranjero, que es donde generaba ingresos para sostener a mi familia. Por suerte, sigo trabajando en Santa Fe y Argentina, pero no es lo mismo", comentó. Destacó que, pese a todo, recibe apoyo de muchos sectores de la sociedad que conocen su trabajo y su trayectoria. Incluso recordó que recientemente pintó un mural de gran escala en Funes, cerca de Rosario, mostrando que su actividad artística continúa, aunque limitada.
"No busca justicia, busca hacer daño"
Iglesias se refirió también a la relación con la denunciante, que duró nueve meses: "Cinco de esos meses estuve trabajando afuera. Es imposible controlar a alguien desde la distancia. Nunca lo hice". Explicó que la relación terminó de manera adulta y cordial, y que incluso mantuvieron contacto posterior, de manera limitada y respetuosa, incluyendo saludos por cumpleaños de su hijo.
Sobre el origen de la denuncia, señaló que percibe "una intención de hacer daño" más que una búsqueda de justicia, vinculada a conflictos previos con su expareja y a malentendidos sobre su vida familiar.
Iglesias asegura que la mayoría de quienes lo conocen lo apoyan y que solo un sector minoritario lo prejuzga por su exposición y trayectoria profesional. Crédito: Flavio Raina.
En su relato, Iglesias también reflexionó sobre la dimensión social del caso. Reconoció los avances del feminismo y la importancia de la lucha contra la violencia de género, pero advirtió que "una condena no puede basarse únicamente en un relato sin pruebas objetivas".
"No hay nada que negociar"
Consideró que en su caso, la percepción social negativa es limitada: "La condena social real es mínima. La mayoría de la gente que me conoce sabe cómo soy y me apoya. Sí hay un sector minoritario que prejuzga por cuestiones de exposición, género y posición social".
Finalmente, aseguró que seguirá defendiendo su inocencia. "Jamás haría lo que se me acusa. Estoy completamente seguro de ello. Nunca intenté negociar un acuerdo porque no hay nada que negociar. Quiero que la justicia actúe con pruebas contundentes y respete todas las instancias del proceso. Todo lo demás es daño injustificado", concluyó.
Entre la mirada de un artista internacionalmente reconocido y un hombre inmerso en un proceso judicial complejo, se dibuja un escenario donde la justicia, la reputación y la vida familiar convergen en un mismo punto: la espera por la firmeza de un fallo que definirá no solo su futuro penal, sino también su historia personal y profesional.