Como cada 29 de septiembre desde 2019, se celebra el Día de la concientización sobre las pérdidas y desperdicio de alimentos en Argentina, una fecha creada para luchar contra la estadística mundial, donde un tercio de lo que se produce termina en la basura. lo que se produce termina en la basura.
Hace 14 años que el Banco de Alimentos de Rosario (BAR) trabaja para cambiar los números y la cultura de la producción y consumo, recuperando comida que terminaría en los residuos de empresas y entregándolas a organizaciones sociales que sostienen merenderos y espacios comunitarios.
En este aniversario, el BAR enfrenta nuevos desafíos como las trabas normativas y la mejora de la eficiencia de las empresas alimenticias, que al trabajar mejor, tienen menos errores y reducen sus entregas.
De las papas a las gaseosas: cómo se recupera
Uno de los casos más emblemáticos de BAR fue el rescate de 40 mil toneladas de papas que iban a descartarse al inicio de la pandemia, cuando una empresa de Balcarce, proveedora de una cadena de hamburguesas, se encontró con que sus locales cerrarían y no podría vender esas papas que ya estaban para cosechar.
Nuevos desafíos para el BAR: trabas normativas y la mejora de la eficiencia de las empresas alimenticias.El BAR y otros bancos de alimentos del país lo tomaron: pagaron la cosecha, gestionaron el flete y distribuyeron ese volumen por toda Argentina.
En 2023, el consumo en baja dejó a varias empresas con un sobrestock de bebidas gaseosas: en lugar de destruirlas, BAR gestionó su distribución hacia cientos de familias. “Contamos con dos cámaras frigoríficas, equipos de voluntarios y una red de logística que garantiza que lo que recibimos llegue en condiciones a los comedores”, explicó Benjamín Massoud, vocal suplente del Banco de Alimentos.
En Argentina se pierden y desperdician alrededor de 16 millones de toneladas de alimentos al año, según datos de la Dirección de Agroalimentos de la Secretaría de Agricultura.
El Atlas de Políticas Globales de Donación de Alimentos de The Global FoodBanking Network, basado en información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), detalla que de ese total se pierden 14,5 M de toneladas en la producción, procesamiento y distribución, mientras que 1,5 millones de toneladas se desperdician en el canal minorista o en los hogares.
Una red que alimenta a miles de personas
Actualmente, BAR asiste a unas 300 organizaciones sociales de Rosario y una amplia región de Santa Fe, lo que representa cerca de 78 mil personas que reciben alimentos cada mes. La distribución abarca desde frutas y verduras hasta enlatados, galletitas, pastas y bebidas, según disponibilidad de las donaciones.
BAR asiste a unas 300 organizaciones sociales de Rosario y la región.Para garantizar la transparencia, cada entrega es auditada: “Si una empresa nos dona, damos trazabilidad. Informamos qué organización recibió y qué cantidad, para que haya confianza en todo el circuito”, remarcaron desde la institución.
La experiencia local forma parte de una red más amplia de bancos de alimentos en el país y en el mundo. Desde 2015, la Organización de las Naciones Unidas impulsa la meta de reducir a la mitad el desperdicio global de alimentos para 2030.
En Rosario, BAR consolidó su trabajo en los mercados mayoristas de frutas y verduras. El programa RecupeBAR, iniciado en 2017 junto al Mercado de Productores y ampliado en 2023 al Mercado de Concentración de Fisherton, superó ya los 1.400.000 kilos de frutas y verduras recuperadas. Sólo en 2024 se rescataron más de 360.000 kilos, gracias a la participación de más de 90 puestos donantes.
En estos años, el crecimiento del trabajo voluntario y el fortalecimiento de alianzas con cámaras empresarias fueron clave para sostener el flujo de recupero.
Desafíos pendientes
El Banco de Alimentos de Rosario enfrenta un escenario complejo. Por un lado, el avance de la eficiencia en los procesos de las empresas alimenticias hace que haya menos errores y, por lo tanto, una reducción en el volumen de productos recuperables.
Por otro lado, persisten trabas normativas que dificultan las donaciones, como la falta de diferenciación en los etiquetados de vencimiento, lo que hace que alimentos aptos para el consumo terminen en la basura.
“Estamos trabajando en cambios normativos que abordan los ejes necesarios para generar un impacto significativo y positivo en la problemática de la pérdida y desperdicio de alimentos y sus consecuencias”, explicaron desde el BAR.
Uno de esos ejes es la creación de una normativa que permita distinguir entre la fecha de “consumo preferente” y la fecha de “vencimiento”. La idea es que, en el margen entre ambas, los alimentos puedan donarse de forma segura, en lugar de descartarse.
Otro aspecto clave es avanzar en cambios regulatorios que hagan más conveniente donar que tirar. En esa línea, se plantea contar con normativas que eliminen barreras impositivas y que, en cambio, generen incentivos para quienes eligen entregar sus excedentes a las organizaciones que asisten a personas en situación de vulnerabilidad.
Mientras BAR perfecciona su trabajo, el contexto social muestra la urgencia. “En la Argentina el hambre no está resuelto. Hay miles de familias que dependen de la asistencia de comedores y merenderos. Nuestro desafío es que la comida no se pierda y llegue a donde más se necesita”, concluyó Massoud.