La mañana del 26 de junio de 1974 no fue una más para la ciudad de Santa Fe. Una densa niebla cubrió las principales arterias de la capital provincial y la visibilidad era baja, según recuerdan las crónicas de la época.
Ocurrió en junio de 1974 y por el hecho murieron ahogados los únicos dos ocupantes del ómnibus. Imágenes del operativo rescate, que convocó a fuerzas provinciales, federales y del Ejército.

La mañana del 26 de junio de 1974 no fue una más para la ciudad de Santa Fe. Una densa niebla cubrió las principales arterias de la capital provincial y la visibilidad era baja, según recuerdan las crónicas de la época.
En ese contexto, un colectivo siguió de largo por la avenida Alem y se precipitó al agua. “Espectacular caída”, tituló El Litoral una completísima crónica con datos sobre lo sucedido y las primeras imágenes. La relevancia de la noticia la ubicó en la tapa del vespertino.
Lo primero que se supo, es que el bus se dirigía en dirección al este y el accidente ocurrió alrededor de las 6 en la zona de los viaductos del flamante puente Oroño, inaugurado en 1971. El vehículo traspasó los canteros, atropelló y rompió las barandas para finalmente caer al agua.
A unos 50 metros del lugar, se realizaban trabajos en la cloaca máxima, frente al club Regatas. Fueron los obreros de esas tareas quienes se transformaron en testigos del penoso hecho.
“La caída se produjo alrededor de 45 metros al sur del puente nuevo, donde la altura desde el borde del murallón al agua es de aproximadamente cuatro metros y la profundidad del río oscila entre 8 y 10 metros”, destacó el diario.
De inmediato, se dispuso un amplio operativo de rescate que convocó a fuerzas provinciales, federales y personal de los servicios de emergencias de la ciudad. “De inmediato los hombres ranas — o buzos autónomos — del Ejército al mando del teniente coronel 1° Osvaldo López comenzaron a disponer sus equipos para realizar el rescate”, resaltó el vespertino.
En la primera hora del operativo, los agentes no lograron dar con el vehículo; hundido en las aguas donde la laguna Setúbal desemboca en el río Santa Fe. Distintos hallazgos de objetos “duros”, confundieron a los rastreadores que no menguaron en seguir con las tareas frente a Regatas y zonas aledañas.
El sol recién salió cerca de las 10 de la mañana. Con ello, los buzos continuaban con los rastrillajes, también munidos de arpones, mallas y otros elementos necesarios para tal fin. Pasaban los minutos y el nerviosismo crecía. La gravedad del hecho era tal que en el lugar se presentaron el gobernador Carlos Sylvestre Begnis y su vice.
Para ese entonces, la Prefectura sumó dos embarcaciones más. Todo el mundo buscaba el colectivo hundido. En simultáneo, circulaban versiones e hipótesis sobre cómo se produjo el hecho y quienes ocupaban el vehículo. En un principio se creía que pudo tratarse de un colectivo de línea, sin embargo con el correr de las horas se confirmó que era un minibus que conectaba Santa Fe con San Javier.
Alrededor de las 13, los buzos dieron con un objeto de características similares al buscado. “Un joven oficial de la Agrupación Anfibios había comprobado que en el fondo del curso de agua yacía el vehículo, presumidamente un ómnibus que tenía una bocina sobre el capó”, contó El Litoral.
“Correspondía hacer el reconocimiento, para establecer si estaba cerradas las ventanillas y portezuelas y luego, como parte final, sujetarlo a los cables de los cuales tiraría una grúa que se encontraba en las cercanías desde temprano”, explicó el vespertino.
Estaba ubicado unos 45 metros al sur del lugar donde se quebró la baranda. Según pudo constatar El Litoral, por aquellos días la profundidad de esa zona era de entre 10 y 12 metros. Desde horas tempranas, curiosos, periodistas y público general se agolpó hasta donde pudo para ver los acontecimientos, sobre todo cuando se produjo el hallazgo.
Para las 16, dos grúas que estaban en el puerto local llegaron hasta la zona del incidente. En un trabajo colaborativo, que constó de dos instancias o etapas lograron “despegar” el vehículo del lecho y luego procedieron a retirarlo.
Recién a las 21 del jueves 26 de junio lograron retirar el ómnibus del agua. “Sin embargo, la operación no culminó como esperaban sus protagonistas, ya que la pluma de una de las grúas se rompió, lo que hizo que la parte posterior del coche volviera a introducirse en las aguas”, aclaró el diario al otro día.
“Se recurrió entonces a una grúa de la empresa que tiene a su cargo las tareas de construcción de la cloaca máxima. Se reanudaron las operaciones tendientes a sujetar perfectamente la unidad y a las 21 se intentó izar el vehículo”, continuaba la crónica.
Y seguía: “Pero se había registrado un inconveniente, ya que la fuerza de la corriente lo colocó contra el murallón de la costanera, entre los pilotes. Con el auxilio de lanchas debió ser ubicado en una posición adecuada, y finalmente pudo ser colocado en tierra firme”.
Con el coche fuera del agua llegaron las primeras confirmaciones: se trataba de un colectivo marca Mercedes Benz 1112 de la empresa San Javier. “Había partido con destino a Alejandra donde otra máquina de la misma empresa tenía dificultades técnicas”, destacó El Litoral.
En el siguiente párrafo, la crónica dio cuenta que el vehículo estaba comandado por un chofer de 29 años, cuyas iniciales eran G.A.C, quien viajaba acompañado por un mecánico de 50 años identificado como V.N. También se aclaró que los cuerpos no estaban en el interior del coche, por lo que se desplegó otro operativo para dar con las víctimas.
Para finalizar, cabe señalar que el artículo de El Litoral puso a consideración diversas hipótesis sobre lo sucedido; como así también la referencia al accidente ocurrido años atrás en el puente de Arroyo Leyes. Rotura de la dirección, en los frenos o descompostura del conductor eran algunas de las posibilidades que se barajaron.




