Entre el Cielo y el Infierno: de “Jerusalén” a estar “Bajo control”
La banda integrada por cuatro de los ex miembros de Rata Blanca, que grabaron el disco más diferente del grupo, vuelve a Santa Fe para tocar aquellas canciones y algunas nuevas. Será este viernes desde las 21, con Presagio como banda invitada. De esta y aquellas giras conversó El Litoral con el guitarrista Sergio Berdichevsky, uno de los referentes del proyecto.
Entre el Cielo y el Infierno: de “Jerusalén” a estar “Bajo control”
Los ex Rata Blanca Gustavo Rowek, Sergio Berdichevsky, Javier “Chino” Retamozo y Mario Ian regresan junto a José Velocet (Ian) y Walter Scasso (ex Logos) para recrear en su totalidad “Entre el cielo y el infierno”, el disco más metalero y diferente de aquella banda. Se trató del cuatro trabajo del grupo, lanzado en el año 1994 (bajo el sello BMG), grabado en los estudios La Nave de Madrid y presentado en una gira latinoamericana.
El show será este viernes desde las 21, en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572), con Presagio como banda invitada. Las entradas están a la venta en la boletería de Tribus (de miércoles a domingo, de 18 a 0) y a través del sistema Ticketway y sus puntos de venta (online y físicos).
En la previa al show, el Litoral dialogó con “Termita” Berdichevsky, para conocer más sobre esta propuesta, sobre el surgimiento de aquellas canciones y sobre los diferentes proyectos compartidos con Ian y Rowek.
Reencuentro
-Vuelven con Entre el Cielo y el Infierno, habían estado en el Camco de Santa Fe en 2019. Ahora después de andar por acá van a hacer una gira por Latinoamérica. Es un tributo a un disco y a una época que quedaron muy grabados en los fans. ¿Por qué pensás que se da ese fenómeno?
-Más que un tributo es un homenaje: somos cuatro de los seis que grabamos. Tengamos en cuenta que hay uno que murió, el Negro (Guillermo) Sánchez; y otro que no está porque obviamente no le interesó: (Walter) Giardino. Los otros cuatro somos miembros originales de esa grabación, y en gran parte compositores del disco: hay muchos temas que son de Ian, Rowek y míos.
Nació como un homenaje: en 2019, cuando el disco cumplió 25 años de su grabación, dijimos “bueno, vamos a juntarnos para tocar esos temas, para recordarlos”; y fue a raíz de tantos mensajes que recibimos después de ese concierto que decidimos seguir. Creo que Santa Fe fue de los primeros y únicos lugares que visitamos, porque después vino el 2020 y quedamos todos encerrados
Ahora con el paso del tiempo y la normalización de muchísimas cosas, seguimos con este proyecto y de a poco le empezamos a dar más forma. Hace poquito lanzamos un tema nuevo, o sea que ya es más que un homenaje a ese disco: es como una banda que queda conformada. El hecho de tener composiciones nuevas hace que la banda ya tenga peso propio de banda; así que decidimos continuar: empezar a trabajar estas canciones e ideas nuevas y seguir con el homenaje por todo el país. Y ahora en poquito arranca una gira centroamericana: todas cosas que habían quedado pendientes de lo que fue el 2020.
-Eso iba a ser el 2020, si hubiera sido un año normal.
-Sí, porque después del show en el 2019 empezaron a salir cosas, ya en el verano del 2020 estábamos planeando esta gira; y mira cómo será que recién ahora la podemos plasmar. Y tengamos en cuenta que todavía nos están pidiendo de ir a muchas provincias del país, que no pudimos, todavía no se dieron las posibilidades. Porque para los músicos, para todo lo que es la música en general, quedaron muy postergadas muchas cosas.
Era de cambios
-Hablando de giras, cuando salió ese disco fue presentado en Latinoamérica, tocaron en el Monsters of Rock de San Pablo. ¿Qué recordás de esa época, que vivencias te vienen a la mente?
-De hecho, este disco fue grabado en el medio de una gira europea: en España, en el medio de una gira por recordáis España y Portugal; que después siguió por algunos países de Latinoamérica, entre ellos Brasil, en el marco del Monster of Rock, que también después se hizo en Argentina, con una semana de diferencia.
Con esta formación estuvimos en ambos shows: el de San Pablo fue en el Pacaembú, un estadio muy grande; ahí estaba Ozzy (Osbourne), Alice Cooper, Megadeth, Sepultura, Faith No More; Había un montón de bandas y tuvimos la suerte de participar con Rata.
Siempre está la rivalidad por el fútbol con los brasileños, pero en el rock nada que ver: nos recibieron de una manera tremenda, muy calurosa. Así que pudimos dar un show tremendo también: debe estar en YouTube, ahí está todo ahora.
-Era un álbum muy espiritual: “Herederos de la fe”, “Obsesión”, “Jerusalén”. Pero también tenía problemáticas que en ese momento llegaban mucho, como el HIV en “Sombra inerte del amor”, cosas que estaban empezando a pasar y por ahí siguen pasando, como en “Bajo control”.
-Tremendo: la entrada de Mario Ian marcó un giro en toda la temática lírica. Un poco fue la entrada de Mario, pero también creo que fue la época en que vivíamos: este disco es de mediados de los 90, y los 90 trajeron un montón de música nueva. Veníamos de escuchar las bandas clásicas de los 80, como Iron Maiden o Judas Priest; y de repente te encontrás con que en los 90 surgieron bandas como Pantera; o Rob Halford dejaba Judas Priest para formar Halford, que ya tenía otra impronta musical. Empezaron a aparecer distintos tipos de bandas que, a mí, a Gustavo, al Negro Sánchez, en esa época nos marcaron mucho.
No quedamos afuera de lo que venía: las letras empezaron a tener otra temática: un poco más espiritual, más (si se quiere) comprometida con algunas problemáticas sociales; no tanto ya como estaba acostumbrado Rata, que eran más fantasiosas en el principio, y hablaban todo de cuentos, hadas y magos.
Como dijiste vos: si lees la letra hoy de “Bajo control” es profética: es lo que está pasando ahora; y ni hablemos de “Jerusalén”, o lo que fue la problemática que se empezó a vivir con una enfermedad como el HIV. El secuestro de mujeres adolescentes (y no tanto) ya se trataba en “Fantasma azul”; la problemática que se sigue viviendo, con mujeres que son golpeadas, o privadas de la libertad. Tenía esa cosa que creo que hasta hoy es vigente.
-Hablabas de la incorporación de Mario en las letras, Gustavo y vos venían desde el vamos. También hay un cambio sonoro cuando entra la voz de Mario.
-Es sabido que los primeros discos fueron composiciones de Giardino, que participábamos poco en la composición; esto fue un motivo de largas conversaciones, y te diría que fue el motivo de la disolución de la banda: a Gustavo y a mí nos interesa mucho en nuestros proyectos ser autores de nuestras canciones, delinear un poco lo que queremos decir.
La voz de Mario, más metalera, más dura; su impronta social en las letras; los yeites y los riffs más guitarreros, y los ritmos de batería más metaleros; que ver un poco con la participación en la composición de todos nosotros, no sólo de Mario.
En dupla
-Gustavo es seguramente tu compañero más antiguo: tocaron en Nativo, tocaste en Rowek, que es su proyecto: es una vida juntos.
-Tenemos amigos que dicen que somos como un matrimonio (risas); artístico, obviamente. Porque creo que hace 40 años que tocamos juntos. Con Gustavo yo tocaba en el barrio: nos conocimos en el barrio y prácticamente antes de que existiera V8 ya tocábamos juntos. O sea que sí, toda una vida.
Después de Rata hicimos Nativo, grabamos cuatro discos; y después hicimos dos discos más con Rowek. Pero en el medio hicimos dos discos solistas de Ian, de la banda solista de Mario: en el primero coprodujimos con Mario y tocamos, porque lo tenía compuesto; pero el segundo disco de Ian ya tiene composiciones mías y de Gustavo, (además de ser intérpretes de las canciones, de haberlas grabado).
O sea que no sólo con Gustavo sino ya hasta con Mario tenemos además de “Entre el cielo y el infierno” otros dos discos más grabados.
-Hablando de colaborar con Gustavo, el año pasado trabajaron en una canción llamada “El gran crimen”, para la película “Somos nuestras montañas”, que trata sobre el genocidio armenio. ¿Cómo se dio esa convocatoria?
-Este es un trabajo que impulsamos desde la escuela de música que tenemos con Gustavo: es un taller que tenemos con una banda que se llama El Hacha de Mariano, que son unos chicos de la escuela que participan en ensambles; en donde trabajamos, además de ensamble grupal, composiciones y grabaciones.
Es un tema que trabajamos en el ensamble, compuesto ahí en la escuela junto con nuestros alumnos que participan del ensamble; y a través de uno, que es de la comunidad armenia, pudo entrar en esta película tan fuerte, que cuenta un poco la historia del genocidio que sufrió el pueblo armenio.
-Terminó en la película, está bueno.
-Está buenísimo, y mejor aún que es un trabajo hecho con alumnos, con ideas de ellos. Uno es de la comunidad armenia y tenía la idea de la composición, de la letra y de hablar de esto. Son todas cosas que impulsamos desde el laburo que hacemos como docentes.
Retroalimentación
-Está la escuela, la banda Rowek, estás tocando con y hablar de la escuela y bueno, antes tocando con War Pigs (tributo a Black Sabbath). ¿Cómo se compatibilizan todos esos proyectos con Entre el Cielo y el Infierno?
-Es cuestión de sincronizar un poco las agendas. Creo que una cosa se nutre de la otra y la otra de la otra. El hecho es este tener sincronizadas las agendas: estamos acostumbrados, lo llevamos de manera natural. Durante el día tenemos clases, ensambles, y en la escuela tenemos un estudio: ahí producimos bandas; hace poquito trabajamos con una banda de Córdoba, grabamos y hacemos producción artística.
Entonces tenemos el estudio, la escuela, War Pigs, Entre el Cielo y el Infierno... Rowek, que quedó un poquito diezmada, porque con el tema de la pandemia la banda nos vimos distanciados: había hay dos chicos que tuvieron que volver a sus provincias natales (tenemos uno Entre Ríos, y otro también lejos). Así que nos cuesta más juntarnos; y con cómo se están dando el trabajo y los conciertos Rowek quedó un poquito más en el trabajo de composiciones y estudio, todavía no tanto de shows.