La Justicia española reabrió una causa que lleva casi cuatro décadas sin resolverse: la desaparición de Maritrini Suardíaz Suero y su hija Beatriz, de apenas 13 meses, vistas por última vez en 1987 en la localidad leonesa de Matadeón de los Oteros.
La Policía busca en una balsa de Ribadesella los restos de Maritrini Suardíaz y su beba, desaparecidas en 1987. El principal sospechoso es su pareja, conocido como “el Portugués”.

La Justicia española reabrió una causa que lleva casi cuatro décadas sin resolverse: la desaparición de Maritrini Suardíaz Suero y su hija Beatriz, de apenas 13 meses, vistas por última vez en 1987 en la localidad leonesa de Matadeón de los Oteros.
A pedido de la Policía Nacional, la jueza de Instrucción N.º 4 de Gijón ordenó nuevos operativos en una balsa de agua de una antigua mina de espato flúor en Ribadesella, Asturias. Los investigadores sospechan que allí podrían encontrarse los cuerpos de la mujer y su hija, presuntamente asesinadas por el marido de Maritrini, Antonio María da Silva, apodado “el Portugués”.
Durante las últimas semanas, buzos de la Unidad de Actividades Subacuáticas de la Policía Nacional confirmaron la presencia de dos vehículos sumergidos en el fondo de la balsa.
Sin embargo, el lodo y la basura acumulada impidieron acceder a los autos. Las autoridades evalúan solicitar apoyo a la Unidad Militar de Emergencias (UME) o a una empresa especializada para drenar la laguna y continuar con la búsqueda.
Los agentes creen que Da Silva —actualmente residente en Portugal— habría arrojado allí los autos tras el crimen. El hombre ya había sido detenido en 2018, pero fue liberado por falta de pruebas. A lo largo de los años, la causa fue archivada y reabierta en varias ocasiones, sin que se lograra localizar a las víctimas.
Maritrini tenía 23 años cuando desapareció junto a su hija. Criada por su abuela en Villaviciosa, había tenido una infancia difícil y pocos recursos. En 1985 conoció a Da Silva, un contrabandista portugués 18 años mayor, con antecedentes por violencia de género.
Poco tiempo después de casarse, comenzaron los episodios de agresiones. En una ocasión, la joven logró lanzar por una ventana una nota que decía: “Ayudadme, me tiene secuestrada”. Aunque llegó a denunciarlo, terminó regresando con él. La última vez que alguien vio con vida a madre e hija fue en el verano de 1987.
Durante años nadie las buscó. Su hermano —único familiar directo— recién denunció la desaparición en 2002, quince años después de perder el contacto. Falleció tiempo después, sin saber qué ocurrió con su hermana y su sobrina.
El caso fue retomado en 2015 por la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Gijón, que lo considera un crimen de violencia machista. En los últimos años, la Policía excavó en varias propiedades vinculadas a Da Silva, incluso hallando un zulo (escondite subterráneo) en una de las viviendas, aunque sin resultados.
Hoy, la esperanza se centra en la balsa de Ribadesella. Si se logra acceder al interior de los autos, los investigadores podrían finalmente resolver una de las desapariciones más enigmáticas de España.




