Este 17 de septiembre, Guillermo Roux hubiera cumplido 96 años. Nacido en Buenos Aires en 1929 y fallecido en la misma ciudad en 2021, su nombre ocupa un lugar de privilegio en la historia del arte argentino y mundial.
Entre 2001 y 2011, el artista brindó una sesión de trabajo en acuarela con modelo vivo. Dictó un curso sobre la figura humana en la Universidad Católica. Y pintó una obra imponente, que está emplazada en la Legislatura provincial.

Este 17 de septiembre, Guillermo Roux hubiera cumplido 96 años. Nacido en Buenos Aires en 1929 y fallecido en la misma ciudad en 2021, su nombre ocupa un lugar de privilegio en la historia del arte argentino y mundial.
Pero en Santa Fe, su huella es más profunda que en otros lados. Aquí dejó un mural en la Cámara de Diputados de la provincia, también ofreció seminarios y clases abiertas que lo acercaron a generaciones de estudiantes y artistas locales.
En una de esas visitas, según consignó El Litoral, dejó una frase muy significativa: "Creo que todos nosotros estamos en una familia. En la familia de las cosas del espíritu".
Formado primero en el ámbito familiar (su padre fue dibujante e ilustrador) y luego en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, Roux debutó tempranamente en la escena porteña con una muestra en la Galería Peuser.
Entre 1956 y 1959 se perfeccionó en Italia, donde trabajó en restauración de frescos y se sumergió en el universo renacentista. De regreso en el país, vivió en Jujuy y exploró el arte contemporáneo con especial interés en Edward Hopper.
Desde los años 70 se volcó de lleno a la acuarela, disciplina con la que alcanzó prestigio internacional. En 1979 recibió el Premio Palanza y en 1982 el Premio Konex de Platino.
Su mural Homenaje a Buenos Aires, realizado para el edificio del Banco de Boston diseñado por César Pelli, anticipa la escala monumental que encontraría luego en Santa Fe.
En 2011, el recinto de la Cámara de Diputados de Santa Fe inauguró el mural "La Constitución guía al pueblo", una témpera sobre tela de 3,45 x 6,51 metros.
El encargo, impulsado durante la gestión de Hermes Binner junto a Griselda Tessio y Eduardo Di Pollina, buscó unir la plástica argentina con el corazón del sistema democrático.
Susana Squef resaltó la potencia de la obra. "La primera impresión que provoca el mural es sorpresa, admiración, una suerte de embrujo que chupa al observador pero que, a la vez, remite irremediablemente a la icónica presencia de 'La libertad guiando al pueblo' de Delacroix".
Y agregó que "el colectivo marcha épicamente a ¿pedir? ¿reclamar? ¿exigir? a sus representantes que cumplan con sus deberes, sin violencia, sin provocar malestar y con la mirada fija hacia adelante, con la sólo guía de la Constitución".
La escena muestra a hombres y mujeres avanzando bajo una bandera protectora, encabezados por una figura femenina vestida de blanco (la Constitución) que guía al pueblo. La composición, cargada de movimiento, se nutre tanto del muralismo clásico como de la necesidad de un lenguaje accesible.
En una entrevista que hizo para El Litoral en 2011, Estanislao Giménez Corte recogió una reflexión categórica de Roux sobre el mural: "Hice una pintura hacia el presente, juntando a representantes con representados".
Para Roux, la obra no debía ser un cuadro histórico, sino un símbolo vivo de la democracia. "Me pareció que en lugar de hacer una pintura hacia adentro, es decir, hacia el pasado, debía ser una pintura hacia el presente", dijo.
"Traje a la gente de la calle al Parlamento, en una suerte de friso. Están frente a frente: los representados junto a los representantes. Es la presencia de un pueblo que viene a reclamar a quienes fueron votados, simplemente, que cumplan con sus obligaciones. Nada más. Y ya es mucho", agregó.
La relación de Roux con Santa Fe excede el mural. En 2001, brindó una sesión de cuatro horas de trabajo en acuarela con modelo vivo, en presencia de más de 300 personas.
En 2002, ofreció un seminario en la Universidad Católica de Santa Fe, siempre con un espíritu generoso y pedagógico, convencido de que el arte debía compartirse.
Ese año, Domingo Sahda lo entrevistó para El Litoral. "Creo que la obra es en cierta manera una fatalidad. Lo digo en el sentido de que uno se pasa muchos años queriendo ser como uno se imagina a sí mismo. Termina finalmente aceptándose tal cual es, y cuando se llega a ese punto, recién puede decirse que empieza a progresar dentro de uno mismo", dijo Roux.




