Ritual de limpieza: baño con ruda para cortar rachas negativas
Un antiguo gesto protector que combina tradición y calma interior para ayudar a soltar tensiones, envidias y renovar la energía del cuerpo y del hogar.
Ritual de limpieza: baño con ruda para cortar rachas negativas
En tiempos marcados por la inestabilidad, el estrés diario y las preocupaciones económicas, cada vez más personas retoman costumbres antiguas que prometen protección y alivio. Entre ellas, el baño con ruda se mantiene como uno de los rituales más populares para cortar con la mala racha, alejar energías negativas y recuperar la calma interior.
Aunque pueda parecer solo un gesto simbólico, este baño es visto por muchos como un momento de pausa, limpieza interna y renovación. Lejos de supersticiones modernas, su origen está profundamente arraigado en tradiciones transmitidas de generación en generación.
Una costumbre que atraviesa el tiempo
El uso de la ruda, especialmente de la llamada “ruda macho”, forma parte de creencias heredadas tanto de pueblos originarios como de inmigrantes europeos que la consideraban una planta protectora. Su fama se debe a la idea de que actúa como barrera frente a envidias, malas voluntades o lo que se conoce popularmente como “mal de ojo”.
Hojas frescas de ruda listas para preparar el ritual de limpieza
Cada primero de agosto, en muchos países de Latinoamérica, las familias preparan rituales que giran en torno a la ruda: desde el baño hasta la tradicional caña con ruda para beber, buscando atraer salud y prosperidad para todo el año. Sin embargo, el baño con ruda se realiza en cualquier momento en que alguien siente que algo no va bien o que una sucesión de problemas altera el ánimo.
Paso a paso
El baño con ruda puede variar según la región, pero en esencia conserva un procedimiento que suele seguirse de forma sencilla. Aquí, los pasos más habituales:
Preparar una infusión con un puñado de hojas frescas de ruda hervidas en agua durante algunos minutos.
Dejar enfriar el líquido hasta que la temperatura sea soportable.
Tras bañarse de forma habitual, volcar la infusión lentamente desde la cabeza hacia los pies, pidiendo mentalmente eliminar las malas energías.
Secar el cuerpo de forma natural, sin toalla, para no “interrumpir” el efecto protector.
Desechar los restos de la ruda en un espacio natural o, en su defecto, envolverlos en papel y tirarlos a la basura.
Algunos suman velas blancas encendidas cerca, mientras que otros recomiendan realizar el baño en luna menguante, etapa vinculada a la limpieza y el descarte.
Vapor que envuelve y limpia el cuerpo de malas energías.
El valor del ritual
Aunque no existan pruebas científicas de que el baño con ruda tenga efectos reales para alejar la mala suerte, muchas personas coinciden en que se trata de algo más profundo que el simple acto de tirar agua con hierbas. Es, en realidad, un momento para reflexionar, dejar atrás tensiones y renovar la energía.
El baño de ruda representa una pausa consciente para frenar, respirar y pensar en lo que se quiere dejar atrás. Es un instante en el que se pone la intención de soltar frustraciones, discusiones, miedos o envidias que pesan en la vida diaria.
Detalle del ramo de ruda usado en rituales de protección.
En ese sentido, el ritual tiene un efecto emocional concreto: genera sensación de alivio, calma e incluso fuerza para seguir adelante. Quienes lo practican suelen describir que, al terminar, sienten el cuerpo más liviano y el ánimo más despejado, como si realmente algo se hubiera ido.
Rituales para limpiar la energía
El baño con ruda no es el único gesto que se mantiene vivo en muchas casas para protegerse de las malas energías. Otras costumbres frecuentes incluyen:
Encender sahumerios de palo santo o mirra para “barrer” la mala vibra.
Colocar vasos de agua con sal en las habitaciones para absorber tensiones y discusiones.
Dejar una vela blanca prendida durante algunos minutos, pidiendo claridad y paz.
Ventilar los ambientes para que circule aire nuevo, renovando la energía.
Estos rituales, simples y cotidianos, forman parte de un mismo deseo: recuperar el equilibrio y mantener lejos aquello que no se ve, pero que muchos sienten.
Al final, lo que perdura es la búsqueda de calma y protección frente a un mundo que, a veces, parece demasiado hostil. El baño con ruda sigue vivo porque conecta con algo tan humano como universal: la necesidad de sentir que siempre hay una forma de empezar de nuevo y despejar el camino de malas energías.