Por Néstor López
Quiénes no deben adjudicarse este logro son los que hoy gobiernan al fútbol argentino.
Por Néstor López
Corría junio de 1973 cuando con diez años, mi abuelo me trajo de Río Negro a Buenos Aires a ver la primer final de Copa Libertadores entre Independiente y Colo Colo de Chile. Esa noche, en Cordero y Alsina, en la histórica y vieja doble visera, fue 1 a 1; luego, en Santiago, fue 0 a 0 y en el tercer partido, en Montevideo, ganó Independiente 2 a 1 y fue campeón. Como siempre, el pueblo diablo cantaba "la copa, la copa, se mira y no se toca".
La selección argentina ganó el pasado 10 de junio la tan ansiada y merecida Copa América y yo, como la mayoría de mi generación, tenemos dos grandes motivos para despojarnos de ese logro: uno, porque si hay alguien se lo merece es esa generación de jugadores, incluido el mejor de todos como Leo Messi, por sus ganas y respeto a nuestros colores y aún a pesar de ese costumbrismo argentino por el cuál si no salís primero sos un fracasado, desconociendo lo mucho que significa haber llegado a jugar tres finales, incluida una del mundo, en Brasil 2014. La otra porción de grandes merecedores son nuestros hijos, sobrinos y nietos (de quién los tiene), debido a que nunca, por sus edades, habían visto salir gloriosa a nuestra albiceleste.
Aquí hago la salvedad de quiénes no debieron acreditarse tamaño logro y es la actual conducción de AFA, con Claudio Tapia, Pablo Toviggino y ese grupo de obsecuentes que realizaban vivos y sacaban imágenes con sus celulares, y hasta barras con buzos oficiales de la selección o la misma seguridad del plantel en primer plano. Dan vergüenza ajena, y claramente lo que más quedó demostrado, si se quiere como un gesto político, es que, como ocurrió cuando fue a la inauguración del polémico estadio en Santiago del Estero, el presidente Alberto Fernández evitó recibir o saludar al plantel en persona para "esquivarle" a las fotos con Tapia y sus secuaces.
Mis disculpas a quienes creen que este resultado a nivel continental se debe a la coherencia de esta impresentable AFA, pero esto me lleva a recordar esa gloriosa noche en Avellaneda cuando se cantaba: "La copa, la copa, se mira y no se toca" .... Sólo que hoy sería, "La copa la copa es de jugadores y de nosotros, pero no de quiénes se sacaron la foto".