El gesto de Minella: se comparó con el Patón Aguirre en medio de tanta alegría
El técnico-hincha sabalero vivió una jornada muy especial, se sentó por primera vez en ese banco de suplentes en el que desfilaron “próceres” de entrenadores pero él lo recordó al Patón Aguirre, que dirigió a Colón en el 87-88 y le fue bastante bien.
El gesto de Minella: se comparó con el Patón Aguirre en medio de tanta alegría
Martín Minella vivió un día muy especial. Mucho más para él, que es un técnico-hincha, algo que tiene sus “pro”, pero también sus “contras”. El mismo lo reconoció, cuando dijo que lo seducía la idea de poner al Pulga de enganche y repetir el doble “9” (Castro-Gigliotti) que puso en Resistencia. Pero “mis colaboradores me frenaron”. Lo vive así, con la responsabilidad mayúscula que le otorgaron – y que él mismo reconoce que rinde examen en cada partido cuando dijo que “los dirigentes me pidieron que prepare el partido en Salta” - y, a la vez, con ese deseo de que el equipo gane porque eso también va a alegrarlo en su condición de “hincha”.
Es decir, Martín Minella no es un entrenador común y corriente que llega a un club a sentarse en un banco de suplentes o a trabajar en la semana para preparar un equipo. Es un hombre que, además, lleva bien adentro el sentimiento sabalero de esos mismos que van a la tribuna a alentar. La pertenencia a la institución está fuera de discusión; lo que debe evitar, es que su condición de hincha le termine jugando una mala pasada.
En el post partido marcó un par de “diferencias” interesantes, más allá de haber reconocido cuál era su idea inicial respecto de la formación del equipo. Una de esas “diferencias”, fue cuando explicó por qué motivo puso a Yunis, a Conrado Ibarra y los hizo debutar a Zahir Ibarra y a Lautaro Gaitán. “Distinto a cualquier entrenador, mi ventaja con estos jugadores es que los conozco, los he entrenado y sé lo que me pueden rendir”, señaló. Y no dejó de ser una apuesta de “riesgo” que le salió bastante bien. Ninguno de los pibes desentonó. Lo de Zahir Ibarra (el que Gugnali convocó para la selección sub 20 del ascenso y lo llevó a una gira por Japón) fue aceptable, Conrado Ibarra fue de lo mejorcito que tuvo el equipo a nivel individual, Yunis cumplió como ya lo había hecho en Chaco y Lautaro Gaitán fue de menor a mayor y terminó acalambrándose por el enorme despligue (y quizás una buena porción de lógicos nervios por el debut).
Minella se inspira en el legado del recordado Oscar “Patón” Aguirre.
Lo otro que Minella marcó y que no dejó de ser un reconocimiento, fue cuando le preguntaron qué había sentido al ocupar por primera vez ese lugar de entrenador en el banco de suplentes de la cancha de Colón (los otros dos partidos que dirigió, ante Almagro el año pasado y Chaco For Ever este año, fueron de visitante). Y Minella no dudó en compararse con el querido e inolvidable Oscar “Patón” Aguirre, posiblemente no solo por una cuestión de referencia por su pasado netamente liguista, sino también por la manera en que llegó a dirigir al equipo y porque desde bien abajo y sin la chapa – no siempre suficiente – de haber tenido un pasado en Primera.
El “Patón” llegó a un Colón que había armado Victorio Nicolás Cocco, luego de una buena temporada (86-87) en la que el equipo tuvo algunos pasajes de protagonismo y terminó eliminado en la ronda final. Con Cocco, los resultados le dieron la espalda y el “Patón” Aguirre tomó la conducción – al principio interina – del plantel en un partido de la fecha 13 ante Douglas Haig y luego de dos empates iniciales, vinieron una serie de victorias que lo fortalecieron. Había jugadores de experiencia que se fueron mechando con otros más juveniles. Los de experiencia eran Bujedo, Quinteros, el Negro López, Oyola y Eduardo Emilio Delgado, Daniel Wermer y el “Bicho” Godano, entre otros. Entre los más juveniles, “Cachito” Vera, “Carozo” Mir, el “Pájaro” Búttera, Javier López y empezaba a aparecer Gustavo Siviero. Ese equipo clasificó, dejó en el camino a Atlético Tucumán en la primera ronda del dodecagonal y fue eliminado en cuartos por Chaco For Ever, al que derrotó en Santa Fe y perdió en Resistencia. Lo del “Patón” fue muy bueno, pero también se constituyó en una gran decepción: al año siguiente apareció un dinero que Colón no tenía por entonces y un proyecto en el que se involucró a la política (con Vanrell, que era vicegobernador de Reviglio) y la llegada de jugadores de recorrido como Wolheim, Chaparro, Escobedo, Nicosia, Míguez y la aparición de un zurdito que la rompía en inferiores: Sergio Ariel Verdirame.
En este momento de desahogo y algo de calma, producto de la victoria, Minella no buscó relacionarse con ninguno de los “monstruos” que ocuparon ese banco de suplentes y esa condición de entrenador en Colón, a través de la historia. Humilde, su referencia fue hacia un hombre de raíces de la Liga – como él -, de ese fútbol de los barrios y los potreros – como él – y por eso recordó al “Patón” Aguirre, ese hombre al que el fútbol de Santa Fe deberá recordarlo siempre y que nos dejó físicamente hace tres años, pero con un legado y con una forma de ser y de actuar que le permitió conquistar respeto, cariño y consideración en vida, perpetuando su nombre en aquellos que lo conocieron, como Minella, y que en un momento de alegría como el del domingo, cuando Colón volvió a ganar después de un mes y medio en el que solo se cosecharon derrotas.