La historia de "Mamá Repara", una emprendedora de Santa Fe que sabe hacer todo tipo de oficios
Se llama Carla Pérez. Es electricista y gasista matriculada, pero arregla “de todo” y sigue estudiando para aprender cosas. Sorteó un mandato patriarcal -“la mujer debe estar en su casa”- y se lanzó a ser autónoma. Fue apoyada por el “Yo Resuelvo”.
La historia de "Mamá Repara", una emprendedora de Santa Fe que sabe hacer todo tipo de oficios
“Mamá Repara”, que en realidad es Carla Pérez, es una historia de superación, que invita a pensar en que se puede lograr un objetivo deseado siempre y cuando las cosas se hagan bien, con responsabilidad y -claro- una buena cuota de pasión. Es una emprendedora de la ciudad capital que ofrece todo tipo de oficios, pero de todo.
Electricista y gasista matriculada; sabe de reparación y mantenimiento de aires acondicionados, de plomería e instalaciones sanitarias. A primera vista, podría pensarse cayendo -e intentando demoler- en un vetusto preconcepto: ¿cómo una mujer puede realizar oficios y trabajos que tradicionalmente fueron hechos por varones?
Bueno pues, ella lo logró. Y hay un elemento clave en su historia biográfica: “Yo nací en una familia con mandatos patriarcales. Mi papá trabajaba en talleres. Y yo andaba todo el día con él, entre herramientas: me apasionaba todo aquello. Pero él sostenía que las mujeres debían estar en la casa”, le cuenta Pérez a El Litoral.
Tras la muerte de su padre, ella debió recurrir a terapia para trabajar el duelo de su pérdida. Y luego de muchas sesiones, algo le hizo “click” en la cabeza: desbloqueó ese mandato patriarcal, que quizás actuaba como un condicionamiento para sus metas personales. Al lograrlo, tomó la decisión de hacer lo que más le gustaba.
Quién es, qué hace
Carla Pérez tiene 38 años. Es mamá de dos niñas: una está por cumplir 12 años, “y la otra ‘petisa’, tres añitos; tiene autismo, y entonces tenemos que respetar ciertas rutinas para ella, por eso venimos siempre a una plaza a esta hora (era de tarde al momento de la entrevista)”. Está casada con su compañero de vida hace unos 14 años. Él la apoya en todo.
“Hace unos cinco años que me dedico a ofrecer oficios, pero cobrando por mi trabajo. Antes lo hacía ‘de gauchada’, con mis amigos y amigas; se les rompía algo, y me decía que el electricista no iba. Pero yo les decía: ‘Hacé una torta, preparate unos mates y te lo arreglo yo, si es una pavada’. Siempre, de muy chiquita, me gustó desarmar, armar cosas y arreglar”, relata.
“Mamá Repara” se confiesa luego: “Vengo de una familia patriarcal, donde las mujeres ‘debían hacer cosas de mujeres’. De todas formas siempre le insistía a mi papá en seguirlo por todos lados: él era docente de taller. Y mi viejo tenía una negación tremenda, porque la única que lo seguía era la mujer (son cuatro hermanos, tres varones)”.
“Mamá Repara”, taladro en mano, haciendo una instalación. Crédito: Gentileza
Tras fallecer su padre, Carla empezó a ir al psicólogo: estaba estudiando docencia y le faltaban unas materias para recibirme, pero no había chances, no podía avanzar. Sólo le faltaban dos materias para recibirse.
“Inconscientemente no me recibía porque me costaba, estaba trabada. Y bueno, en un año y medio de terapia descubrí que lo mío era esto: arreglar cosas, aprender oficios, porque eso fue algo que siempre me apasionó”, cuenta la emprendedora. Quizás, ella pudo desbloquear ese mandato patriarcal-machista y lanzarse a sus metas.
Y Carla arrancó...
Poco tiempo después, Carla Pérez se puso manos a la obra. Empezó a trabajar y a cobrar por lo que antes había hecho gratis, “de onda” a sus amigos. Arrancó primero con electricidad, aires acondicionados, gasista, reparación de electrodomésticos y un largo etcétera.
“Todos los años me voy proponiendo estudiar algo nuevo. De a poco, me di cuenta de que podía vivir de esto que tanto me gusta. Ahora estoy haciendo la Tecnicatura en Electromecánica, que era mi gran deuda pendiente”, dice luego.
Su esposo tiene un trabajo en relación de dependencia, pero Carla genera, como cuentapropista, un importante ingreso a la economía familiar. “Siempre digo que una de las claves de mi laburo aquí en Santa Fe es: ‘Si sabés administrarte bien en los tiempos y en la responsabilidad laboral, se vive bien’. Es una cuestión de educación financiera”, asegura.
“De hecho -prosigue-, tengo colegas que por ahí están mil veces económicamente mejor que yo, que trabajan en oficios desde hace 20, 25 ó 30 años. Hay algunos que realizan muy bien su trabajo, cobran y listo. Eso está muy bien. En mi caso particular, muchas veces cobro por una obra y la reinvierto en herramientas e insumos”.
La apoyatura del “Yo Resuelvo”
Carla Pérez quizás se convierte en “Mamá Repara” cuando se inscribe en el programa “Yo Resuelvo”, que impulsó la presidencia del Concejo de Santa Fe, a cargo de la concejala Adriana “Chuchi” Molina.
Es un registro digital, público y gratuito alojado en la web del Legislativo (www.yoresuelvo.gob.ar). Allí, cualquier persona que ofrezca un oficio o un servicio puede registrarse, y quienes necesiten contratar trabajadores calificados pueden acceder a la base de datos para encontrar la mejor opción.
Pérez, reparando una casilla eléctrica. La acompaña un gatito. Crédito: Gentileza
“Fui una de las primeras que se inscribió al ‘Yo Resuelvo’. Al principio, la gente recién entraba y me encontraba rápido. Con el tiempo fui armando y fidelizando mi cartera de clientes. Pero ese programa fue una herramienta muy impulsora en su momento”, admite.
El mensaje
-¿Qué mensaje le daría a aquellas personas capacitadas en un oficio, pero que quizás no se animan a largarse como trabajadoras autónomas? ¿Cuáles son las claves para que esto funcione?, consultó El Litoral a Carla Pérez.
-Diría que haciendo bien las cosas, se llega lejos. Yo laburo desde los 12 años. Hice de todo, hasta vendí Biblias en las iglesias. Trabajo desde muy chica, siempre me gustó. Pero hay un concepto que tengo muy marcado con mi labor: hacer la diferencia está en realizar bien las cosas.
Hacer bien las cosas quiere decir no que no te equivoques, porque es inevitable equivocarse. Somos humanos. Pero sí se puede dar una garantía de hacer bien las cosas: llegar a horario, cumplir con la gente. Ser responsable al máximo. Cuando se hacen bien las cosas, la misma gente se encarga de darte muchísimo más trabajo.
No podemos conformar a todos los clientes, es cierto. Pero mi mensaje es que haciendo bien las cosas, se vive muy bien del oficio. Y al hacer bien el trabajo de uno, el boca a boca ayuda muchísimo.
Pero siempre y cuando se sea puntual, prolija, con respeto y buen trato. Por ejemplo, si te quedó algo mal de un trabajo -porque somos humanos-, hay que arreglarlo. Si hacemos bien las cosas, nunca perdemos.
Doy un ejemplo simple: instalé un aire pero me quedó una microfuga, y el cliente me dice: "Che, el aire no enfría". Y tengo que ir otra vez a desinstalarlo, volver a cargar el refrigerante, hacer un montón de cosas y todo eso va a correr por mi cuenta. Esas devoluciones, que son necesarias, valen mucho.