Los repatriados: 111 científicos volvieron del exterior a Santa Fe

Mariela Goy
mgoy@ellitoral.com

Todos querían volver al país, por distintas razones. Y aunque ganan menos que en el exterior, regresaron a retribuir la formación académica recibida en la Argentina y volcar a nuestro ámbito el conocimiento adquirido en los laboratorios del primer mundo. Un total de 111 científicos retornaron desde el 2003 a la provincia de Santa Fe por el programa nacional Raíces, que brinda asistencia oficial para repatriar a aquellos investigadores que se fueron al extranjero pero quieren volver.

En todo el país ya se reinsertó a 1.138 investigadores que estaban en el exterior a través de este plan, según datos aportados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

La ingeniera química Inés Tiscornia (45) es una de las científicas “recuperadas” para nuestra ciudad. Hace poco, tuvo la posibilidad de intercambiar, por videoconferencia, unas palabras con la presidente Cristina Fernández durante la inauguración del nuevo edificio del Incape.

“Me fui a España en 2003 porque era una época complicada a nivel laboral en nuestro país.

Había terminado la maestría en Santa Fe y no tenía trabajo”, dijo esta científica rosarina, que a su regreso de Zaragoza recaló en nuestra ciudad.

Obtuvo una beca del Banco Santander para hacer el doctorado en España y se quedó por 5 años.

“Fue una oportunidad muy importante no sólo por la preparación profesional sino también a nivel económico. Pero siempre tuve la idea de volver”, reconoció esta científica, que se dedica a hacer catálisis ambiental, es decir, el tratamiento de gases contaminantes a través de la producción de diferentes materiales.

Pros y contras

Con un doctorado en Ciencias Biológicas de la UNL, Renata Reinheimer (36), fue una de las últimas en volver a nuestra ciudad con una beca posdoctoral de reinserción otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), una de las líneas del plan Raíces. Otros subprogramas de financiamiento son el pago de pasajes y mudanzas, la presentación de proyectos Pidri y el “volver a trabajar”.

Hace apenas 3 meses que se desempeña en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), ubicado en la zona de El Pozo. Al país regresó en 2010, proveniente de Estados Unidos, pero hizo una escala previa en el Instituto de Botánica Darwinion, de Buenos Aires.

“Me fui al exterior a especializarme y aprender. Con ese objetivo hice un posdoctorado e investigué en un laboratorio de Saint Louis, Missouri, desde 2007 a 2009. Confieso que antes de irme me aseguré de que había un programa que me respaldaba para volver”, dijo esta licenciada en Biodiversidad, que se dedica a estudiar los procesos de reproducción y fotosíntesis de las gramíneas.

En su opinión, la principal diferencia entre hacer ciencia acá y en el exterior es económica. “En EE.UU. los sueldos son más altos y los laboratorios son de primer nivel. En la Argentina, concursamos con un proyecto y pasa un año hasta que avisan si lo ganamos, y luego otro año más para darte el presupuesto. Esos plazos tan largos nos perjudican”.

Inés coincidió con su colega: “Acá vos sos investigador, economista, administrativo, porque te ocupás desde buscar un presupuesto hasta pelear los precios y pagarlo. Hay muchas tareas burocráticas que llevan tiempo”.

A pesar de las dificultades, ambas están contentas con la decisión de haber vuelto. “En la Argentina hoy estamos mejor que otros años a nivel científico”, opinó Inés. Mientras que Renata destacó que “yo hice mi doctorado gratis acá, mientras que en EE.UU. hay que buscarse sus propios fondos. Valoro lo que me dio el país y estoy contenta de poder retribuir”.

Huyó de la crisis

A Leonardo Giovanini (45) lo “corrió” del país la crisis económica de 2001. “Obtuve el doctorado en la Fich en la época de De la Rúa. No había perspectivas ni opciones para nada. Estuve un año buscando trabajo. Así que me presenté a cargos en el exterior y me llamaron de la Universidad de Strathclyde (Glasgow, Escocia) donde estuve 6 años, de 2002 al 2008 con un cargo equivalente al de investigador asistente”, explicó.

“El sistema científico allá está más aceitado, hay una tradición larga de investigación y mayor prestigio. Por ahí, los latinos en determinadas áreas estamos menoscabados”, consideró.

Leonardo es ingeniero electrónico y fue repatriado desde el Reino Unido, para trabajar en el Instituto de Investigación en Señales, Sistemas e Inteligencia Computacional Sinc(i)-. Su tarea es diseñar y estudiar los algoritmos que se usan para los sistemas de control, por ejemplo, del motor de un auto.

“Volví en 2008 gracias al programa Raíces porque con mi mujer, que también es investigadora, nos planteamos tener hijos. En Escocia se ganaba muy bien, es un lugar muy bonito para una pareja, pero no para criar chicos. En algunos aspectos es una sociedad violenta, el bullying es común entre los adolescentes”, dijo este docente, investigador y padre de 4 hijos.

“Yo a mis estudiantes les digo: ustedes se quejan de la ciencia en la Argentina hoy, pero no saben lo que era antes. En la época de Menem, no tenía ni para comprarme una computadora. No se puede comparar con las oportunidades que hay hoy”, cerró.

Raquel Chan: “Estamos bien pero se puede estar mejor”

La directora del Conicet Santa Fe, Raquel Chan, considera que el sistema científico nacional “viene mejorando, y esperamos que siga así”. No obstante, admitió que “no quiere decir que esté óptimo, hay mucho por hacer y, si bien seguimos estando lejos de la inversión de otros países en ciencia, estamos infinitamente mejor que en épocas anteriores. El número de becas es muy grande, el ingreso a la carrera de investigador está bastante abierto y el financiamiento para hacer proyectos es razonable”, amplió.

En Santa Fe, en particular, indicó que existe una población de 1.100 agentes del Conicet (entre investigadores, becarios y personal de apoyo, tanto técnico como administrativo). En el año 2006, eran 649 agentes pagos, por lo que hubo un aumento del 40% en la planta del Conicet Santa Fe.

“El crecimiento edilicio también es muy importante; así y todo no alcanza porque hubo muchos años sin inversión en infraestructura. Ahora se están haciendo varias obras pero todavía hay necesidades. Estamos bien, pero se puede estar mejor”, resumió.

Para la directora del Conicet local, la ciudad de Santa Fe tiene un prestigio bien ganado en ciencia. “Tenemos muchos premios importantes otorgados a científicos locales. Pero esos científicos no salen de la nada, salen de un lugar y de un grupo donde hay una masa crítica. Nuestro trabajo no es individual sino en equipo”, subrayó.

En el Día del Investigador Científico, Chan destacó que el “capital humano es lo más importante. Podés tener edificios, equipos y dinero, pero las personas no se generan de la noche a la mañana. Todos los que trabajan en ciencia aportan al sistema con su trabajo cotidiano, desde el investigador al personal de apoyo”.