Santa Fe: 8 de cada 10 estudiantes llevan el celular a clase; cómo los regulan las escuelas
Un estudio local revela que más del 80% de los estudiantes secundarios lleva el celular a la escuela y que la mayoría lo usa para fines no pedagógicos. Mientras distintas instituciones de Santa Fe ensayan protocolos propios, desde el Ministerio de Educación se avanza en una regulación provincial actualizada.
Santa Fe: 8 de cada 10 estudiantes llevan el celular a clase; cómo los regulan las escuelas
María desliza el dedo por la pantalla mientras la profesora explica una consigna en el pizarrón. No toma apuntes. Responde mensajes en un grupo de WhatsApp que desborda de notificaciones. De pronto, una risa se escapa en medio del silencio y todas las miradas se giran hacia ella. El celular queda al descubierto y la escena se convierte en ejemplo de un dilema cada vez más presente en las aulas: qué hacer con los dispositivos cuando interrumpen la concentración y el clima de clase.
Mientras en muchos países y provincias avanzan con restricciones firmes en el uso del celular en el aula, las escuelas de la ciudad de Santa Fe ensayan sus propias estrategias para regular un dispositivo que si bien es un recurso pedagógico, al mismo tiempo, es fuente de distracciones.
Si bien la provincia tiene la ley 12.686 de 2006 que prohíbe el uso de celulares durante clases, nunca tuvo una efectiva aplicación en las aulas. Ahora, desde el Ministerio de Educación impulsan actualizar la normativa para generar una limitación especialmente para el nivel primario, y usos pautados en el secundario, según confirmó esta semana el ministro José Goity.
¿Pero qué pasa en las aulas hoy con estos dispositivos? Un estudio reciente realizado por el Centro Cultural y de Estudios "Demos" arrojó que un 81,5% de los alumnos de secundario que participaron de la encuesta afirma asistir siempre con celular a la escuela, mientras que un 9% lo hace "a veces" y sólo un 9,5% dice no llevarlo nunca.
El estudio se hizo entre un total de 451 encuestados de forma anónima. De ellos, 229 son docentes de escuelas primarias y secundarias -en su mayoría- tanto públicas como privadas, y 222 son estudiantes de secundaria de la ciudad de Santa Fe y localidades del Dpto. La Capital.
Los celulares generan tensiones en el aula.
Otro dato preocupante entre las respuestas de los chicos es que, al ser consultados sobre qué uso le dan, más de la mitad (el 53%) sostiene no utilizarlo "nada" o "muy poco" con fines pedagógicos (sino más bien para comunicarse con las familias, uso de WhatsApp y de redes sociales), mientras que un 47% dice utilizarlo "mucho" con ese propósito, aunque de una manera muy limitada: 82% solo para buscar información.
Además,7 de cada 10 docentes sostienen utilizar "poco" (58%) o "nada" (16, 4%) el celular como parte de sus planificaciones didácticas. Entre quienes sí lo incorporan, priman los usos vinculados a la búsqueda de información, descarga de textos e imágenes. "Esto da cuenta de un uso ciertamente acotado o limitado en relación a las posibilidades que la tecnología podría ofrecer a la hora de potenciar o enriquecer los procesos de enseñanza y aprendizaje", añade el informe.
Aulas sin celular
Desde los directores escolares consultados por El Litoral la preocupación es compartida. Rafael Bono, director de la primaria Mariano Moreno, contó que en su establecimiento el tema se maneja institucionalmente. "En grados superiores se avisa a las familias cuando desde un área se da un uso pedagógico. No todos los alumnos tienen. No dejamos uso libre en la escuela en cualquier momento", explicó.
Los niños suelen llevarlo para avisar a sus familias que llegaron bien. "Piden permiso, lo hacen y lo guardan. En los recreos juegan con otras cosas: instrumentos, cartas, sogas, pelotas livianas. En nivel primario es menos complicado que en secundario -consideró Bono-. Personalmente, opino que si no tienen un objetivo para el uso en clase, distrae de la temática".
Desde otras primarias, entre ellas la del IES, indicaron que en ese nivel no se usan los celulares en la institución.
Los datos del informe de Demos confirman esa mirada: 8 de cada 10 docentes creen que las consecuencias del uso no educativo del celular son "muy negativas" y mencionan, por ejemplo, el déficit de atención y socialización, exceso de exposición, comportamientos adictivos y ansiedad, y prácticas de ciberbullying.Además, un 30% considera que el dispositivo incluso interfiere en los vínculos entre pares en recreos y comedores.
En algunas secundarias se implementan medidas más estrictas. En la Escuela "Juan Bautista Bustos", la vicedirectora Silvina Dardel detalló que el celular se permite con fines pedagógicos, pero bajo control. "Los docentes solicitaron que se implemente una caja para que los depositen en caso de que vean que su uso perjudica el desarrollo de una clase o si van a tomar una evaluación. Los estudiantes que no deseen colocarlos en las cajas, lo deben guardar en sus mochilas y no sacarlos, sino serán sancionados", explicó.
La institución envió una nota a las familias para informar sobre este sistema. "Sí, los celulares son distractores en muchas oportunidades. Tratamos de inculcar el uso responsable. En los recreos los usan igual", agregó Dardel.
Alumnos participan con mayor atención en clase tras la restricción de celulares. Crédito: Flavio Raina.
Modo escuela: activado
El Colegio Calvario decidió ir un paso más allá y avanzar con un protocolo estricto. Desde mayo puso en marcha el proyecto "Modo escuela activado. Más presencia, menos pantallas", que busca reducir el uso excesivo del celular y recuperar los vínculos cara a cara.
"Antes apelábamos a la autonomía de los estudiantes, pero nos dimos cuenta que no podían mantener guardado el celular en la mochila", contó Javier de los Reyes, director del nivel secundario.
Hoy cada curso tiene una caja con llave donde los estudiantes depositan el dispositivo al ingresar y lo retiran al final de la jornada. Solo se contempla su uso en emergencias o actividades pedagógicas autorizadas por docentes o directivos. El incumplimiento puede derivar en sanciones (falta leve o grave, según su reiteración o contexto) y en la convocatoria de la familia.
"La propuesta busca que los estudiantes aprendan a desconectarse para volver a vincularse. El problema no es la tecnología, sino cuando reemplaza los vínculos humanos", remarcan desde la institución en su proyecto, que entiende este desafío como una responsabilidad compartida con las familias.
Otra mirada: "prohibir no resuelve el problema"
No todas las voces escolares están a favor de las prohibiciones o regulaciones dado que muchos docentes opinan que deben estar al alcance de los estudiantes. Gabriel Juárez, director del Colegio Nacional Simón de Iriondo, consideró: "Yo no creo que la salida sea bloquear o prohibir el teléfono, sino crear el hábito del buen uso. El problema es que no tenemos la conectividad suficiente: cuando dos cursos intentan trabajar con internet al mismo tiempo, se satura la señal. Así es muy difícil usarlo en lo pedagógico".
En la misma línea, Liliana Albrecht, directora del secundario del IES, advirtió que prohibir no resuelve el problema. "No estoy de acuerdo con prohibir su uso ya que puede ser de mucha utilidad en algunas asignaturas. Hay que trabajar el uso controlado de los dispositivos y por eso comenzamos una investigación sobre los efectos negativos del abuso de las pantallas. Si existen normas claras de cuándo se habilita, no debería generar distracción", sostuvo.
Para Albrecht, la clave es fortalecer la voluntad de los adolescentes y de los adultos. "Si lo prohibimos, no lo usarán en la escuela, pero sí en otros ámbitos. Además, la abstinencia también puede generar distracción", indicó.
El informe de Demos también da cuenta de esta tirantez entre ambas posiciones. "Los celulares generan tensiones en el aula: son percibidos como recurso útil pero también como fuente de distracción", sostiene entre sus conclusiones.
A la vez, la mayoría de estudiantes y docentes coincide en que debe haber regulación clara al respecto: más del 70% de los alumnos y el 76% de los docentes considera necesaria una normativa estatal, acompañada de políticas sobre formación docente en tecnologías, de dotar a las escuelas de infraestructura y conectividad, entre otras sugerencias.