Por Enrique Cruz (h) - (Enviado Especial a Mendoza)
“No me siento bien, te soy sincero, porque hay cosas que se dicen que no me gustan, me caen muy mal. Acepto cualquier crítica, como que se diga que jugué mal, que no fui claro. Pero nunca aceptaré que digan que soy un displicente, y mucho menos un pecho frío”. La verdad es que Marcos Flores no parece tener 22 años cuando habla. Porque más allá de que cualquiera —y en esto no cuenta la edad— tiene derecho a expresar lo que siente y a ventilar sus broncas, escuchar hablar a Flores con los argumentos que expone, resultan impropios de un chico de esa edad.
“Dicen que soy pecho frío y nadie se da cuenta que aparecí en Unión en el peor momento, cuando estábamos a ocho fechas de irnos al descenso y nos cargamos con Rosales el equipo al hombro, con Carlos Trullet de técnico, antes de que me compre Newell’s. Y dicen que juego con displicencia porque por ahí tiro un taco o un caño. O que no pongo lo que hay que poner, pero nadie se acuerda de que en el partido con Belgrano en Santa Fe, me tiré a los pies, recuperé la pelota y de ahí vino el gol nuestro. Me duele mucho que me critiquen porque toco para el costado, pero nadie dijo que en el gol de los 42 toques del que habló todo el país, el otro día contra Talleres, hubo siete toques míos para el costado para tener la pelota y asegurarla”. Y hay que pararlo a Marcos Flores, porque se ve que tiene todo a flor de piel, en carne viva.
“Pocos saben todo lo que hice para venir a Unión. Yo fui, solito, me paré delante de Eduardo López, el presidente de Newell’s al que muchos le tienen miedo, para pedirle que me deje venir a Unión. Me entendió y me dejó. Soy hincha de Unión, quería volver porque no puedo dejar escapar la oportunidad de estar en el equipo que ascienda. Es mi gran deseo como jugador. No me importa si ganaré mucho o poco jugando en Unión, porque yo estuve viviendo años debajo de la tribuna. Y sé lo que es sufrir por el club. Entonces, ¿cómo pueden decir que soy displicente?, ¿a quién se le pasa por la cabeza que soy un pecho frío si yo siento la camiseta como cualquier hincha?”, dice Marcos, casi a manera de monólogo.
“Por Unión y por estar en el equipo, soy capaz de jugar en cualquier lado. Tengo mi estilo y Claudio me conoce muy bien. He jugado como delantero, pero tengo tendencia a tirarme atrás, a buscar la pelota y a pedirla. Yo nunca me escondo, siempre voy y la pido. Y eso es tener valor adentro de la cancha. Pero juego para el equipo, no para mi lucimiento personal. Mirá, para que quede claro: ¡si Unión gana todos los partidos 3 a 0 desde acá hasta el final de esta historia y yo no meto ningún gol y le hago hacer goles a mis compañeros, pero ascendemos, traéme el papel que te lo firmo ya!”, y concluye: “Unión me dio la posibilidad de ser alguien en el fútbol y yo voy por la gloria en este club y con esta camiseta.
Sé que puedo ganar dinero, pero Unión no es sinónimo de ganar dinero para mí, al contrario. En este club voy por la gloria. Y eso, que le quede bien claro a todos. Si después juego bien, regular o mal, lo acepto. Soy el primero en darme cuenta y en saberlo. Pero no permitiré que se dude de mi actitud y de todo lo que hago y pongo por el equipo”. Un fuerte desahogo.

































