La exposición anual de la Escuela de Diseño y Artes Visuales "Manuel Belgrano", realizada en 1964, puede leerse hoy como un registro preciso del proceso de transformación que atravesaba la institución.
Una columna publicada por El Litoral en noviembre de 1964 sobre una muestra de la Escuela de Diseño y Artes Visuales permite reconstruir prácticas, miradas y transformaciones que atravesaron las instituciones.

La exposición anual de la Escuela de Diseño y Artes Visuales "Manuel Belgrano", realizada en 1964, puede leerse hoy como un registro preciso del proceso de transformación que atravesaba la institución.
El crítico santafesino Jorge Taverna Irigoyen, en su columna publicada el 30 de noviembre de aquel año en El Litoral, subrayó que estas muestras funcionaban como "un orgánico testimonio de lo que los jóvenes pueden dar según y de acuerdo a lo que hayan recibido de sus maestros".
Esa edición permitió evaluar la producción estudiantil y también evidenció el papel central de un cuerpo docente que, en pleno contexto de revisión institucional, comenzaba a renovar métodos, abordajes y contenidos.
Taverna describía que la Escuela atravesaba una revisión de planes y criterios. Bajo la dirección del arquitecto Arnoldo A. Gaite, la institución encaraba cambios que dificultaban proyectar a largo plazo, aunque ya empezaban a mostrar resultados, especialmente en el curso preparatorio.
Ese espacio, dirigido por Carlos Cordiviola y Rubén Martínez Ledesma, introdujo una dinámica de trabajo en equipo orientada a reducir la excesiva individualidad del alumno y reforzar la dimensión comunitaria del aprendizaje.
Según Taverna, esta modalidad buscaba introducir a los estudiantes en "la entera carnalidad del oficio y la técnica", una concepción que se apartaba de preceptivas "decadentes e inactuales" vigentes en otras instituciones del país.
La exposición de 1964 permitió visibilizar a una generación de docentes que definía el perfil académico de la Escuela. En pintura y dibujo, Miguel Flores, Alicia Sedlacek, Oscar E. Luna y Juan M. Oliva brindaban una formación técnica sólida.
En modelado, la enseñanza estaba a cargo de José Sedlacek, mientras que Miguela Vera de Báez lideraba el área de grabado, en un momento en que la gráfica adquiría creciente relevancia en la producción regional.
El plantel se completaba con María A. Bonazzola en composición; Adela Z. Aldea en estilística; Bella Z. de Storni en historia; Arnoldo Gale en introducción al diseño; Carlos Cordiviola en perspectiva; y nuevamente Miguel Flores, también en tecnología.
Para Taverna, con un "cuerpo de profesores conceptuoso" era razonable esperar que la Escuela pudiera convertirse en un modelo nacional, siempre que lograra consolidar esa línea de trabajo y superar las debilidades históricas de la enseñanza artística.
En simultáneo con la exposición estudiantil, El Litoral informó ese mismo día el regreso a Santa Fe de la artista Aurora Vandenberghe, quien acababa de exhibir en Posadas un conjunto de quince xilografías y diez obras en color.
La muestra, realizada en el Palacio del Mate en el marco del II Festival de Música del Litoral, incluía piezas inspiradas en paisajes regionales y en motivos vinculados a la música folclórica.
La crítica especializada destacó el dominio técnico de la artista y su capacidad para articular tradición y experimentación. Su proyección reafirmaba la potencia creativa del Litoral en un momento de expansión cultural.




