La dudosa eficacia de la vida

Por Augusto Munaro

"La que no soy", tercer poemario de Laura Carnovale (*), articula una colección de poemas breves e intensos, de estoica austeridad. Desvaríos, esperas, y un cuestionamiento del rol femenino, como elementos sustanciales del libro. Sin ser extensos ni osados en la construcción y sucesión de las imágenes, los poemas poseen nostalgia, dolor de la pérdida. Versos que intentan enunciar aquello digno de la memoria, y en cada intento, el fracaso de "la lengua que no dice", ya que todo, al fin y al cabo, se pierde "como si la memoria fuese/ un pozo de agua". Pero su murmullo regresa, y es ahí donde hay epifanía. Estos poemas son pistas de aquel reino perdido (o ansiado en conquistar) donde todo se reduce al sentimiento, y el tiempo se convierte en viento y aromos. Laboriosa perplejidad para la incomodidad fundamental entre el mundo y el lenguaje. El ser y el no ser.

Así, Carnovale desnuda la existencia desnudando la poesía misma, despojándola de todo ornamento, toda distracción circunstancial. Llevando el lenguaje a su esencialidad. Aquí no crecen adjetivos innecesarios, metáforas lujosas, ni música de clavicémbalo. El sujeto poético es el yo receptivo que sabe descubrir, bajo las apariencias, una intensidad inexplorada. Una voz que no puede nombrarse, y que tras su indagación, a menudo, no se termina de reconocer ni en las palabras, puesto que "entre ser y no ser/ hay un parpadeo", una existencia tibia, diluída en grises. ¿Acaso no somos nosotros, los lectores, quienes tenemos, finalmente, el poder de nombrarla? Su poesía es una construcción meditada, atenta a la elección de las palabras y a la composición de cada breve pieza. El poema, pensado como un todo, es un orden cerrado con principio, desarrollo y un final sobrio, contundente. "¿Quién se robó la noche? / Hay tanta luz que parece día. / Voy entre los que no miran y miro/ las manos cubren/ los vasos de café y las bocas. / La gente dice cosas que no entiendo. / No entender también es una forma/ de encontrar el silencio".

(*) Laura Carnovale nació en 1973 en La Pampa, Argentina. Estudió Profesorado de Nivel Inicial en la Universidad Nacional de la Pampa. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes para una capacitación en poesía con Irene Gruss (2013). Publicó Tengo un cielo en la cocina (2015), y Piedras verdes (2017). Integra el GEP, Grupo de Escritores Piquenses.

Desvaríos, esperas, y un cuestionamiento del rol femenino, como elementos sustanciales del libro. Sin ser extensos ni osados en la construcción y sucesión de las imágenes, los poemas poseen nostalgia, dolor de la pérdida.

Desnuda la existencia desnudando la poesía misma, despojándola de todo ornamento, toda distracción circunstancial. Llevando el lenguaje a su esencialidad. Aquí no crecen adjetivos innecesarios, metáforas lujosas, ni música de clavicémbalo.