Por Agustina Mai - amai@ellitoral.com
Cambiar billetes por monedas en un banco se ha convertido en una misión prácticamente imposible. Cuando uno pide cambio, los cajeros se quedan pasmados. Si tiene suerte podrá cambiar cinco pesos, si es un poco más insistente y tiene aún más suerte, le pueden llegar a dar diez pesos en monedas. Cuando en realidad, todos los bancos están obligados, a partir del 26 de septiembre por el Banco Central, a dar como mínimo 20 pesos en monedas a cualquier persona, sea o no cliente.
Una recorrida por algunos bancos céntricos arrojó las siguientes respuestas: “¿Cambio? Mmm... solamente cinco pesos”, “Diez pesos”, “No, nada”, “Hasta 25 pesos en monedas de 25 centavos”. Respuestas poco optimistas y más aún para los comerciantes que trabajan con montos chicos y tienen que dar vuelto constantemente. “Ya me cansé de ir al banco. Tengo que cerrar el negocio, perder tiempo haciendo cola y ¿para qué? Si no te dan más que cinco pesos”, relata Carlos, que tiene un quiosco en calle Rivadavia a pocos metros de bulevar Gálvez.
Perder ventas
Según el comerciante es muy común que la gente quiera comprar un chupetín y pagar con billetes. “Necesitan monedas para el colectivo, entonces compran por montos ínfimos y pagan siempre con billetes. Pero en esos casos, no les puedo vender porque no tengo para darles vuelto. Pierdo las ventas por falta de cambio”.
Otra situación bastante frecuente: “La gente se guarda las monedas, entonces con lo primero que intenta pagar es con un billete. Recién cuando les digo que no tengo vuelto y que no les puedo vender, buscan las monedas. ¡Pero hay gente que no las larga!”.
Las monedas no son necesarias sólo para el transporte -en este sentido, los santafesinos contamos con la suerte de poder pagar el boleto con las tarjetas de colectivo-, sino para muchas otras cosas, por ejemplo, las tickeadoras en las zonas de estacionamiento medido.
“Muchos compran una golosina y pagan con dos pesos porque necesitan monedas para la tickeadora”, explica Sebastián, que atiende un drugstore en la esquina de Rivadavia y Santiago del Estero.
El negocio cuenta con cabinas telefónicas y fotocopiadora. Ante la escasez de monedas, hay carteles que advierten que “el pago de comunicaciones es sólo con monedas, sin excepción”. Cuando alguien pide una fotocopia, se le realiza la misma aclaración. “Si no pagan con monedas, no les hacemos las copias porque no tenemos cambio”, asegura Sebastián.
Caramelos y bizcochos
“No se vende por no tener monedas. A veces intentamos darle un caramelo de vuelto, pero no siempre la gente lo acepta, entonces no se les puede vender”, se lamenta otro quiosquero.
Una panadería, que está en la misma esquina donde paran varias líneas de colectivos, es un lugar al que se dirigen constantemente aquéllos que no tienen monedas para el boleto. “Empezamos el día con 150 pesos de cambio. Son las once de la mañana y me quedan solamente dos pesos en monedas en la caja. ¿Qué hago el resto del día?”, comenta la cajera.
Así como cualquier quiosquero ofrece un caramelo de vuelto, en la panadería ofrecen unos bizcochitos para redondear el monto. “No todos aceptan el redondeo, porque necesitan las monedas. Si se oponen, no hay venta”, concluye la empleada.
Vender más barato
Verónica atiende un puesto de diarios y prefiere vender más barato, pero asegurarse la venta. “Si un diario sale 2,60 pesos y no tengo los 40 centavos de vuelto, lo cobro 2,50. A veces, termino vendiendo un diario de 2,40 a sólo 2 pesos porque prefiero sacarme la mercadería de encima”.
Hasta los cuidacoches sienten la falta de monedas. Emiliano cuida autos en la Recoleta y cuenta que muchas veces no le dan propina porque no tienen monedas. También dice que los comerciantes de la zona lo buscan para pedirle cambio. “Antes le cambiaba a cualquiera porque estaba lleno de monedas, pero ahora les cambio a los conocidos porque ya no tengo tantas”.


































