El dramaturgo Tom Stoppard escribió una vez: "si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás". Una forma de hacerlo es releyendo "El pequeño Nicolás y sus amigos", cuarto volumen de la creación de René Goscinny y Jean-Jacques Sempé, editado en nuestro país por Libros del Zorzal.
Se trata de una compilación de relatos publicados originalmente en el periódico Sud-Ouest Dimanche y en la revista Pilote entre 1961 y 1963, que la editorial francesa Denoël reunió en un volumen clásico.
Este libro, sencillo y entrañable, confirma lo que la crítica dijo durante décadas: en las aventuras de Nicolás y su pandilla emerge un modo de entender la infancia como territorio de disfrute, irreverencia y libertad frente al mundo adulto.
Libros del ZorzalLa alquimia entre Goscinny y Sempé
El lector argentino encontrará aquí la combinación entre la prosa humorística de Goscinny y los dibujos de trazo simple de Sempé, en un diálogo simple y sincero que eleva el trabajo a las máximas alturas de la literatura infantil.
La ironía, el absurdo y la ternura coexisten en relatos donde un par de anteojos, una tarde de lluvia o una pelota se vuelven detonantes de aventuras dignas de Sandokán.
Cada ilustración de Sempé parece interrumpir la narración para completarla, para mostrar lo que las palabras insinúan. En este contrapunto, se ve la complicidad de los autores, que también hace del universo de Nicolás un espejo universal.
Libros del ZorzalUna pandilla que abarca a todos
La fuerza de estos breves relatos está en la construcción coral de personajes que ya son parte de la mitología infantil. Alcestes, "que come todo el tiempo"; Godofredo, que "tiene un papá muy rico que le compra todo lo que quiere"; Eudes, a quien "le gusta dar puñetazos en la nariz de sus amigos".
También aparecen Clotario, "el último de la clase, siempre se queda sin recreo"; Rufo, "con su silbato y un papá policía"; Agnan, "el primero de la clase y preferido de la maestra, no nos cae muy bien". Y las niñas: María Eduvigis, la vecina con la que Nicolás cree que se casará, y Luiseta, "genial, con una pegada tremenda".
Entre la escuela, la plaza, el baldío y los patios de las casas, estos chicos y chicas componen una comunidad que remite a cualquier infancia, sin importar geografía ni época.
Libros del ZorzalLo dice el prólogo de la reciente edición: "la universalidad es un concepto que guía todas las obras de Goscinny; posiblemente porque él mismo fue producto de una familia con distintos orígenes y de una sociedad cosmopolita".
Niños vs. adultos
Uno de los aportes de "El pequeño Nicolás" es el modo en que invierte las jerarquías. La mirada infantil desmonta las normas adultas, muchas veces absurdas, y propone otra lógica.
En los relatos de este volumen las situaciones cotidianas (un cumpleaños, la lluvia, un juego de ajedrez, una caja de lápices de colores) se convierten en un material narrativo profundo, que Goscinny explota con sabiduría.
Libros del Zorzal"El terreno baldío es genial. Hay pasto, piedras, un colchón viejo, un auto que ya no tiene ruedas, pero que sigue siendo muy lindo y lo usamos como avión o como autobús", dice en uno de sus relatos.
Ecos en Mafalda y Charlie Brown
No sería erróneo comparar al pequeño Nicolás con nuestra amada Mafalda, de Quino y con Charlie Brown de Charles M. Schulz. Los tres universos comparten la premisa de darle voz a la niñez para que cuestione al mundo.
Si Mafalda le habla a la política y Charlie refleja la melancolía existencial, Nicolás y sus amigos están en un punto intermedio: en ellos predomina el juego, la risa y la ternura, pero sin dejar de exponer la fragilidad de la vida adulta.
Libros del Zorzal"A mamá no le gustó que papá dijera eso y se puso a gritar que cada vez que su mamá, mi abuela, hacía algo, papá tenía algo para comentar y papá dijo que quería tomar su café con leche en paz", dice un tramo del relato "Lápices de colores".
Dejar las pantallas para jugar
La reedición de "El pequeño Nicolás y sus amigos" en Argentina lo confirma como un clásico capaz de conmover a niños y adultos en partes iguales. Es ideal para leer entre padres e hijos, cada uno encontrará de qué reírse.
En momentos de hiperconexión y uso indiscriminado de pantallas, regresar a estas páginas es reencontrarse con lo simple: un dibujo, una risa compartida. Víctor Borge dijo que "el humor es la distancia más corta entre dos personas". Esa misma cercanía aparece cada vez que un lector abre un capítulo de Nicolás.