Un contador y empresario santafesino fue condenado este jueves a 20 años de prisión por haber abusado sexualmente de dos de sus hijas.
Víctor D. fue denunciado en 2015 y una década después llegó a juicio. El tribunal remitió a la Corte las declaraciones de dos integrantes del equipo interdisciplinario del Poder Judicial.

Un contador y empresario santafesino fue condenado este jueves a 20 años de prisión por haber abusado sexualmente de dos de sus hijas.
Así lo resolvió el tribunal conformado por los jueces Pablo Ruiz Staiger, Leandro Lazzarini y Gustavo Urdiales, cuya sentencia fue unánime.
Víctor D., cuyo apellido se reserva para no revictimizar a sus hijas, fue hallado responsable de “abuso sexual gravemente ultrajante calificado vínculo” en concurso ideal con “promoción a la corrupción de menores agravada por la edad, el vínculo y violencia” en dos hechos, y “desobediencia a mandato judicial” en otros dos hechos.
El fallo también supuso la remisión a la Corte Suprema de la Provincia los registros de las declaraciones en juicio de dos integrantes del equipo interdisciplinario del Poder Judicial, a fin de que se evalúe su accionar ya que señalaron que los hechos relatados por las víctimas no consistieron en abusos sexuales porque estaban naturalizados.
Esto había sido solicitado por la fiscal Jorgelina Moser Ferro y los querellantes Carolina Walker Torres y Matías Pautasso.
La defensa del empresario, vinculado a una empresa de limpieza y al rubro seguros, estuvo a cargo de los abogados particulares Franco Scali y Josefina Carlen.
Víctor D. (47) fue denunciado en 2015 por su exesposa, madre de sus hijas. Una de las niñas le había contado a una amiga que su papá la tocaba donde no debía, y los padres de esta amiga le comunicaron lo ocurrido a la mamá de la nena, que decidió denunciar.
El empresario llegó a juicio acusado de haber sometido sexualmente a dos de sus hijas en reiteradas oportunidades, desde que tenían 3 y 5 años hasta la adolescencia.
Según detalló el bloque acusador, los abusos ocurrieron en un contexto familiar determinado, en el que Víctor D. golpeaba y violentaba psicológicamente a la madre de sus hijas frente a las niñas, amenazaba con dejarlas en la calle y les decía que su mamá iría presa.
Además, señalaron que cuando las nenas se resistían a los abusos, consistentes en tocamientos y besos en lugares inapropiados, el acusado les pegaba y les decía “que tenía derecho a tocarlas porque era su padre”.
Tras la denuncia, las niñas fueron entrevistadas en cámara Gesell y por el equipo interdisciplinario del Poder Judicial, que intervenía en la causa que tramitaba en el fuero de Familia.
En su informe, el equipo concluyó que no existieron abusos, sino que se trataba de muestras de afecto del padre a sus hijas, que estaban naturalizadas en la dinámica familiar y tomaron una connotación sexual tras la separación de los padres. El documento fue utilizado como prueba en el juicio, y revalidado por dos de las profesionales intervinientes.
Tanto la fiscalía como la querella, en sus alegatos finales, cuestionaron las actuaciones. La querella interpuso una denuncia penal.
Las víctimas, actualmente mayores de edad, asistieron al juicio y declararon ante el tribunal. Se refirieron a la tortuosa década que lleva el proceso penal, durante el cual se sintieron desamparadas y juzgadas.




