En 2006 se realizó en el Museo Nacional de Bellas Artes una muestra integrada por 57 óleos y acuarelas de Martín Malharro, el pintor reconocido como uno de los mayores "intérpretes emocionales del paisaje".
Entre el impresionismo y el simbolismo, su obra rompió con la pintura académica y abrió paso al arte moderno argentino. Su ideario estuvo más cerca de la militancia que del mercado.

En 2006 se realizó en el Museo Nacional de Bellas Artes una muestra integrada por 57 óleos y acuarelas de Martín Malharro, el pintor reconocido como uno de los mayores "intérpretes emocionales del paisaje".
En ese contexto, se trajo a colación una cita suya que da cuenta de su mirada. "Media un abismo entre el limitarse a satisfacer los caprichos de una mayoría con el lucro y el aplauso por único guía; yo lucho por ideales puros y absolutos que no admiten concesiones".
Malharro murió el 17 de agosto de 1911, mientras preparaba una exposición. Tenía 45 años. Su vida fue una sucesión de búsquedas, rupturas y convicciones que, como señala María de la Paz López Carvajal, lo convirtieron en "el gran cambio de rumbo del arte argentino a principios del siglo XX".
Con 14 años, viajó desde Azul a Buenos Aires para ganarse la vida y comenzar a estudiar dibujo en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Cambió su apellido original, que era Mailharro, por el que lo haría célebre.
Sus primeros ingresos se produjeron a partir del diseño de etiquetas para cigarrillos, membretes y tarjetas comerciales. Sin embargo, el viraje llegó en 1890, cuando pasó una larga temporada en la estancia de José Ramos Mejía.
La experiencia de pintar frente a la llanura pampeana lo acercó a una sensibilidad luminosa que, más tarde, dialogaría con el impresionismo.
En 1900, Malharro viajó a la Exposición Centenaria de París. Ese contacto con el epicentro del impresionismo marcó para siempre su paleta y su mirada. De regreso a Buenos Aires en 1901, el Salón Witcomb organizó al año siguiente una muestra con sus obras francesas.
El cierre de aquella exposición trajo un reconocimiento mayor: Joaquín V. González aprobó la adquisición de "En plena naturaleza" para el Museo Nacional de Bellas Artes.
Un texto de la colección Sívori sintetiza su lugar en la historia: "La cuestión de la luz es la verdadera protagonista de los cuadros de Malharro. No fue un impresionista ortodoxo y sí representó la reacción anti académica que posibilitará la introducción del arte moderno en el país".
Su paleta abrazó también el simbolismo: paisajes crepusculares, nocturnos, sombras azuladas y violáceas. En palabras de López Carvajal, "si bien en la Argentina el impresionismo asumió una forma ecléctica, constituyó el primer paso hacia el arte moderno".
Malharro se movió en un círculo intelectual de peso: Rubén Darío, Lugones, Payró, Ingenieros, De la Cárcova, Schiaffino. Compartía con ellos la adhesión a corrientes modernistas, cientificistas, deterministas, simbolistas y anarquistas.
Rosa March recuerda que "para el artista había que formarse en París, luego volver y recomenzar, encarar la naturaleza, pero atravesada de sus propios pensamientos, deformándola si fuera necesario. Este es su espíritu derivado claramente de su adhesión al anarquismo".
Laura Malosetti Costa aporta otra clave. "Malharro escribió a menudo contra la pintura anecdótica o narrativa. El arte era para él un agente transformador, siempre que se lograra captar la vibración de la naturaleza en la pintura".
A partir de 1904, su labor docente se convirtió en un capítulo esencial de su legado. Fue Inspector Técnico de Dibujo de la provincia de Buenos Aires, dictó cátedras en la Universidad Nacional de La Plata y en varias escuelas normales.
María Elisa Welti describe cómo, entre 1904 y 1909, Malharro impulsó desde el Consejo Nacional de Educación el "método natural" para la enseñanza del dibujo, influido por Rousseau, Pestalozzi y Spencer.
Publicó artículos en El Monitor de la Educación Común, organizó cursos para docentes y recopiló miles de dibujos escolares como material estadístico.
A 114 años de su fallecimiento, Malharro sigue siendo el nombre que articula dos mundos: la pintura académica y el arte moderno argentino. No fue ortodoxo, ni quiso serlo. Prefirió el riesgo, la mezcla y la mirada personal sobre la naturaleza.




