La primera postal que recuerda Lidia Hediger es sencilla y entrañable: su abuelo sentado en el patio de la heladería despalillando frutillas para preparar el helado al agua. “Hoy todo viene envasado, pero en los años 70 hacíamos todo manualmente”, rememora. A su lado, los tres nietos ayudaban jugando con nueces y almendras mientras él disfrutaba de un fernet, prohibido para los chicos por la madre. Esa es la primera imagen que guarda de la historia de la Necochea.
El paso del tiempo trajo cambios, pero la esencia se mantuvo. “Siempre como dice Alfredo, somos una empresa familiar con los pro y los contra”, admite Lidia. Mantenerse juntos, coincidir en decisiones y adaptar la oferta sin perder la identidad fue clave.
La renovación de la carta es un ejemplo: mientras Luis, tradicional, se resistía, su sobrina de 14 años respaldó nuevas incorporaciones. La decisión se resolvió por mayoría: tradición y modernidad conviven en cada elección.
Los sabores que cuentan historias
Para Lidia, la elección de la Neco no responde a la novedad sino al sentimiento. “Más de uno dice ‘venía con mi abuelo a tomar la copa helada’. Y seguimos haciéndola”, relata. Casos como el de un abogado de Mendoza, que viajó con su familia solo para probar la banana split de su juventud, o de una mujer que revive su noviazgo tomando el helado que compartía con su esposo fallecido, muestran la dimensión emocional de la heladería. La Neco no solo vende helado: preserva recuerdos y vínculos.
Los gustos más solicitados son clásicos: dulce de leche granizado y chocolate almendrado. Además, la Neco ofrece copas heladas a domicilio, adaptándose a los cambios de costumbres tras la pandemia. La innovación se une a la tradición, como los talleres de chocolatería artesanal belga que incorporó Lidia tras cursos en Buenos Aires y Praga, invitando a grandes y chicos a vivir experiencias únicas.
Lidia y Alfredo Hediger mantienen la tradición artesanal de la Neco desde 1953. Un legado que resiste el tiempo
Alfredo Hediger reconstruye los inicios de la Neco a partir de un contrato firmado por su abuelo en 1953. “Vendió leche y hielo, y luego abrió la heladería. Hasta hizo sus propias mesas y sillas”, relata. La artesanía, la cercanía con los clientes y la calidad de la materia prima definieron la identidad de la heladería. Nada de atajos: “No negociamos la calidad, incluso en años difíciles como la helada que afectó la producción de marrón glacé”.
La Neco ha sobrevivido a pandemias, crisis económicas y la llegada de franquicias. La empresa familiar se sostiene gracias a un equipo comprometido y a la fidelidad de la clientela. “El público reconoce la autenticidad del helado artesanal”, asegura Alfredo. Hoy, en el Boulevard, donde el abuelo inauguró el local hace 56 años, comparten espacio con otras heladerías, pero mantienen la esencia que los distingue: producción diaria, 50 gustos de helado, respeto por la tradición y adaptación constante a las demandas de los clientes.
El Premio Brigadier, que la heladería recibió en múltiples ocasiones, simboliza ese reconocimiento. “Es un honor que nos da la sociedad, un premio al trabajo familiar y al esfuerzo por mantener vivo un legado que trasciende generaciones”, destaca Luis Hediger. La Neco no solo es un comercio: es memoria viva de Santa Fe, donde los vecinos han crecido y envejecido disfrutando de los mismos sabores que sus abuelos.
Premio Brigadier, un reconocimiento al legado y la historia de la heladería santafesina. El recorrido histórico incluye anécdotas que forman parte de la identidad santafesina. Desde clientes que pasan décadas visitando la Neco, hasta encuentros con figuras políticas y culturales, la heladería se consolidó como un punto de referencia en la ciudad. Cada helado, cada copa y cada receta cuentan una historia de esfuerzo, innovación y amor por lo artesanal.
Hoy, con redes sociales, cartas digitales y degustaciones, la Neco sigue sumando generaciones. Los hijos y nietos de los fundadores continúan tomando decisiones conjuntas, manteniendo la tradición familiar sin resignar la innovación. La historia de la Neco es, en definitiva, una historia de continuidad, afecto y pasión por el buen helado artesanal, un verdadero emblema santafesino que sigue endulzando la ciudad desde hace más de 70 años.