El año 1975 no fue uno más en la vida del Dr. René Favaloro. Con poco más de 50 años de edad y amplia experiencia, creó la fundación que lleva su apellido. Que hasta el día de hoy ofrece asistencia médica de alta complejidad, docencia e investigación "al servicio del humanismo médico".
En noviembre de ese año realizó una visita a la ciudad de Santa Fe para brindar una conferencia en el marco del curso "Enfoque actual de la cardiopatía isquémica" organizado por la Clínica de Cardiología. Y brindó una entrevista a El Litoral cuya lectura, medio siglo después, es de apabullante actualidad.
Archivo El LitoralUna charla que parece de 2025
"No soy político, ni tengo pretensiones de tal: tampoco estoy afiliado a partido alguno. Soy un cirujano cardiovascular que trabaja 15 horas al día en la profesión, que vive esclavizado por su actividad y que ha vuelto a su ámbito como un acto de fe en el país", dijo el médico al periodista santafesino.
Bajo aquella firmeza había una convicción que iba más allá de lo científico. Favaloro hablaba de la Argentina como quien diagnostica a un paciente enfermo. Cincuenta años después, sus palabras pueden ser una "radiografía" del presente.
"He querido pasar mis últimos años en la Argentina para enseñar lo poco o mucho que aprendí. En la actualidad tenemos más de 250 residentes en el servicio, de los cuales 15 son latinoamericanos", remarcaba luego.
Y afirmaba: "tenemos un lugar abierto para que todos los profesionales del mundo vengan a aprender y prestamos apoyo, todo el que necesitan, para la implantación de centros de cardiología en el interior, como esta clínica".
En 2025, cuando el éxodo profesional y la desigualdad sanitaria divide al país entre centros de excelencia y regiones postergadas, esa frase tiene una vigencia que estremece. Favaloro ya veía que el conocimiento tenía que ser compartido y descentralizado, para llegar a todos.
Archivo El Litoral"Ser responsables y muy limpios"
La entrevista publicada por El Litoral contiene una reflexión que hoy tiene pleno sentido. "Debemos realizar un análisis de los dilemas nacionales sin discriminaciones políticas porque no es un asunto de un partido u otro, sino de cambio de mentalidad del pueblo", decía Favaloro.
"Si queremos al país, tenemos que cambiar y en muchos aspectos volver al pasado. Ser cada uno en su actividad responsable. Ser responsables, ser muy limpios en nuestra acción y vida, volver al trabajo y al esfuerzo. Ninguna nación se levanta sólo con dólares extranjeros, sino con el esfuerzo mancomunado de todos sus habitantes".
En la Argentina actual, donde la polarización política, la precarización del trabajo, el descreimiento colectivo respecto a la clase política están a la orden del día, esas palabras tienen un eco tan fuerte que es posible que tarde en apagarse.
Lo que en 1975 era un diagnóstico, ya tiene forma de enfermedad invasiva. Favaloro advertía sobre la necesidad de un cambio cultural. Una ética del trabajo, el compromiso, la paciencia y el esfuerzo compartido. Cualquier semejanza con las necesidades actuales no es mera coincidencia.
"La Argentina tiene una clase media y obrera importante, una tecnología, las tierras, es decir, todas las condiciones que se necesitan para salir de este momento tan difícil. Sólo nos falta trabajo y ordenamiento". Igual que hoy: potencial humano y recursos abundantes y desorden estructural.
Archivo El Litoral"El deterioro de la colectividad"
Quizás la frase más inquietante de aquella conversación sea esta: "Hay que ir a la profundidad de ser nacional, preguntarnos qué pasó y por qué se llegó a esto. El nativo se ha dejado llevar por la vida fácil y cómoda, lo que ha traído aparejado el deterioro de la colectividad".
Favaloro creía que el país había perdido el sentido del esfuerzo y la honestidad. En 2025, con fuga de talentos, con la sociedad exhausta, el mensaje de fondo es el mismo: sin un cambio de mentalidad, no hay estructura que aguante.
"Pienso que para subsanar lo explicado debemos hablarle claramente al pueblo y educarlo", completó el médico. Y definió así, en apenas una línea su programa de país, basado en educación, claridad y responsabilidad. ¿Qué hubiera sido del país si se lo hubiera escuchado más?
Archivo El LitoralMedicina social, pero con ética
La segunda mitad de la entrevista giró hacia el sistema sanitario. "Los servicios hospitalarios se encuentran menoscabados y sólo subsisten por el esfuerzo que realizan sus médicos, a veces en condiciones infrahumanas, con una total carencia de los elementos que la medicina actual requiere", señaló.
Y sumó una idea que todavía divide. "La medicina en el mundo, como cualquier otra actividad, tiende hacia la socialización. Pero para alcanzar ese estado hay que socializar también con otras áreas. Hay que bregar por una medicina racional, con una cobertura total para el paciente, donde también éste ponga su esfuerzo personal".
"Para el médico tendrá que haber una protección integral, con un sueldo justo y un continuo incentivo, que le dé la oportunidad de marchar en permanente superación. De lo contrario, se corre el riesgo de que se convierta en un funcionario más del Estado, situación que lo degrada y que degrada también al enfermo", afirmó también.
Cinco décadas después, el diagnóstico es igual de preciso: médicos agobiados, sueldos insuficientes y un sistema sanitario que sobrevive gracias al sacrificio personal.
Archivo El Litoral"Una medicina nacional y planificada"
"Tiene que haber una medicina nacional y planificada, con una sanidad encuadrada dentro de una ley donde todos sus habitantes se encuentren incluidos y no una asistencia diversificada, como existe en este momento, donde a nivel municipal, provincial, nacional o privado se prestan servicios de salud", dijo más adelante.
Y lo que en 1975 era una observación técnica hoy aparece como un reclamo estructural: el nivel de fragmentación que muestra el sistema de salud argentino sigue impidiendo una cobertura equitativa y sustentable.
"En nuestro país, la medicina es cara, no porque el médico cobre mucho sino porque las prácticas en la materia de este momento no son iguales a las de años atrás. Ahora intervienen una cantidad importantísima de elementos, cuyos costos son los que la encarecen", remataba Favaloro.
Archivo El Litoral"Debe estudiar quien tenga vocación"
Al final, el reconocido médico se detuvo en el tema de la educación. "Soy partidario de una universidad rígida, donde estudien realmente los que tienen vocación y ganas de hacerlo y donde principalmente salga un profesional capacitado”, expresó, en una definición que hoy podría aplicarse a cualquier debate sobre la calidad educativa".
Y completó al señalar que "debe haber un riguroso examen de ingreso, en el que el aspirante pueda indicar cualidades y condiciones para la carrera y encaminar a la juventud hacia otras profesiones no tradicionales y muy necesarias".
Esas palabras se proyectan el día de hoy sobre un sistema universitario público que, pese a su orgullo histórico, enfrenta el desafío de sostener la excelencia frente a la crisis presupuestaria y el éxodo profesional.
Antes de despedirse del periodista de El Litoral, Favaloro dejó una frase de enorme valor: "el argentino va a despertar del sueño paradisiaco en el que está inmerso. Soy optimista, y como sé que hay capacidad, por eso la República va a salir adelante. Sólo que todos vamos a tener que trabajar mucho".
Archivo El LitoralEl hombre que se cansó de luchar
Veinticinco años después, el 29 de julio de 2000, Favaloro se quitó la vida. Dejó una carta donde denunció las deudas del Estado y la falta de compromiso de una sociedad que no lo escuchó lo suficiente. Su muerte fue el último acto de coherencia de alguien que no toleró el desamparo ético.