Por Verónica Dobronich
Cuando se manifiesta con intensidad, puede dejar secuelas profundas en quienes lo rodean. Detectar los patrones, identificar el desgaste emocional y poner límites claros es clave para preservar la salud mental.

Por Verónica Dobronich
El término "narcisista" se ha popularizado tanto en redes y conversaciones cotidianas que corre el riesgo de perder precisión. Sin embargo, lejos de ser solo un adjetivo para describir a alguien egoísta o vanidoso, el narcisismo –especialmente cuando se trata de rasgos narcisistas marcados o de un trastorno de personalidad narcisista– puede tener un impacto profundo y dañino en nuestras relaciones personales, laborales e incluso familiares.
Todos tenemos rasgos de personalidad que pueden fluctuar según el contexto, pero una persona con rasgos narcisistas marcados suele mostrar un patrón persistente de:
• Necesidad excesiva de admiración
• Falta de empatía
• Sentido de grandiosidad o superioridad
• Dificultad para registrar el impacto emocional de sus acciones en otros
• Uso instrumental de las personas (ven a los demás como medios para sus fines)
• Alta sensibilidad a la crítica, pero con una fachada de indiferencia o desprecio
A diferencia de lo que muchos creen, no siempre son personas exuberantes o seductoras. Existen narcisistas vulnerables o encubiertos que operan desde la victimización, el silencio pasivo-agresivo o el intelectualismo. Lo común es que su autoestima, aunque aparente solidez, sea frágil y esté sostenida por la validación externa constante.
Te hacen creer que exagerás, que estás confundido o que no entendiste bien lo que dijeron. La realidad se vuelve difusa.
Siempre hay un culpable externo. Si algo sale mal, será por tu actitud, por tus emociones, por tu “falta de comprensión”.
Ya sea tu trabajo, tus amigos, tus emociones o tus pasiones. Todo lo tuyo es “menor” frente a su mundo, que siempre tiene algo más importante.
Después de interactuar con ellos, hay una sensación de drenaje, de que diste mucho y recibiste poco o nada.
No importa el tema: siempre encuentran cómo llevar la conversación a su propia historia, sus logros o sus problemas.
Los narcisistas tienden a idealizar a las personas al comienzo de un vínculo (fase de bombardeo de amor) y luego, cuando ya no les servís como “espejo”, te critican o se alejan sin explicación.
Si algo no cierra, si te sentís mal después de cada encuentro, si hay manipulación sutil o directa, tomalo en serio.
No te justifiques ni entres en explicaciones infinitas. Los límites son tu derecho, no un favor que le pedís al otro.
Las disculpas profundas y empáticas no son frecuentes en personas con rasgos narcisistas. Si aparecen, suelen tener un fin manipulador.
No entres en el juego de querer que “entienda” o “cambie”. Eso solo alimenta su necesidad de control.
No te aísles. Rodeate de personas que te validen, que te escuchen, y que te ayuden a recordar quién sos.
Un punto clave: no intentés "sanar" a un narcisista
Quienes tienen rasgos narcisistas marcados suelen tener una visión distorsionada de sí mismos y del mundo. No buscan ayuda porque no reconocen el problema. Y si lo hacen, es por motivos externos (perder una pareja, un trabajo, una imagen). No está en tus manos corregir su daño emocional. Tu prioridad debe ser preservar tu salud mental, tu autoestima y tu integridad emocional.
Detectar a una persona con rasgos narcisistas no siempre es sencillo, pero hay patrones que, si estás atento, se repiten. La clave no está en diagnosticarlos, sino en aprender a distinguir cómo nos sentimos nosotros en ese vínculo. Si hay manipulación, desgaste constante, confusión y falta de reciprocidad, es momento de poner distancia.
Cuidarnos no es egoísmo. Es responsabilidad afectiva con nosotros mismos.




