La madrugada del martes en Crespo al 3500, en el límite difuso entre los barrios República del Oeste y Roma, se convirtió en escenario de una cacería urbana.
Personal policial, junto a la GSI, aprehendió a un individuo que se ocultaba dentro de un inmueble en Crespo 3500 con intenciones sospechosas.

La madrugada del martes en Crespo al 3500, en el límite difuso entre los barrios República del Oeste y Roma, se convirtió en escenario de una cacería urbana.
Allí, un hombre fue sorprendido dentro de una cochera, en circunstancias que los vecinos describen como "sospechosas". No se trataba de un ladrón al voleo: antes había cortado el suministro eléctrico de la cochera lindera, lo que lo mantenía en las sombras mientras buscaba la oportunidad de dar un zarpazo.
Pero esa estrategia quedó al descubierto cuando una vecina escuchó ruidos en el techo y los perros, enardecidos, empezaron a ladrar con furia. La mujer —aún con la adrenalina en la voz— lo recuerda con claridad:
"Escuché movimientos arriba, los perros se volvieron locos. Cuando largo la perra al balcón, ladra con desesperación y ahí me doy cuenta de que algo raro estaba pasando. Después veo que llega la Guardia de Seguridad Institucional, y más tarde la policía. Ahí ya estaba todo el movimiento armado".
El intruso, acorralado, intentó escapar a través de los techos. La escena fue caótica: corridas, linternas que rasgaban la oscuridad y los uniformados escalando como si se tratara de un operativo comando. Finalmente, una sombra delató su escondite y fue reducido tras saltar desde lo alto.
La vecina, que presenció la secuencia desde su casa, agregó un detalle inquietante: esa misma persona ya había aparecido antes frente a su domicilio.
"Lo vi dos veces sentado en la puerta de mi casa, en horarios distintos, incluso un domingo a la tarde. Y después me doy cuenta que hacía varias horas que estaba en los techos, desde eso de las ocho y media de la noche. Me dio miedo. Si quedaba adentro, con herramientas, podía intentar entrar", confiesa.
La situación expuso nuevamente la fragilidad del barrio, donde los vecinos denuncian robos reiterados y la presencia de desconocidos que merodean por las calles para luego internarse en el Parque Garay.
El operativo cerró sin heridos, pero con la amarga certeza de que la inseguridad sigue acechando, incluso cuando la ciudad duerme.




